Cuando destruimos la creación estamos asesinando y anulando lo que de creaturidad hay en ella. La pseudo-racionalidad puesta al servicio de la dominación. La creatura racional (hombre) se pone ante las demás creaturas en un acto de opresión y dominación. Por miedo a perder este dominio, por ignorancia y falta de profundidad en el sentido relacional que hay entre creador-creatura, creatura-creador y creatura-creatura; la “mayor” creatura actúa como agente despersonalizador y des-naturalizador de toda la creaturidad que hay en relación a él y en sí mismo, lo que lo lleva a la comprensión insensata del cosmos y del misterio último de la existencia.
Partiendo de esto, el hombre mismo se des-creaturiza y toma distancia cortando el sentido vinculante con las demás creaturas, permitiéndole así categorizar y justificar sus acciones de muerte contra la vida y todos sus seres. La vida misma en la diversidad se vuelve peligrosa y ofensiva para el hombre, porque al no haber sentido de relación trascendental de creatura a creatura, la respuesta es de miedo y negación ante esa vida inmensa que se nos presenta, que se revela de infinitas maneras, formas, colores, medios, espacios, relaciones, etc. Para ejemplificarlo podríamos pensar en aquella situación en que alguna persona se encuentra ante un animal –creatura- venenoso, tal vez peligroso y mortal para nuestras vidas si llegaran a inyectarnos su veneno. En la mayoría de los casos la lógica tradicional es dar muerte así de inmediato no represente un peligro en la situación como tal. Matar (talar, capturar, extraer…) es el anticipo que garantiza de forma inmediata nuestra capacidad de dominar y controlar lo que no conocemos, más que decir que lo hacemos por asegurarnos evitar posibles daños posteriores a la integridad física de la persona, al final esta última es casi siempre el argumento común para acabar con la vida si hablamos del caso en cuestión o muchos que se le parezcan. Es así que se des-creaturiza y se niega la tensión de la vida desde su diversidad y furtividad.
Al ponernos delante de un animal venenoso -para señalar de nuevo este caso- nuestra posición inmediata –aunque lo externalicemos por medio del temor- es de dominación y desnaturalización, negando a la creación que sea también creatura desde la particularidad y diversidad, suprimiendo la natural relación que de creatura (hombre) a creatura (animal venenoso) debiera darse. No niego que tal relación de creaturidad desemboque a situaciones lamentables como una muerte por picadura, sino que desde la racionalidad de la cual gozamos los hombres, la co-creaturidad toma sentido como misterio y principio de vida, optando hasta lo más posible por dejar vivir en vez de dar muerte. Cuando el hombre en vez de co-fraternizar con las demás creaturas toma una postura dominante, esta se traduce en muerte y anulación de la vida, para no citar los casos que implican los intereses comerciales y económicos que son también fines de muerte que justifican monstruosamente la muerte de miles de animales, de fauna y flora y con el peligro de extinguirse en muchos de los casos.
Cuando el hombre no logra reconocerse y ubicarse en un espacio de relacionalidad de creatura a creatura con la vida y de todo lo que hay en ella, entra en la dualidad irracionalidad-racionalidad frente a la creación. El ser humano por tanto se abaja y des-dignifica porque al no reconocerse como creatura en relación con las demás creaturas, niega su propia humanidad en un acto diabólico de alienación. Volviendo al ejemplo del animal venenoso, cuando una persona da muerte a esta por solo sentir miedo a la picadura y al veneno en algún instante, no simplemente está rechazando la tensión existencial de la vida que está en la creación y que es connatural a ella, sino que se está negando y dando muerte a sí misma como en un acto de autodes-creación, o sea de negación de la creaturidad sagrada que hay en ella y en las demás creaturas. Los creyentes hemos de saber que la creaturidad es una realidad por antonomasia en el hombre, con el agregado de la racionalidad y la posibilidad de la libertad y el amor, poniéndolo como principal responsable en la dignificación de la creaturidad que hay en la vida ya que el mismo es creatura.
Muchos tienen hoy su mirada puesta en la ecología, en la creación. Las grandes selvas están sufriendo lo que se podría llamar la despersonalización y desnaturalización de parte del hombre frente a los que muchos pueblos llaman <<La Pacha mamá>> la madre tierra. También nos podríamos referir como des-creación, o sea una búsqueda objetivada de anular lo que de creaturidad hay en la creación. La vida en todas sus manifestaciones ha ido perdiendo paulatinamente en el ser humano su sentido profundo y trascendental en relación con el misterio último de la existencia. La des-creaturización que el hombre ha ido haciendo de sí mismo y de lo demás creado lo ha llevado a la objetivación descarada de la vida y de todo lo que de creaturidad hay en ella. Esto quiere decir que al perderse en el hombre todo misterio y trascendencia en la creación, lo único que queda es anularla y sacarle el mayor provecho posible, instrumentalizando la vida y la creación.
No es de extrañarnos, que la Amazonía como una de las máximas expresiones de la naturaleza y la ecología sufra el recalcitrante proceso de des-creación, ella es instrumento de la dualidad <<racionalidad-irracionalidad>>: los que se maravillan y buscan salvarla y los que la dominan y depredan para sacarle el “mayor provecho” La vorágine misteriosa de la profundidad de la selva, la que antes se tragaba al hombre que no la conocía, ahora es casada y diezmada progresivamente. Esta amazonia sufre tanto desde fuera como de dentro la incomprensión de toda su creaturidad y su acción creadora. O sea, no se intuye a esta como un todo en su realidad existencial, que ella es creatura porque ha estado desde el principio de una u otra forma como parte del misterio de la creación, y es creadora porque en si se revela y se preserva a fuerza y lucha un sinnúmero de especies de fauna y flora.
Hace unos días, al visitar a un amigo indígena este me mostro la cabeza de una serpiente constrictora que había matado. Su orgullo por el hecho era la manifestación implícita de la creatura dominadora frente a la dominada. Mi amigo no intuía dentro de sí que aquella acción estaba vaciada de sentido existencial y creador. La había encontrado en su casa y su principio por antonomasia era que al encontrarse este tipo de animales (creaturas) sin importar la situación merecía la inmediata muerte. Tal des-creación justificada en ocasiones por la cultura y los principios de conducta nos pone de relieve que para salvar a la amazonia el hombre debe buscar a la par la curación y salvación de su interior, descubriendo un sentido nuevo frente a la vida y la creación. Alguna vez leí o le escuche decir a alguien <<que la creación está dando gemidos de parto>> o sea que esta se resiste a ser des-creacionada, des-creaturizada, desnaturalizada; lo que por esencia se le fue dado no le puede ser arrebatada aunque se extinguiera hasta la última especie.
Para salvar la amazonia y toda la creación el hombre debe reconocerse en un estado de co-creaturidad, o sea en relación de creatura a creatura, en apertura de relacionalidad, de encuentro que de mayor vida, aceptando la tensión de la creación, dejando de ser agente dominador y opresor frente a las demás creaturas para hacerse co-creador por su voluntad, amor y bondad. En la búsqueda del verdadero encuentro entre el hombre y Dios (Antropo-teología) está la de integrarse a una relacionalidad profunda en el encuentro del hombre con Dios y a su vez envuelto por el misterio de la vida y la creación (Antropo-eco-teología) pasando de una des-creaturización a una creaturización como afirmación de la vida y la creación.
Al hombre le ha costado mucho descubrir el amor que en la vida y en la creación hay, y esto se debe a que se ha reconocido como el único con la capacidad para amar, cuando primero fue él el amado y después este amó. La creación ya lo amo desde el principio y lo sigue amando. “Y dijo Dios <<hagamos al ser humano a imagen como semejanza nuestra, y mande en los peces del mar y en las aves del cielo…>> (Gn 1, 26a) Ya en el principio el hombre ha sido amado por el Creador y la creación. El amor que viene de toda la creaturidad y desde donde el hombre fue amado primero y ahora está invitado a amar a quello por quien fue amado. Salvar a la amazonia y a la creación no debe ser simplemente una respuesta ante la angustia que deviene del futuro del hombre y su supervivencia, es la respuesta misteriosa y agradecida de creaturidad a creaturidad, de creatura mayor (hombre) ante las demás creaturas, es la correspondencia del amor ante aquello que lo amo desde el principio y lo sigue amando.
El hombre se encuentra <<enaltecido>> ante esta creación, la cual ya lo amó desde el principio y lo sigue amando. La comprensión debe estar en descubrir que al salvar la creación el hombre se salva a sí mismo. Por el hecho de ser creatura su existencia tiene plena afirmación e íntima relación con todo lo que hay de creado en la vida. El mismo, al ser creatura debe encumbrarse en la creaturidad de la existencia no como rey dominador, sino como alguien que da sentido y profundidad a todo lo que se le ha dado para dignificar su existencia. Cuando nos ponemos frente a la creación y sus tensiones, nos podemos poner en una actitud co-creadora para dar más vida, o en una actitud de dominación para generar muerte. La cuestión está en que hay que vivir y dejar vivir, hay que amar y dejarse amar, hay que edificar y dejarse edificar.
La amazonia y la creación es salvada en la medida en que cada uno se siente salvado por ella, y salvado desde la creatura más insignificante y peligrosa, hasta la más gozosa y bella; desde alimentarnos de mucho de lo que hay en la creación con la bella caricia de que debe perdurar y no extinguirse. Desde el nativo, el misionero, el colono hasta el rico capitalista, debemos despertarnos a la conciencia de la creaturidad que hay en cada uno y la relación existencial que hay con todo lo demás creado. Salvar la amazonia y toda la creación requiere que el hombre empiece a buscar salvarse por dentro, a aceptar el amor que desde el principio le fue dado y que hasta hoy le sigue dado incondicionalmente. No se puede matar el amor que desde el principio se nos dio en la creación. La creatura no es más que su creador y no puede anularse y anular a lo demás, porque al final de todo la vida y la creación son buenas. “Y vio Dios cuanto había hecho y todo estaba muy bien” (Gn 1, 31a)
