Venezuela vive una situación dramática. El pueblo enfrenta escasez de comida, medicinas, servicios básicos como hospitales, escuelas, agua, electricidad, transporte, etc. Ante esta crisis, los 31 misioneros de la Consolata participantes de la Asamblea Post-Capitular del Continente América, reunidos en Bogotá, Colombia, del 5 al 10 de marzo, divulgaron una carta de solidaridad y apoyo a los misioneros y comunidades de aquel país.
“Más allá de toda situación política, nos duele el presente de Venezuela. La falta de comida, de servicios básicos de salud, los niños muchas veces impedidos de asistir a la escuela, las familias desmembradas por el desplazamiento forzado en busca de seguridad y protección en tierras extranjeras, los pueblos originarios, y los afrodescendientes desposeídos de sus territorios y cultura”, dice un fragmento del mensaje divulgado este sábado, 10 de marzo, en Bogotá. Lea abajo la versión íntegra de la Carta.
Mensaje Solidario a los
misioneros y comunidades de Venezuela
Nosotros, los Misioneros de la Consolata reunidos en Bogotá, Colombia, para la Asamblea Post-Capitular del Continente América, conmovidos por la realidad que está viviendo el pueblo venezolano, deseamos expresar nuestra solidaridad y apoyo.
Más allá de toda situación política, nos duele el presente de Venezuela. La falta de comida, de servicios básicos de salud, los niños muchas veces impedidos de asistir a la escuela, las familias desmembradas por el desplazamiento forzado en busca de seguridad y protección en tierras extranjeras, los pueblos originarios, y los afrodescendientes desposeídos de sus territorios y cultura. Todas estas situaciones están rompiendo trágicamente el tejido de cuidado que sostiene a un pueblo.
En estos momentos angustiosos las personas pueden preguntarse ¿Dónde está Dios? Sea la presencia de los Misioneros de la Consolata, bálsamo y reflejo del amor del Padre misericordioso. Dios siempre acompaña a quien está en el camino. Como Iglesia, queremos decirles que no están solos, sino que están con Dios y la dulce vigía de Nuestra Señora de Coromoto.
Jesús siempre se identifica con el desplazado, porque vivió esa situación en su propia carne. Él nos anima a mantener la fe y la esperanza en un futuro mejor sabiendo que entre más oscura la noche, más cerca está la luz de un nuevo día que amanece.
Comprometemos nuestro corazón, mente y manos en la misión hacia los más vulnerables y pedimos a nuestra madre santísima, la Virgen Consolata, que de Consuelo para este presente doloroso y a nuestros protectores, el Beato José Allamano y San Oscar Romero, que infundan ánimo para soñar un porvenir donde la fraternidad y el cuidado sean signos de convivencia ciudadana.
Los participantes de la Asamblea
Bogotá, 10 de marzo 2018