POBRES Y POBREZA EN LA FORMACIÓN MISIONERA

Pubblicato in Missione Oggi
Introducción

Se ha pedido una reflexión sobre cómo usar los bienes materiales durante el currículo formativo del Misionero de la Consolata. Tema actual en este momento histórico que estamos viviendo a nivel de sociedad y a nivel de Instituto. A nivel socio-económico nos encontramos en una sociedad post-moderna donde el consumismo arrasa no sólo las personas sino también las estructuras e vida de la Iglesia. A nivel de Instituto porque hoy nuestras comunidades son internacionales e interculturales con diferencias culturales en la apreciación de pobres y pobreza, de economía y hasta de estratos sociales bien diferenciados.

A pesar de todo esto somos convocados a vivir juntos un proyecto de vida fundamentado en el seguimiento del Señor vivido en la Misión según las intuiciones carismática del Beato José Allamano. Con todo esto debemos llegar a unos mínimos presupuestos para que nuestra vocación sea vivida en la fraternidad.


Hablaré de pobres y pobreza para unir las dos sensibilidades que en este momento existen en el Instituto. Hay misioneros que hablan abiertamente de pobreza como voto que nos lleva a vivir sobriamente ateniéndose a las leyes canónicas que prometimos el día de profesión religiosa y hay otros, que por la experiencia vivida en medio de los pobres, hablan de ellos como orientadores del propio estilo de vida con las consecuentes opciones misioneras que hay que hacer. Por tanto dos enfoques o dos opciones diferentes de vivir y formarse para la Misión: uno, digamos un poco más intimista que no se cuestionará nunca sobre las estructuras y otro, más existencial que orientará la vida y las propia estructuras mirando siempre para los pobres como maestros y guías de la propia misión.

En XI Capítulo General del 2005 habla de la Evangelización con cuatro ámbitos bien definidos: “ad gentes”, lo que no conocen a Cristo, “ad extra” que podríamos traducir para fuera o para la otra orilla, “ad vitam” para siempre y “ad pauperes” o para los pobres.

En 1990 el Departamento de Formación del Instituto publicaba un libro sobre nuestros Seminarios Mayores con el título “Al servicio del Reino”. Este tema aparecerá como punto iluminador de todas nuestras opciones comunitarias y personales. No se puede exigir o ser fieles a unas normas si no se tiene en vista la construcción del Reino que Jesús predicó e instauró. Se es pobre por el Reino y se usan los medios en perspectivas del Reino. Este criterio puede chocar a veces con la mentalidad “economicista” de nuestra sociedad, del “debe y el haber”, del tener y consumir.

El P. José Inverardi presentando el “Directorio para la Administración de los Bienes” escribía: “Este ‘espíritu de pobreza’ lleva al despego, a la sobriedad, al cuidado por las cosas, a la alegría de que falte a veces alguna cosa útil y hasta necesaria. Pero comporta también honestidad, justicia, exactitud en la contabilidad y en todo. Se traduce en compartir al interno del Instituto y en poner al servicio de la evangelización todo aquello que la Providencia nos da a través del sacrificio e la cooperación misionera de los bienhechores. En esto, debemos ser canales y no recipientes”. (Directorio para la administración de los Bienes,pag. 5).

En las próximas páginas quiero presentar las diversas etapas de la formación con algunas reflexiones de la Teología, del Fundador y de nuestros documentos para aterrizar en acciones concretas en cada etapa para formar nuestros jóvenes al amor a los pobres, para ser pobres como ellos y cómo usar los medios materiales no sólo en la formación, sino en el resto de la vida. Divido el trabajo en cuatro partes:

1.El Reino de Dios presentado por Jesús. Etapa del Propedéutico.

2.La Misión de Jesús es nuestra Misión. Etapa de la Filosofía

3.Partir de Jesús y volver a Jesús. Etapa del Noviciado

4.Las primeras comunidades cristianas. Teología y Especialidades.

Las ideas y medios que se indican en cada apartado no son exclusivas de una etapa. Debemos tener presente los criterios de continuidad y gradualidad en el proceso formativo. No podemos exigir lo mismo a un principiante que a un joven que esté terminando la Teología.


1.El Reino de Dios presentado por Jesús. Propedéutico

“Jesús fue caminando de pueblo en pueblo y de aldea en aldea proclamando y anunciando la buena noticia del Reino de Dios” (Lc 8,1). Podemos decir que la causa a la que Jesús dedica todo su tiempo, sus fuerzas y su vida entera es lo que él llama el “Reino de Dios”. Es el núcleo central de su predicación, su convicción más profunda, la pasión que anima toda su actividad. Todo lo que hace y dice está al servicio del Reino de Dios. Es el proyecto que Jesús quiere ver realizado para todos los pueblos.

Jesús no enseña una doctrina para que sus discípulos memoricen nociones y las aprendan bien. Anuncia un acontecimiento para que aquellas gentes lo acojan con gozo y con fe. Se encuentran con un profeta apasionado por una vida más digna para todos, que busca con todas sus fuerzas que Dios sea acogido y que su reino de justicia y misericordia se vaya extendiendo con alegría
Jesús no se dedica tampoco a exponer a aquellos campesinos nuevas normas y leyes morales. Les anuncia una noticia: “Dios ya está aquí buscando una vida más dichosa para todos. Hemos de cambiar nuestra mirada y nuestro corazón”. Hablándoles Jesús cautiva esa gente. Lo que dice es fascinante para esa gente. Es lo mejor que podían oír. ¿Cómo pudo Jesús entusiasmar a aquellas gentes hablándoles del “reino de Dios? Dios era buena noticia.

Creo que este ideal del Reino de Dios si entusiasma coge completamente la vida de las personas. Muchas veces en el Propedéutico insistimos en lo que hay que completar, en lo que les falta a nuestros jóvenes. Parcializamos demasiado su vida. Nos encontramos jóvenes que esperan, que desean escuchar una buena noticia de tal manera que abrace completamente su existencia. Una buena catequesis sobre el Reino que Jesús presenta puede cautivar sus corazones e inundar todas dimensiones de la formación. Los jóvenes cuando entran con nosotros está en una ardiente espera Lógicamente eses Reino va a pedir compartir con los que menos tengan y entre ellos. Los bienes serán un medio y no un fin en su entrega a ese Reino. Desde el principio tienen que captar que el misionero vive y se forma para el Reino de Dios y no para sí mismo. Es bueno en esta etapa y sirve no sólo para la pobreza las parábolas del tesoro escondido y de la perla preciosa (Mt 13,44-46).

La visión del Reino en la formación misionera “compromete a los jóvenes a ser hombres de frontera, capaces de ir “siempre más para allá” y de compartir la suerte de los últimos” (Ratio Formationis n.9)

Algunas ideas que el Instituto heredó del Fundador:

“no somos padrones de lo que tenemos, sino sólo administradores de las cosas de Dios y de los bienhechores”;

“los dineros no nos son dados para estar bien nosotros, sino para que los otros estén bien. Cuando tenemos lo necesario, basta…No decir: hay dinero…; debemos tener dinero para hacer el bien, no para estar bien”;

respetar la justicia y las leyes civiles;

el espíritu de familia y de unidad de cuerpo tan presentes en la pedagogía del Fundador, encuentran aplicación en el principio de la “comunión de bienes”;

la austeridad en el uso de las cosas, en las estructuras donde vivimos.

Algunos medios en este periodo:

Informar e formar para la caja común: mensualmente leer los presupuestos de la comunidad, en la caja común entra todo lo que el joven recibe por trabajo y apostolado, de los amigos, bienhechores y posiblemente de la familia;

Colocar en común el dinero con un cuaderno y que cada uno anote las entradas y salidas que va realizando en el mes;

Al final del mes evaluar este aspecto comunitariamente. Si alguno abusa de esta caja común sea corregido fraternalmente sea por la comunidad como por el formador.

Los jóvenes sean educados no sólo en lo económico mas también en los aspectos cristianos del compartir también con los pobres;

Se eduque a las familias a colaborar con los gastos del hijo durante su formación.

2.La Misión de Jesús es nuestra Misión. Etapa de la Filosofía

Podríamos decir que la etapa de la Filosofía es la etapa del descubrimiento de la Misión como concretización de la pertenencia y donación al Reino de Dios. Una misión como el Fundador la quería y como la vivieron nuestros primeros misioneros. Ante la situación de tantas pobrezas en tiempos de Jesús, El no fue indiferente. Fue dando respuestas concretas a las situaciones concretas que encontraba sobre todo en el pueblo pobre y sufrido de Palestina. Nuestra vocación misionera nos invita a mirar para la realidad en la que nos encontramos. Y hoy tenemos muchos medios que nos hacen vivir en tiempo real lo que pasa en el mundo.

En una sociedad donde hay gente que vive hundida en el hambre o la miseria, sólo hay una disyuntiva: vivir como imbéciles, indiferentes al sufrimiento de los demás, o despertar el corazón y mover las manos para ayudar a los necesitados. Así lo siente Jesús. Los ricos, que viven olvidados de los sufrimientos de los pobres, explotando a los débiles y disfrutando de un bienestar egoísta, son unos insensatos. Su vida es un fracaso. La idea de que un rico pueda “entrar” en el Reino de los cielos no sólo es imposible, sino ridícula. Trabajamos y muchos misioneros, sobre todo jóvenes, proceden de países explotados por las grandes potencias del mundo, por los imperios económicos de caras desconocidas pero con programas bien concretos de explotación y exportación de los bienes de los países pobres.

Esto no puede dejar indiferente la Misión y mucho menos a los misioneros. Hay que tomar partido, hay que vivir en un tono de vida que no nos aleje de los pobres mas que nos inserte en su mundo.

Nadie está llamado a amar la pobreza pero en el seguimiento del Señor en la vocación misionera estamos llamados a amar a los pobres, porque son los preferidos en el Reino. Amar la pobreza es amar los pobres. El camino que inspira la Misión, y por tanto a Dios, pasa a través de la compasión y solidaridad con los más pobres.

Algunas ideas que el Instituto heredó del Fundador:

la Programación del Capitulo de 1987 reserva una atención particular a la pobreza religiosa, como estilo de vida, compartir los bienes, participar en la suerte de los pobres;

tuvo grande eco en la Iglesia y también en el Instituto la frase de Juan XXIII en los tiempos del Concilio Vaticano II: “Ante los pueblos subdesarrollados la Iglesia se presenta como ella es e como quiere ser, como la Iglesia de todos e particularmente la Iglesia de los pobres”.

“se eduque a la capacidad de confrontarse con la realidad con conciencia crítica e de juzgar de modo objetivo personas, situaciones, acontecimientos, con actitud creativa y disponibilidad al cambio” (Ratio n.33);

“Toda la educación que se imparte en esta casa está finalizada a la Misión” (VS 105)

Algunos medios en este periodo:

en las actividades pastorales escoger preferentemente los pobres;

aprender a hacer análisis de la realidad y coyuntura;

en los horarios de la comunidad se dé un tiempo al trabajo manual;

se informe a la comunidad sobre la situación social de los países donde trabajamos;

en cuanto posible se prescinda de personal externo para los trabajos domésticos;

ahorrar es colaborar más y mejor con la misión (pensamiento del Fundador).

3.Partir de Jesús y volver a Jesús. Etapa del Noviciado

Esto es lo primero y lo más decisivo: poner a Jesús en el centro de nuestra vocación. El es lo mejor que tenemos en la Iglesia, lo mejor que podemos ofrecer y comunicar al mundo de hoy.

La etapa del Noviciado se debe caracterizar por un contacto vivo con Cristo: conocerlo y sintonizar vitalmente con él. Cristo no es un conjunto de verdades sino una persona viva a quien entregamos toda nuestra existencia. Y creer en Jesús hecho carne. Jesús no habla de la pobreza en abstracto sino de aquellos pobres con los que él trata mientras recorre las aldeas. Familias que viven malamente, gentes que luchan para no perder sus tierras y su honor, niños amenazados por el hambre y la enfermedad, prostitutas y mendigos despreciados por todos. Son situaciones que vivimos hoy en muchas situaciones de nuestras misiones. No podemos alabar los pobres por sus virtudes y cualidades, que tienen muchas, sino porque son tratados sin misericordia y está desprovistos de sus derechos.

Jesús es un maestro poco convencional. La misión nace en el camino de Galilea a Jerusalén y en ese camino Jesús forma sus apóstoles y discípulos. La Misión es hacer milagros: curar enfermos, dar de comer a las muchedumbres hambrientas, en definitiva para dar vida a todos. La Misión es resucitar muertos: donde no hay vida tenemos que darla. La misión es hacer parábolas: a través de los hechos cotidianos debemos ir viendo las simientes del Verbo en el día a día que los otros viven, con lenguaje y con hechos donde ellos puedan ver el paso de Dios en sus vidas, en sus culturas, en el hacer y quehacer de cada uno.

Jesús no escondió nada a sus discípulos, revelo y compartió con ellos lo que era y lo que tenía. Jesús no sólo vivió para el pobre, mas se comportó como un pobre y vivió con ellos. Es la consecuencia de la Encarnación: “… a pesar de su condición divina, no se aferró a la categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, haciéndose uno de tantos…” (Flp 2,5-8). En el seguimiento de Jesús no se aceptan ambiciones de ningún tipo, mucho más las económicas.

En Jesús pobre vemos que su pobreza libera mientras las riquezas atan. Jesús pobre recibe del Padre y es creativo. Con su libertad puede profetizar, levantar la voz, señalar las injusticias.

“Nuestra tarea fundamental es anunciar a Cristo con el testimonio de la vida y con la palabra, convertir la conciencia personal y colectiva de los hombres, renovarlos con la gracia del Bautismo, regenerar las culturas, desde dentro, mediante la fuerza salvífica del Evangelio” (Cons.69).

En estos cincuenta años ha habido diversos modelos de vida religiosa: el tradicional, el liberal y el radical. En mi opinión, sin que sea un juicio definitivo, creo que estamos viviendo el modelo liberal con todas sus consecuencias: que se hacen muchas cosas, el personalismo en la misión es palpable, las relaciones personales se limitan a lo funcional sin llegar nunca a compartir desde dentro. Creo que en el Noviciado se tiene que llegar a mostrar la belleza del modelo radical que hoy de propone como modelo de futuro: radical es ir a las raíces del carisma, recuperar esos valores para ser “signo”, “carisma” y “profecía”. Estamos ante un desafío que con “santa impaciencia” nos está pidiendo cambios profundos en el gobierno, en la formación, en la espiritualidad y en la misión. Tenemos “una historia que construir” y no unas estructuras para conservar. Y siempre debemos ser sabedores que el seguimiento del Señor tiene un precio a pagar, a veces un alto precio.

Algunas ideas que el Instituto heredó del Fundador:

es frecuente en Fundador la invitación a la adaptación al estilo de vida de las personas del lugar;

el espíritu de sacrificio y la adaptabilidad son principios que el considera vitales para la vida del misionero;

la vida misionera exige ciertas restricciones si queremos que ella sea fecunda;

Jesús nació y vivió pobre, murió paupérrimo, El es el modelo de nuestra pobreza misionera: nada para nosotros, todo para los demás.

Algunos medios en este periodo:

en los momentos de oración contemplativa llevar ante Jesús los rostros de los pobres que hemos encontrado durante nuestra jornada;

estudiar los medios que nuestros primeros misioneros usaban personalmente y para la evangelización;

interesarse por la naturaleza, la ecología y el medio ambiente, hoy es una de las fronteras de la misión;

además de compartir los bienes como en las anteriores etapas hacer un aprendizaje para compartir desde dentro nuestras pobrezas y riquezas con los hermanos de la comunidad;

se haga una experiencia fuerte de pastoral entre los pobres con la intención de dejarnos enseñar por ellos e la espiritualidad que viven;

en pastoral se insista que vamos a aprender y no a dar y a organizar.

5.Las primeras comunidades cristianas. Teología y especialidades

En la Teología nuestros jóvenes ya son misioneros con pleno derecho. Es el tiempo para vivir más intensamente las experiencias anteriores y vivirlas con intensidad y radicalidad evangélica como prometieron el día de la profesión religiosa.

El modelo de vida que se propone es el de las primeras comunidades cristianas que ampliamente nos describe Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Ver Hch 2, 42-47; 4, 32-35; 5, 12-16. Vemos como en los Hechos de los Apóstoles se comparte todo para transformar. Este compartir es total:

la Palabra

la oración

los bienes

la Misión.

Es un compartir que transciende las leyes jurídicas porque por encima de todo está el Espíritu que dirige la Iglesia. En esa comunidad se van haciendo opciones nuevas según las circunstancias que se van presentando. Es la escucha de los “nuevos macedonios que gritan “Pasa aquí a Macedonia y ayúdanos” (Hch 16,9).

En la comunidad con las características de los Hechos misión nace espontáneamente, más aún, nace por el dinamismo de la misma comunidad. Hoy en día parece que vamos por otros caminos arrollados por el individualismo y subjetivismo imperante. Trabajar por los demás es más gratificante que “convivir en comunidad”. En el darse a los demás por las actividades apostólicas resulta gratificante y se está situado por encima de los demás; en cambio, en la comunidad se está en plano de igualdad, de fraternidad y no pocas veces se experimente sentimientos de rivalidad. El diálogo sea una constante privilegiada en la comunidad.
En vista que la teología está mirando ya para el final de la formación de base se debe ir madurando y vivenciando todo lo que se ha ido forjando en las etapas anteriores, para interiorizarlo, pensarlo teológicamente y vivir los valores en libertad y autonomía. Por otra parte los teologados son comunidades internacionales e interculturales que exigen escucha, respeto por otros valores diferentes. Aquí puede realizarse una creatividad carismática en el respeto a los valores fundantes de nuestra familia.

Respecto a la comunidad de bienes es donde normalmente surgen los conflictos por causa del concepto sobre familia que tenemos y el concepto pobreza-riqueza que adquirieron en las etapas anteriores. La pobreza del religioso se expresa en fraternidad para el ministerio.

Algunos conceptos que el Instituto heredó del Fundador:

el Instituto es una familia, uno para todos y todos para uno;

los bienes son para la misión y hay que usarlos tanto en cuanto es vista como el único fin que tenemos como comunidad religiosa;

la Consolata ha hecho milagros, el Fundador ha visto “llover dinero” cuando la Misión ha estado en los anhelos de los miembros de nuestra familia misionera;

los bienes son de la comunidad y no de las personas particulares;

Algunos medios en este periodo:

la caja común sea un medio para crear la fraternidad y objeto de evaluación constante;

la comunidad, del propio presupuesto, sea solidaria con alguna causa misionera urgente, prescindiendo siempre de lo que es superfluo y alguna vez hasta de aquello que es conveniente;

los estudiantes tomen parte concretamente de la administración de la comunidad, los mejores ecónomos serán siempre ellos con la presencia del formador;

no se pierda en este periodo los momentos de trabajo como contribución al trabajo misionero y como solidariedad con aquellos que se tienen que ganar la vida con el propio sudor;

las estructuras condicionan la persona, se procuren estructura sencillas que favorezcan el espíritu de familia y el compartir (Ratio Formationis 57);

sería interesante que una vez por año el Administrador Regional informase de la marcha de la economía en la Región, quitaría demasiadas fantasías sobre la economía que se forman los jóvenes.

Conclusión

El tema de este trabajo es muy amplio. Ciñéndonos solo al tema de la pobreza y uso de los bienes materiales limitan otros argumentos importantes en la vocación “ad gentes” como la Justicia y la Paz y la Integración del creado, el Diálogo Ecuménico e Inter-religioso. Sobre todo se ha superado el concepto geográfico. Hoy las naciones son los pobres no en cuanto Estados sino como situaciones. Y con el “Ad Gentes” coexiste el “Inter Gentes” que pueda dar sentido a nuestras presencias en Europa, pudiendo dar un rostro nuevo y estructuras nuevas a las ahora existentes. Sobre esto deberemos trabajar en los próximos porque Europa puede estar viva en nuestro carisma con los nuevos desafíos pastorales y misioneros que presentan la nueva realidad de pueblos y razas diversas.


BIBLIOGRAFIA

-XI Capítulo General. Instituto Misiones Consolata. Roma 2005.

-Constituciones y Directorio General. Misioneros de la Consolata. Roma 2006.

-Ratio Formationis Imc Progetto Formativo per le comunitá in formazione. Instituto Missioni Consolata. Roma 2006.

-Direttorio per l’Administrazione dei Beni. Instituto Missioni Consolata. Roma 1989.

-Poveri per arricchire gli altri. Esempio e insegnamento di Giuseppe Allamano sulla Povertà Religiosa. Rdizioni Misisioni Consolata. Roma 1988.

-Hacia el futuro de la Vida Consagrada. Vino nuevo en odres nuevos. Jaume Pujol i Bardolet. Editorial San Pablo. Madrid 2008.

- Jesús de Nazaret, formador de discípulos. Motivo, meta y Metodología en el Evangelio de Marcos. Juan José Bartolomé. Editorial CCS. Madrid 2007.

-Jesús. Aproximación histórica. José Antonio Pagola. Editorial PPC. Madrid 2007.
Ultima modifica il Giovedì, 05 Febbraio 2015 16:56

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