Aún así, no podemos olvidarnos que nuestros cálculos matemáticos humanos, no son los mismos que los cálculos del evangelio:
Lo que damos de corazón, Dios nos lo pagará 100 veces más
Nuestros límites no son los de Dios, que nos dice “vayan hasta el último rincón de este mundo”
Cuando estamos agotados, Él nos dice, vengan a mí… y las energías se multiplican.
Pese a todo esto, los Misioneros de la Consolata, no bajamos los brazos y queremos seguir llevando el Evangelio más allá de las fronteras.
La apertura en México de una nueva presencia del Instituto, es una expresión concreta de madurez en el camino de nuestra continentalidad, donde misioneros y laicos de algunas Circunscripciones del Continente de América, compartirán con la Iglesia de México, nuestro carisma ad gentes.
Hoy 30 de noviembre en la Parroquia de la Consolata en Buenos Aires, el P. Jairo Calderón, superior regional, le ha dado el envío misionero al P. Abishu Morke, etíope.
En su homilía ha resaltado la figura de San Pablo que globalizó al cristianismo, como un desafío para nuestro ser misionero y el cómo evangelizar. Entre otras cosas aludía: “No se da testimonio sin testigos, como no existe misión sin misioneros”. La misión necesita obreros, la misión se hace sobre todo con hombre y mujeres consagrados de por vida a la obra de la evangelización, dispuesto a ir a todo el mundo para llevar la salvación.
Refiriéndose al P. Abishu, le decía: Sea testigo fiel de Jesús el Salvador de todos los hombres. De testimonio de amor hacia los más pobres, los enfermos, los excluidos, los que tienen sed de Dios y hambre de pan. Tenga la mirada fija en el Cristo del viernes santo y el del Domingo de Pascua: él nunca se negó a servir, a donarse y responder a la voz clamorosa de los pobres y sencillos, a compartir con ellos sus dolores y angustias, sus gozos y esperanzas. Sea tu servicio, una proclamación silenciosa, pero fuerte y eficaz de la Buena Nueva. En nombre de la Iglesia recibes el Cristo: camino, verdad y vida. El sea en tus manos y aún más en tu corazón el tesoro más preciso; anúncialo con tu vida para que el mundo crea que Dios Padre de todos, a todos nos ama en Jesucristo nuestro Salvador.
Concluía diciendo que, el Espíritu Santo, cuya acción salvadora no se detiene, iluminó a los Misioneros de la Consolata, para llevar la consolación de Jesús a México, y realizar así, el encuentro de María de Guadalupe, que lleva en su vientre virginal el Consuelo de la humanidad, Jesucristo, con María Consolata, que ofrece a su Hijo, Jesucristo, Consuelo de los Pueblos en camino.