Si nosotros, Misioneros de la Consolata, llamados para "estar con Jesús" (ser santos) y "ser enviados" (misioneros) (cfr. Mc 3,13), como María, a compartir la "verdadera Consolación: Cristo Salvador" (Const. IMC, 11), fuéramos capaces de volver a las fuentes del Movimiento cristiano y recuperar el dinamismo de la Palabra en las primeras comunidades, entonces la Palabra de Dios, la Biblia, volvería a ser fuente de mística y espiritualidad, generadora de consolación y esperanza para las personas y las multitudes cansadas y abatidas; de resistencia y liberación para las mayorías discriminadas y excluidas del banquete de la vida, e inclusive para la creación en general que gime, en muchas partes del planeta, agonizante, víctima de la violenta explotación al servicio del incontrolado progreso económico. En otras palabras, viviríamos animados por una espiritualidad de consolación-liberación.
ESPIRITUALIDAD MISIONERA DE CONSOLACIÓN- LIBERACIÓN
Una espiritualidad misionera de consolación-liberación se enraíza en la vida de Jesús, su mensaje y su práctica. En ella, mística, espiritualidad y misión aparecen íntimamente integradas y profundamente implicadas e inter-dependientes.
Para descubrirla y asumirla debemos entrar, guiados por el Paráclito, El otro Consolador (cf. Jn 14, 15-18), en la escuela del maestro compasivo y misionero, enviado del Padre (cf. Jo 20, 21), aprender de sus mística contemplativa de la realidad, de su espiritualidad compasiva y de su práctica misericordiosa, liberadora y restauradora de la vida.
Para participar de las enseñanzas de ese Maestro debemos tomar y abrir la Biblia, leerla y reflexionarla, orarla y asimilarla para que se vuelva fuente de energía y consolación al servicio de la vida y de la misión. Intentémoslo guiados por el siguiente método:
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