Una Primera Aproximación a la V Conferencia General del CELAM

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Introduccion

Participar en la V Conferencia del episcopado Latinoamericano y del Caribe resultó para mi una experiencia de autentica comunión eclesial. Primero la presencia colegial de hermanos Obispos de todo el Continente presididos por el mismo Vicario de Jesucristo SS. Benedicto XVI, presencia que significaría la unidad dentro de la más variada diversidad. Segundo, la preocupación común por el presente y el futuro del pueblo de Dios encomendado a nuestro cuidado pastoral, Tercero, el deseo y el compromiso de interpretar fielmente la voluntad de Dios manifestada en los signos de los tiempos. Cuarto, la presencia del laico, hombres y mujeres de garantizado testimonio cristiano, muchos de ellos, expertos en ciencias humanas y aún en disciplinas religiosas.

Igualmente, la presencia de la vida consag4rada y contemplativa como también el compartir ecuménico e interreligioso con invitados especiales. Todo ello, en ambiente de oración, reflexión y fraternidad, bajo la animación del Espíritu Santo cuyo Pentecostés allí mismo celebramos solemnemente: bajo la mirada y protección maternal de la Virgen María en su advocación de Aparecida, patrona del pueblo Brasileño y en su casa el santuario de Aparecida en donde diariamente nos reuníamos APRA celebrar la eucaristía.


El peregrino humilde, pobre en su mayoría, sencillo en su religiosidad era para nosotros el escenario permanente que enmarcaba nuestra diaria reflexión.

No puedo más que agradecer al Señor esta oportunidad inolvidable que gratuitamente me ha ofrecido en la plenitud de mi ministerio episcopal

Continuidad y renovación, los grandes criterios oeprativos

Ya había participado directamente en la preparación de la IV Conferencia de Santo Domingo. Conocía, un poco por los menos los difíciles mecanismos, las tensiones que se tenían que enfrentar, los filtros que debía pasar, las herramientas y subsidios que se debían elaborar para llegar finalmente a definir la metodología y el contenido como sus respectivos ejes temáticos. Santo Domingo fue muy singular en este sentido, Lo nuevo que he aprendido a través de la participación plena en Aparecida es que estas Conferencias episcopales sin verdaderamente acontecimientos de Redención de los cuales el Señor se vale para hacernos conocer su voluntad.

El discurso de inauguración de SS Benedicto XVI definió de una vez por todas, el nexo de la V Conferencia con los anteriores. Decía: “Esta V Conferencia se celebra en continuidad con las otras cuatro que precedieron en Río de Janeiro, Medellín, Puebla y Santo Domingo. Con el mismo Espíritu que los animó, los pastores quieren dar ahora un nuevo impulso a la evangelización, a fin de que estos pueblos sigan creciendo y madurando en su fe para ser la luz del mundo y testigos de Jesucristo con la propia vida”.

Continuidad, por lo tanto en las opciones pastorales que reafirmamos en esta Conferencia.

Continuidad en el espíritu y en el horizonte.

Continuidad aún en el método, muy latinoamericano de los signos de los tiempos y que va constituyéndose en el aporte de nuestro pueblo, de nuestra Iglesia Latinoamericana a la iglesia universal, conjuntamente con otras categorías teológico- pastorales muy nuestras. Permítanme, sin ninguna presunción transcribir un modo que presenté a la Asamblea y que me pareció importante para precisar mejor el significado de “los signos de los tiempos”. “Iluminados por el Santo Espíritu queremos aproximarnos en la fe a nuestra realidad Latinoamericana actual. Queremos estar atentos a los signos de los tiempos entendidos como los grandes acontecimientos del hoy en América Latina y del mundo.

En ellos descubrimos tanto las aspiraciones más profundas de nuestros pueblos como también los signos de muerte más aterradores que manifiestan el pecado personal y social en injustas estructuras. Sabemos que Dios se sirve de estos acontecimientos humanos para desarrollar la disponibilidad de todos a la vida divina. Es precisamente en nuestra historia donde se realiza el designio divino de salvación. Por esta razón afirmamos que se trata de fenómenos humanos con capacidad de acoger el Evangelio. Es nuestro deber contemplar la realidad en la fe para descubrir en ella los signos de la presencia de Dios y obrar en consecuencia”.

Es muy interesante dentro de este orden de ideas revisar las coincidencias Iglesia-mundo de las cuatro últimas Conferencias para concluir que el tema interesa no únicamente a la iglesia en su interior sino también a la sociedad, a todas a las personas de buena voluntad, con as respectivas instituciones públicas o privadas. Repasaremos “a vuelo de pájaro”.

Medellín 1968, un año muy especial de “revolución cultural”. Un momento específico de conmoción ideológica -* antropológica – política. De ansias de libertad y liberación en toda América Latina. Un momento crítico que coincide con la realización del Concilio Vaticano II y su necesaria aplicación en el Continente.

Puebla 1979 coincide con la cola de la confrontación política e ideológica de los modelos que han buscado imponerse en América Latina y en el mundo. La iglesia Latinoamericana y de El Caribe se encuentra más serena. No tiene todavía muy clara su dimensión e incidencia en el mundo como “sujeto político”. Paulo VI acaba de dejarnos un excelente documento “Evangeli Numtiandi” que hasta ahora empezamos a socializar. El Santo Padre Juan Pablo II inicia con fuerza su pontificado. La Iglesia de nuestro continente es convocada a recapitular su historia, su cultura, su destino en unos rostros sufrientes que identifican al pueblo de Dios.

Santo Domingo 1992 se realiza en momentos en donde parece cerrarse definitivamente una etapa de nuestra historia, con unas ideologías y unos modelos políticos cada vez más anacrónicos pero sin todavía alcanzar a vislumbrar en el horizonte otro panorama suficientemente claro y concreto. No teníamos a la vista documentos eclesiales fuertes que pudieran orientar el desarrollo de la Conferencia.

Aparecida 2007 se realiza en un verdadero cambio de época que toda un elemento muy nuestro, la cultura. Nos encontramos, por otra parte en el pleno proceso de globalización con su acento económico tan perverso. Las técnicas de información y comunicación (TIC) se disparan y no hay tiempo sino para pensar en su aplicabilidad “técnica”.

Cero ética, cero trascendencia, cero filosofía, ideologías y antropologías. Grandes interrogantes en temas espinosos. Se están definiendo los grandes paradigmas del futuro, los nuevos ordenes sociales, culturales, económicos y religiosos. Se están repartiendo nuevas cartas. O jugamos en la mesa principal o nos quedamos en “la pieza del lado”, en mesas de consolación. Se trata de la otra cara de la moneda. “Después de Santo Domingo muchas cosas han cambiado en la sociedad. La Iglesia que participa de los gozos y esperanzas de las penas y alegrías de sus hijos, quiere caminar a su lado en este periodo de tantos desafíos para infundirles siempre esperanza y consuelo” (S.S. Benedicto XVI Discurso de inauguración de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y de El Caribe).

El hoy de nuestros pueblos

En Aparecida no hubo documento de consulta ni documento de trabajo como en Santo Domingo. Se quería la máxima libertad para elaborar el esquema e ir armando el Documento. De esta manera se evitaban posibles manipulaciones. Solamente un documento de participación que recibió los aportes de las diferentes iglesias del Continente y del Caribe.

De allí salió el Documento de síntesis que conjuntamente con el Discurso inaugural del Santo Padre y otros documentos recientes del magisterio pontificio como también las Conferencias anteriores se constituyeron en nuestros referentes más importante. El método de los signos de los tiempos fue rápidamente seleccionado como también la necesidad de producir un documento ágil pero serio y un mensaje para el final de la Conferencia. La dinámica no era tan sencilla. Comisiones y subcomisiones para los grandes temas; trabajo en grupos y en reja, elaboración de un primer documento. Trabajo similar para la elaboración de un segundo documento, presentación de modos más concretos, elaboración de un tercer documento, modos y “placet juxta modun” y elaboración y aprobación del Documento final. No siempre encuentra uno mucha coherencia entre una y otra parte pero al fina se nota la fuerza del Espíritu que hace posible el consenso casi unánime y el compromiso con Jesucristo “En tu nombre echamos las redes”.

Alguno debe hacer un trabajo comparativo entre las diferentes redacciones para anotar y detectar y detectar el movimiento ascendente y los consensos en los grandes puntos. Al final, el documento se construyó en tres partes cada una con sus respectivos capítulos. El Documento conclusivo de Aparecida está pendiente de la aprobación del Santo Padre. No creo que esto esa un inconveniente. Más bien después de su discurso de apertura, nos quedamos coros para abarcar todo su pensamiento.

Una aproximación a la realidad con ojos de pastor

Nuestra mirada al hoy de América Latina y de El Caribe es mirada de pastores o mejor de discípulos, misioneros. Somos concientes de la ambivalencia de los fenómenos que analizamos.

Allí tenemos que descubrir los signos de muerte que necesariamente debemos denunciar en un juicio profético pero también vamos descubriendo los signos de vida y en un juicio evangélico detectar allí las semillas del verbo.

Realizamos esta aproximación a la realidad en tres grandes dimensiones: la socio-cultural, la socio – económica y la socio – política, para luego interpelarnos como Iglesia y mirarnos hacia adentro.

Nos encontramos como decíamos anteriormente en un cambio de época con alcance global. La historia se ha acelerado y los cambios llegan hasta la vida misma, es la época de los “bios” bioética, bioenergética, biodiversidad, etc., la época del relativismo y de la subjetividad, de la radical transformación del tiempo y del espacio, de la imaginación. Un tiempo que se fija en el presente preferentemente o con frecuencia únicamente, una cultura sin compromiso mayor, hibrida y compleja, dinámica y cambiante sin mayor referencia a los valores e instancias religiosas.

En el aspecto económico nuestra mirada se dirigió especialmente al fenómeno de la globalización que preferencia esta dimensión económica y financiera sobre todos los temas. Siguiendo al Santo Padre explicitamos sus aspectos positivos pero al mismo tiempo resaltamos la tendencia que privilegia el lucro siguiendo una dinámica de concentración de poder y riquezas y creando al mismo tiempo nuevas y vergonzosas formas de pobreza como son el empobrecimiento y la exclusión. Debido a ello la desigualdad lamentablemente ha aumentado en nuestro continente. Ella se manifiesta en el desempleo, en el empleo informal, en el desplazamiento, en la precariedad de la vida campesina, en la falta de oportunidades laborares para los jóvenes en violencia social e intrafamiliar. No le queremos colocar todos los aspectos negativos a la globalización pero en el fondo lo que aparece es un modelo dominante no solo cuestionable sino rechazable manifiestamente.

En la dimensión socio política apareció fuertemente el fenómeno de la corrupción, como también la preocupación, como ya lo decía el Santo Padre, por la aparición de formas de gobierno “autoritarios o sujetos a ciertas ideologías que se creían superadas y que no corresponden con la visión cristiana del hombre y de la sociedad como nos lo enseña la DSI”.

Unos numerales muy importantes para el problema de la amazonía, del cual son concientes los Obispos del Brasil cuya insistencia en colocar explícitamente estos aspectos dio resultado en la asamblea.

Otros numerales se refieren a la presencia de los pueblos indígenas y afrodescendientes con los obispos de México como grandes defensores de dichos pueblos y muy comprometidos. Igualmente los Episcopados Centroamericanos y de el Caribe, en el caso de las negritudes. Se trato del fenómeno del calentamiento global y se recordaron las palabras de S.S. Juan Pablo II en la Zona Austral de Chile: “Hago un llamado a todos los responsables de nuestro planeta para proteger y conservar la naturaleza creada por Dios: no permitamos que nuestro mundo sea una tierra cada vez más degradada y degradante”. Hace 20 años en 1987 pronunció estas palabras el Santo Padre.

Para terminar este análisis de realidad miramos hacia adentro nuestra iglesia en América Latina y el Caribe.

No podemos negar, como argumento de fondo, que “se percibe cierto debilitamiento de la vida cristiana en el conjunto de la sociedad y de la propia pertenencia a la iglesia católica”. Estas son palabras del mismo Benedicto XVI. Su análisis fue sincero y abierto. No hemos podido llevar a nuestro pueblo esa evangelización que proclamaba Juan Pablo II nueva en su ardor, nueva en su expresión, nueva en sus métodos.

Esto afecta todas las dimensiones de la pastoral y todos los sujetos de la misma. No negamos la abnegada entrega de muchos aún hasta el martirio. No negamos los esfuerzos que se hacen en los países y en las iglesias Particulares para llevar a todos el mensaje de salvación y de amor. No negamos los procesos pastorales serios que se llevan a cabo en tantas parroquias y dióce4sis, sin embargo, en este mundo de hoy no podemos dormirnos sobre nuestros laureles. Tenemos que entrar en un verdadero proceso de renovación que parte de las personas y llegue a las estructuras pastorales.

El discipulo misionero en el hoy de america latina y de el caribe

La segunda parte enfrenta todo el núcleo o la novedad de la V Conferencia: discípulos y misioneros. Vocación y misión: dos caras de la misma medalla. ¿Qué significa ser discípulo de Jesucristo hoy en América latina y del Caribe? ¿Cómo ser discípulo y misionero?

El enfoque de este capitulo inicialmente nos pareció a algunos como muy optimista, fuera de la realidad que se había analizado, cuyas sombras eran nuestra gran preocupación. Sin embargo, con el correr de los días fuimos aceptándolo en cuanto su enfoque parte de un acto de fe en Jesucristo Hijo del Padre, puerta de entrada a la vida, el gran evangelizador, el Evangelio de Dios. Es alegría lo que nos hace falta, es optimismo, es convicción y conversión. Nos dejamos envolatar por un concepto errado de realidad cuando hemos podido preguntarnos como nos lo dice SS Benedicto XVI ¿Qué es lo real? ¿Son realidad solo los bienes materiales, los problemas sociales, económicos y políticos?. Aquí está precisamente el error de las tendencias dominantes en el último siglo, error destructivo, como demuestran los resultados de los sistemas marxistas e incluso de los capitalistas. Falsifican el concepto de realidad con la amputación de la realidad fundante y por esto, decisiva, que es Dios. Quien excluye a Dios de su horizonte falsifica el concepto de “realidad” y en consecuencia, solo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas… “Solo quien reconoce a Dios, conoce la realidad y puede responder a ella de modo adecuado y realmente humano, la verdad de esta tesis resulta evidente ante el fracaso de todos los sistemas que ponen a Dios entre paréntesis”. (Discurso de apertura).

En esta perspectiva podemos anunciar la buena nueva de la dignidad humana, de la vida, de la familia, de la actividad humana, de la misma ciencia y de la tecnología, sin ofender ni pasar por alto los rostros sufrientes que podían perfectamente amargar nuestro mensaje de esperanza y de amor.

Somos enviados a anunciar el Evangelio del Reino de Dios. Estamos llamados a vivir en comunión con Jesús, en el Padre y en el Espíritu Santo, comunión Trinitaria. Espiritualidad de Comunión que necesariamente forma comunidad de amor. Esa deber ser la Iglesia con sus diferentes estructuras, la Diócesis como lugar privilegiado de comunión, la parroquia comunión de comunidades, las pequeñas comunidades y comunidades eclesiales de base, la familia y otras estructuras como las Conferencias Episcopales, etc., cada una de ellas con sus respectivos agentes cuyo perfil en el hoy de América Latina y del Caribe lo traza el mismo documento de Aparecida, una Iglesia toda ella ministerial y carismática. No caímos en la trampa de ponernos a la defensiva. Asumimos con fe y fortaleza tantas realidades positivas de la Iglesia que siempre se habían mirado sospechosamente. Tampoco quisimos revivir la apologética aunque no faltaron propuestas en este sentido. Asumimos igualmente el diálogo ecuménico e interreligioso. Asumimos la necesidad de formación seria y actualizada de los discípulos y misioneros con criterios definidos como el de la integralidad, la globalidad, la progresividad, la praxis o experiencia religiosa, vivencial y comunitaria, bíblica y doctrinal, entre otros.

Discipulos y misioneros al servicio de nuestro pueblo latinoamericano y del caribe

La tercera parte se refiere al quehacer misionero de todo discípulo. Servidor en Cristo al servicio de una vida plena para todos al estilo de Jesús que comunica vida abundante. Servidores del Proyecto de Jesús que comunica vida abundante. Servidores del proyecto de Jesús: instaurar el Reino de Dios, oferta de una vida plena. A veces ocultamos ese mensaje y su transparencia con muchas normas y orientaciones que colocan más atención en la iglesia pero alejan un poco o al menos ocultan el Reino de Dios. Prácticamente podemos cometer el error de identificar Iglesia y Reino.

Este es un capitulo de conversiones y de compromisos consecuentes; conversiones que se expresan en “pasar de… a…”. Así los planteamos en nuestro Proceso Diocesano de Renovación // nueva evangelización. Pasar de una pastoral de simple conservación a una pastoral decididamente misionera. Pasar de una pastoral de administración de sacramentos a una pastoral auténticamente evangelizadora. Pasar de una pastoral alejada de la realidad a una pastoral de los signos de los tiempos. Pasar de una espiritualidad individualista a una espiritualidad de comunión dentro de una eclesiología de comunión.

Ser discípulos y misioneros de Jesucristo para que nuestro pueblos tengan en él vida abundante nos lleva a asumir evangélicamente y desde la perspectiva del Reino las tareas prioritarias que contribuyen a la dignificación de todo ser humano y a trabajar junto con los demás ciudadanos e instituciones en el bien de este ser humano. Retoma aquí el documento todo el análisis de la realidad para asumir como compromiso eclesial la promoción y defensa de la dignidad de la persona humana fundamentada en una antropología cristiana consistente. Asume nuevamente la opción preferencial por los pobres como implícita en la misma fe cristológica. Jesucristo es el rostro humano de Dios y el rostro divino del hombre.

Somos abogados de la justicia como decía SS Juan Pablo II y defensores de los pobres. Esto nos lleva a incidir directamente en los constructores de la sociedad y políticas públicas que deben constituir centro especial de nuestra formación y acompañamiento. Yo pensé que la pastoral social iba a estar de capa caída en esta Conferencia. Sin embargo, se llevó numerales muy importantes tanto por el reconocimiento del trabajo en pastoral social en nuestro continente como por la exhortación y voz de ánimo a seguir adelante fortaleciendo una pastoral social estructurada, orgánica e integral que llegue efectivamente a todos los rostros sufrientes los de siempre y los nuevos como inmigrantes, desplazados, los adictos dependientes, los presos.

Hay necesidad de globalizar la solidaridad para ello los laicos y laicas deben comprometerse en su tarea de construcción de la sociedad de acuerdo con los principios evangélicos y las exigencias de la justicia. No alcanzamos a rechazar abiertamente el modelo dominante con su ideología subyacente, es cierto, pero fuimos claros en la necesidad de buscar modelos alternativos válidos que lleven a nuevos órdenes sociales, económicos, políticos a nivel global.

Marcan especial atención al capítulo sobre familia y vida, no solo por el tratamiento que se da a estas prioridades y los sujetos que describe (niños, jóvenes, mujer, varón) sino también por las propuestas y compromisos concretos que constituyen en realidad un plan continental cuyos programas deben llegar hasta las mismas parroquias de una Diócesis. No hay cambios en la posición de Iglesia en relación con el respeto a la vida desde sus comienzos hasta el final.

Igual podríamos decir sobre la cultura y la educación. La iglesia debe ser constructora de cultura y por tanto debe participar en los nuevos areópagos y ámbitos de decisión dentro del puesto que le corresponde.

Crear centros de fe y cultura, experiencias que se realizan en Colombia, se animan y apoyan desde la V Conferencia. La evangelización de la política es labor del laico preparado socialmente a quien tenemos que acompañar desde la Iglesia. Desde allí podemos colaborar en la integración de América Latina, con la consolidación de nuestras frágiles democracias, en la reivindicación de la política desde la integr4idad moral de las mismas políticas y la búsqueda del bien común.

Concluyendo

La V Conferencia propone a la iglesia entrar en estado de misión permanente, una misión continental de largo aliento, cuya responsabilidad se centre en las mismas iglesias particulares. El CELAM colaborará con subsidios y demás herramientas especialmente de formación que requieran en cada Conferencia Episcopal Nacional. Podría ser esta misión continental uno de los aspectos para evaluar la VI Conferencia.

Escribo estas líneas solo a cuatro días de haber llegado de Brasil, razón suficiente para esperar algo de benevolencia de los lectores. América Latina y el Caribe no solo continente de la esperanza sino también de la fe y del amor.

Nuestro mensaje se resume así: (Cfr. Mensaje final)

Esperamos:

o Ser una iglesia viva, fiel y creíble que se alimenta en la Palabra de Dios y en la Eucaristía.

o Vivir nuestro ser cristiano con alegría y convicción comos discípulos-misioneros de Jesucristo.

o Formar comunidades vivas que alimenten la fe e impulsen la acción misionera.

o Valorar las diversas organizaciones eclesiales en espíritu de comunión.

o Promover un laicado maduro, corresponsable con la misión de anunciar y hacer visible el Reino de Dios.

o Impulsar la participación activa de la mujer en la sociedad y en la iglesia.

o Mantener con renovado esfuerzo nuestra opción preferencial y evangélica por los pobres.

o Acompañar a los jóvenes en su formación y búsqueda de identidad, vocación y misión, renovando nuestra opción por ellos.

o Trabajar con todas las personas de buena voluntad en la construcción del Reino.

o Fortalecer con audacia la pastoral de la familia y de la vida.

o Valorar y respetar nuestros pueblos indígenas y afrodescendientes.

o Avanzar en el diálogo ecuménico “para que todos sean uno”, como también en el diálogo interreligioso.

o Hacer de este continente un modelo de reconciliación, de justicia y de paz.

o Cuidar la creación, casa de todos en fidelidad al proyecto de Dios.

o Colaborar en la integración de los pueblos de América Latina y el Caribe.

o ¡Que este Continente de la esperanza también sea el Continente del amor, de la vida y de la paz!


Mons. Jaime Prieto Amaya es obispo diocesis de Barrancabermeja

Ultima modifica il Giovedì, 05 Febbraio 2015 16:55

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