"Nosotros, los cuatro misioneros de la Consolata de la comunidad de Cali, nos encontramos con los cinco misioneros que venían de Toribio a Buenaventura el 12 de Diciembre de 2007. Entramos en la casa del obispo justamente a las 12 de la tarde. Ahí en la puerta, me planteaba la hipótesis de la posibilidad de que los 5 misioneros de la Consolata hayan entrado a la misma ciudad en la misma fecha y en la misma hora hacía 60 años.
No sabemos mucho de lo que ellos sentían y de lo que pensaban en este momento cuando entraron a Colombia. Pero si sabemos que sus sueños y sus propósitos eran tan fuertes y muy fundamentados en la fe que gracias a ellos todos nosotros estamos aquí continuando con la misión que se comenzó en aquel día de nuestra señora de Guadalupe.
El obispo, nuestro anfitrión, nos acogió en una forma tan especial que nos hizo sentir participes del amor con el que llegaron los cinco primeros consoladores a la tierra colombiana. Lo primero que hicimos era hacer un brindis. Él mismo propuso el primero en honor de este aniversario. El segundo y él último brindis fue en honor del P. Rino quien cumplía los 30 años de sacerdocio.
Siguió el momento que a mí me encanta más, el de la mesa. Aquí compartimos una comida fraternal y junto con ella también algunas anécdotas tanto sobre la misión como sobre la política, la historia de Guadalupe, de Buenaventura y su situación social...
A las tres de la tarde se presentó el equipo que nos iba a acompañar para conocer la ciudad. Éste fue conformado por un seminarista, un miembro de la policía de turismo de Buenaventura y el conductor del bus que nos iba a llevar junto con su asistente. Arrancamos a dar el paseo por la ciudad. La primera parada era en el puerto, un lugar emocionante especialmente cuando la marea ha subido hasta su punto máximo como en aquel momento. Seguimos a visitar la catedral dedicada a san Buenaventura, el patrono de esta ciudad. La próxima parada era en una capilla sencilla, dedicada a la virgen María bajo cuyo titulo no me acuerdo.
Finalmente fuimos a la Capilla de Guadalupe ubicados en la zona mas extrema de la ciudad, un lugar que me hizo sentir como si estuviera en Caracolí de nuevo. Asistimos en la celebración eucarística presidida por el Obispo. Hubo unos cuantos jóvenes que se confirmaron en este bello atardecer. En las paredes de esta capilla, había carteleras muy bien elaborados con grandes letreros que felicitaban a los misioneros de la Consolata por su presencia aquí en Colombia desde el año 1947.
Después de la misa, nos sirvieron una comida típica, muy sabrosa que consistía de camarones frescas preparadas con hierbas y limón, una delicia incomparable! El monseñor vino esta noche a despedirse ya que le tocaba otro compromiso en la madrugada del día siguiente. En este momento, reiteró su deseo de tener la presencia de los misioneros de la Consolata trabajando en su diócesis.
Así fue nuestra experiencia en el sexagésimo cumpleaños de la Consolata en Colombia".