Pero para nosotros en este momento antes de hablar sobre la inculturación del Carisma IMC, debemos acercarnos um poco sobre la cultura en si. Ella es la forma específica en que se expresa la naturaleza humana, es el campo en donde el hombre se mueve para llegar conscientemente a su destino.
Toda cultura tiene fronteras verticales y horizontales definidas por el espacio y el tiempo. Por eso cada cultura tiene sus valores que no pueden ser absolutizados, pues todos los valores son relativos. De modo igual cada ser humano y cada cultura es un centro de la realidad y tiene valor en sí, es único e irrepetible. Por ello las culturas son mutuamente inconmensurables.
Ahora bien, cuando hablamos del Carisma, tenemos que estar de acuerdo de que, es un don gratuito de Dios. Por tanto nace desde la relación entre el Padre y el Hijo. En pocas palabras quiere decir que el Carisma es el fruto del amor entre Dios Padre y Jesús Cristo. Por ello, el Carisma se da en todos los corazones, en todas las culturas y inclusive en todas las religiones a través del Espíritu Santo que se difunde en todos los hombres y mujeres. El Carisma no tiene ninguna cultura preferencial (Brasileira, Etíope, Italiana, Colombiana, Kenyana. etc). Sin embargo, El Carisma puede usar una cultura determinada como un vehículo para ser transportado al encuentro del mismo Carisma en otras culturas.
La cultura también es un hecho religioso (ofrece metas, visiones últimas) y el Carisma es un don gratuito de Dios. Por tanto la cultura ofrece al Carisma su lenguaje y el Carisma le presta su contenido último.
Finalizando, la inculturación del Carisma solo puede suceder cuando los misioneros consiguen insertarse en la cultura local. “Los misioneros, provenientes de otras Iglesias y países, deben insertarse en el mundo sociocultural de aquellos a quienes son enviados, superando los condicionamientos del propio ambiente de origen. Así, deben aprender la lengua de la región donde trabajan, conocer las expresiones más significativas de aquella cultura, descubriendo sus valores por experiencia directa. Solamente con este conocimiento los misioneros podrán llevar a los pueblos de manera creíble y fructífera el conocimiento del misterio escondido (cf. Rom 16, 25-27; Ef 3, 5). Para ellos no se trata ciertamente de renegar a la propia identidad cultural, sino de comprender, apreciar, promover y evangelizar la del ambiente donde actúan y, por consiguiente, estar en condiciones de comunicar realmente con él, asumiendo un estilo de vida que sea signo de testimonio evangélico y de solidaridad con la gente”. (RM. No. 53)
Un Abrazo para todos
P. Tamrat Markos Mitore IMC
Centro Missionário José Allamano
São Paulo-Brasil