Estas tierra de Oscar Romero y otros miles de mártires recibió a los veintiún participantes de la familia Consolata que se sumó a los cuarenta y un etnias indígenas del largo y ancho de Abya Yala, que se reunieron a compartir su preocupación y buscar juntos soluciones a la problemática de la emigración que acosa a los pueblos originarios y pone de relieve ciertos desafíos. En cita en El Salvador, vinimos todos con un mensaje de esperanza, afirmando que las leyes de los pueblos ancestrales están orientadas a promover el buen vivir, es decir, a construir el Reino de Dios, y en la sabiduría de nuestros antepasados está la solución a estos problemas.
Los indígenas de las comunidades indígenas con las cuales compartimos vida y experiencia de fe desde el carisma de consolación, nos han expresado su agradecimiento muy particular, enfatizando que nuestra presencia y acompañamiento ha sido una importante fuente de fuerza en sus luchas.
A esta tierra de los mártires, al “pulgarcito de América”, caracterizado por la sencillez y apertura de corazón, llegamos dos Misioneras de la Consolata, nueve Misioneros de la Consolata y diez agentes pastorales indígenas de tres circunscripciones – Amazonía, Colombia y Venezuela – y nuestra familia depositó voto afirmativo y puso su sello al proyecto que construye la Teología India, comprometiéndose, con todos los pueblos indígenas a no ser indiferente al fenómeno de la migración que, cada vez se hace más agudo. Nosotros también, junto a los pueblos que acompañamos, “somos pueblos vivos que cantan y bailan con el Dios de la vida, compartiendo el pan y el amor con el forastero y migrante…” Por lo tanto urge fortalecer nuestra pastoral de acompañamiento de los indígenas emigrantes.
Nos Impresionó…
Nos impactó el espíritu de familia que impregnó el ambiente, palpado en la acogida en el lugar del evento y en las familias que hospedaron a los más de doscientos participantes.
El tema del encuentro, “Migración/Desplazamiento Humano: Desafío y Esperanza para los Pueblos Indígenas”, es muy relevante ya que se experimentan en las comunidades donde trabajamos los efectos de este fenómeno. La metodología empleada – de mirar el fenómeno del desplazamiento desde nuestras realidades como primer paso; apelar a la sabiduría de la mitología indígena como fuente de iluminación como segundo paso; para hacer el paso de compromisos regionales y continental - ha sido bastante fácil y ha facilitado el trabajo del encuentro.
Vivimos unos momentos rituales muy renovadores que nos ha dado las fuerzas para retomar el camino que hemos emprendido, y a seguir redescubriendo los valores de las culturas indígenas. Este evento ha sido un verdadero ENCUENTRO: a) Con Dios, a través de la espiritualidad indígena; b) con nuestras hermanas y hermanos de la familia Consolata; c) con las culturas indígenas de Abya Yala.
Afirmamos que este encuentro nos ha abierto el horizonte… Nos hemos dado cuenta del movimiento que ocurre en cada país aquí en América. Trabajamos en las mismas condiciones, y al compartir nuestras experiencias nos sentimos fortalecidos. Hemos escuchado testimonios profundos y visto un auténtico liderazgo de los pueblos indígenas. No hay duda que la lucha de los pueblos indígenas está viva. A nosotros como misioneros este nos da fuerza.
La dimensión ecuménica del encuentro ha sido un toque muy particular y cuestiona bastante nuestra postura, ya que a veces parece que dividimos a las comunidades indígenas por cuestiones de fe. Esta experiencia ecuménica nos ayuda a leer con nuevos ojos nuestra presencia entre los indígenas.
Gracias Pulgarcito de América, Gracias Pueblos d Abya Yala
Regresamos a nuestras circunscripciones más convencidos que nunca que si vale la pena nuestra opción por los indígenas. Habiendo bebido de las fuentes, y enriquecidos desde los cofres de los pueblos de Abya Yala, tomamos el camino de retorno con más vigor.
A la parroquia San José de Berlín, a sus pastores Padre Cándido y Padre Jacobito, a sus incansable servidores, Lourdes, Mercedes Mariam, y otros miles, mil gracias. A los numerosos sacerdotes, seminaristas y cristianos de la diócesis de Santiago de María, mil gracias. A los habitantes de esta hermosa ciudad de Berlín, que nos acogieron en sus casas, y compartieron con nosotros las tortillas y los fríjoles, mil gracias.
No hay mejor manera de terminar esta relación que recordar las palabras del indígena Napo Yanomami al hablar de su impresión sobre el encuentro: “Eu sou pajé da minha comunidade. O encontro com outros lideres vai me ajudar trabalhar melhor na minha comunidade.”