LA CONSOLATA

Pubblicato in Missione Oggi

Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, Arzobispo de Tunja

Riflessione in occasione della Festa della Consolata 2011 in Colombia

 

Un saludo cariñoso para todos. Vengo de Boyacà, tierra mariana por excelencia, a participar con ustedes de nuestra fiesta mariana por excelencia.

Saludo con afecto al Superior de los misioneros de la Consolata y a todos los misioneros; saludo también muy cariniosamente a la Superiora de las misioneras de la Consolata y a todas las hermanas así como a los laicos y laicas unidos a los dos institutos. Un saludo para todos los presentes e invitados a esta bella ceremonia.

Hace mucho en Roma, en los arios ochenta, para la gran fiesta del Instituto e120 de junio, se organizó un evento muy importante con muchos invitados de altura. El día anterior, sin embargo, el conferencista de mucho peso teológico que había sido escogido para el acto, avisó que se había enfermado y no podía viajar.

Superado el primer impacto por tan lamentable noticia, el superior general y los demás volvieron la mirada hacia mí. Le toca remplazarlo, prepare algo para la fiesta de marina. No era el caso de disculparse o de decir que había poco tiempo. Me di a la tarea de preparar la conferencia a la que llamé los diez mandamientos de José Allamano. Gustó mucho. Esos diez mandamientos querían sintetizar la espiritualidad del fundador. Son éstos:


Elévense muy por encima de las ideas estrechas que hay en el ambiente.

Amen una religión que junto con ofrecer la promesa de la otra vida, los hace mas felices en esta tierra.

Opten por la mansedumbre como camino de transformación.

Miren a la transformación del ambiente y no solo de los individuos.

Sean fuertes, enérgicos, viriles en el apostolado.

Sean conchas y no canales en relación con los dones espirituales; sean canales y no conchas en relación con los bienes materiales.

El bien háganlo bien y sin estruendo.

Nuncadigan: "A mí no me toca hacer eso"

Busquen sólo a Dios y su voluntad

Coloquen la santidad en el primer lugar.

 

Estos diez mandamientos se encierran en dos: El uno: "Primero santos y luego misioneros" y el otro "consideren a la Virgen Consolata como la fundadora." Por eso, el fundador le decía al padre Chiomio el 21 de noviembre de 1920: "Querido padre Chiomio, sé un consolador". Qué bella frase. Sé alguien que acepta la tarea de ofrecer consolación.

En esta fiesta de la Consolata, qué mejor puede haber que tomar en cuenta algunas de esas formas de consolación que tradicionalmente han sido vividas en nuestros dos Institutos.

La consolación se parece a una orquesta sinfónica cuya gran variedad de instrumentos le permite ofrecer un concierto de mucha belleza. Me limito a unas pocas formas de consolación muy de nuestra vida y que por elfo las catalogamos en el campo de la consolación misionera.

 

Primera forma de consolación: La alegría.

 

En noviembre de 1903, José Allamano escribía a los misioneros en Kenya:

"Ustedes partieron fiados únicamente en el Sei:1°r que en toda época envía a sus apóstoles. Tuvieron la gran consolación de ver abierto el camino frente a ustedes y de encontrarse con un campo nunca imaginado, que la Virgen Consolata tenia reservado para sus hijos."

Qué alegría manifestaba José Allamano porque los sagrarios eucarísticos se iban difundiendo por todo ese campo. Era esa la alegría evangélica, la alegría que viene de arriba y penetra en el corazón. Bien lo expresaba San Pablo cuando decía:

Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Senior Jesucristo, pues él es el Padre que nos tiene compasión y el Dios que siempre nos consuela. 4É1 nos consuela en todos nuestros sufrimientos, para que nosotros podamos consolar también a los que sufren, dándoles el mismo consuelo que él nos ha dado a nosotros. (2 Cor 1,3-4)

Se trata de una alegría que para nosotros es doble. Por una parte es una alegría receptiva que se experimenta al recibir la gracia de la Palabra. Es la consolación que viene del Padre por el Hijo en el Espíritu.

Es la consolación de todos aquellos que esperaban la venida del Consolador y cuyo encuentro con él en forma personal, los llenó de plena alegría como le aconteció a Simeón, a Ana, a Isabel, a Juan Bautista y sobre todo a María inundada por la fuerza del Espíritu, constituida madre del Salvador y por tanto, plenamente consolada. Es la misma alegría que Jeremías vivía con intensidad y que expresaba diciendo:

 

"Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras, ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón" (Jer 15,16)

 

Es la misma alegría del etíope que recibió la Palabra por medio de Felipe y como dice la Biblia, siguió su camino lleno de alegría. (Hechos 8,39)

Por otra parte, fuera de ser una alegría recibida es también una alegría otorgada que se vive en el acto de ofrecer la Palabra de Dios, buena noticia para quienes aún no conocen a Jesucristo Dios y Senior.

Es la alegría que sentía Pablo cuando él anunciaba a Jesucristo o cuando otros, a su manera, también lo anunciaban: "De cualquier forma, con sinceridad o sin ella, anuncian a Cristo y eso me causa alegría" (Fil 1,18)

En su enciclica misionera, Juan Pablo II anota que la característica de toda vida misionera auténtica es la alegría que viene de la fe" (RM. 90) Es la alegría que atraviesa en su totalidad el magnificat, el canto de María: "Mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador" (Lc 1,47)

 

Segunda forma de consolación: La visión global


Para entender el por qué la visión global es una forma muy especial de consolación, es necesario escuchar a José Allamano quien en 1907, daba estas disposiciones a los misioneros:

"Cada noche, todos los miembros de una casa misionera, hermanas y catequistas, den relación al superior de cuando hicieron durante el día, y con él y bajo sus órdenes, programen lo que tendrán que realizar al día siguiente. De esta manera, las visitas a las aldeas no serán un simple paseo y no se olvidaran los enfermos y las aldeas mas necesitadas.

Visión global quiere decir esa mirada de conjunto que percibe las necesidades solo personales sino comunitarias y estructurales. Esta visión global la aprendemos de María que en Cana nos enseñó que hay que mirar lo que los demás no miran, que hay que captar el sufrimiento escondido ajeno donde los demás ven todo normal; que hay que saber penetrar con la mirada intuitivamente y ver las necesidades apremiantes.

Al mismo tiempo, no deja esa necesidad escondida en el silencio sino la pone de manifiesto, la denuncia, diríamos hoy. ¡No tienen vino!

Este es un elemento de consolación formidable y muy necesario. Debemos aprenderlo porque con frecuencia la percepción que tenemos de la realidad puede ser tan estrecha que solamente vemos aquello que mas nos es útil o nos parece interesante. En cambio queda en la oscuridad lo que no nos brinda utilidad personal. Con razón, el primero de los mandamientos anotados pide que nos elevemos muy por encima de las ideas estrechas que hay en el ambiente.

Pero lo grave es que se nos escapa el gran desafío de tomar en cuenta seriamente el sufrimiento, los anhelos aparentemente imposibles de realizar, los deseos insatisfechos, de quienes nos han sido encomendados en el campo de la misión. Entonces, vamos a ser parte de aquellos pastores descuidados a los que se refiere el evangelio: "Al ver a la gente, Jesús sintió compasión de ellos porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor." (Mt 9,36)

Este rasgo tan bello de María en Cana, hace parte del principio mariano al cual el gran teólogo Von Baltasar se ha referido, aunandolo al otro principio igualmente indispensable llamado el principio petrino. El principio mariano es muy femenino y aparece en expresiones de muchas de nuestras misioneras y otras como Teresa de Calcuta cuando exclamaba: ¿Conocemos realmente a nuestros pobres?

 

Tercera forma de consolación: El escuchar atento

 

Me comentaba un misionero de La Consolata, el Padre Bruno Del Piero, sobre su experiencia misionera en el Chaqueta en Solano: "Durante la guerra, mi tarea primordial era escuchar a la gente. Venia una persona y narraba toda la angustia que sintió en esos momentos de la guerra. Terminaba de narrar y volvía a empezar narrando lo mismo. Llegaba otra persona y tenia el mismo deseo de narrar cuanto le pasó y lo narraba varias veces. Y así muchos otros".

No todo escuchar genera consolación. Hay un escuchar pasivo donde escasamente se pone cuidado para dar una respuesta rápida la cual genera en quien habla el sentimiento de no haber sido comprendido.

Hay un escuchar actimen el que la persona que escucha capta muy bien cuanto manifiesta el que habla y lo repite con sus propias palabras generando en el otro la seguridad de haber sido comprendido.

Pero hay también un escuchar atento relacionado con la historia de sufrimiento de quien habla. La narración del sufrimiento libera del mismo cuando hay alguien que sabe escuchar. La narración de la propia identidad pisoteada facilita la reconstrucción de la misma. La narración de la historia de mentira y de violencia en la que alguien ha sido atrapado, le permite liberarse de la misma, perdonar al agresor, dar un paso a la reconciliación, reconstruir la memoria. Todo esto es consolación que proviene del saber escuchar. Bien pedía Salomón a Dios: "Dame un corazón que sepa escuchar" (1 Re 3,9). Marta sí que escuchaba y guardaba todo ello en su corazón. (Lc 2,51)

 

 

Cuarta forma de consolación: La esperanza.


En el ano de 1997, en su comunicación al Instituto titulada "Consagrados para la misión ad gentes", la Dirección general escribía lo siguiente: "A las puertas del tercer milenio y al abrirse el segundo centenario de nuestro Instituto... se nos da la tarea de transmitir esperanza".

Quiero volver sobre el escuchar atento. Este escuchar no es solo comprender lo que se dijo, lo cual es ya un elemento de consolación, sino es mucho mas. Quien escucha apostólicamente no sólo comprende lo manifestado por quien habla sino que trata de poner en evidencia potencialidades, fortalezas, rasgos escuchados y que van a ayudar al que sufre para que pueda construir un futuro diverso.

Al mismo tiempo, tratándose de un misionero a quien se confía el propio sufrimiento, este misionero puede y debe encuadrar esa historia de sufrimiento en el marco mas amplio e iluminador de la historia de sufrimiento de Cristo y de su paso de la muerte a la villa, de la desesperación a la esperanza.

 

Muchas veces, los pobres y los que mas sufren pueden perder por un momento la dimensión del futuro y con ello la esperanza.

Dado que la esperanza está orientada hacia el futuro, ayudar a las personas que se sienten sin esperanza significa darles una mano para imaginar ese futuro. Quienes carecen de la facultad de imaginar, de fantasear, de pintar en sus mentes eventos que aún no han ocurrido, difícilmente alimentan su esperanza y por lo generai ven el futuro con un resultado negativo.

Frases como: "Eso es imposible", "jamas lo lograré", "no hay nada que hacer", "estoy en la olla", "estoy entre la espada y la pared" significan una ceguera momentánea frente a las posibilidades futuras.

Las personas, como los pueblos, en ciertos momentos dejan que el pasado limite y domine las posibilidades futuras y no sólo quedan atrapados por ese pasado sino que pierden la capacidad de sonar un futuro positivo. En estas circunstancias tenemos que recordar esa consigna inicial: "Se nos ha dado la tarea de transmitir esperanza".

La esperanza es mirada hacia el futuro, es seguridad de salir del actual túnel de violencia, de pobreza, de ilegalidad. Es proclamar en la noche que nunca es mas oscuro que cuando va a amanecer. Es certeza de que, como en el navegar por los ríos, aunque pareciera que muchas curvas nos hacen regresar, hay una corriente en el fondo que nos lleva siempre hacia delante. Consolación y esperanza van juntas. Cuando se pierde la esperanza, la recuperación de la misma hace vivir una gran consolación. Como dice el Eclesiástico: "EI Señor consuela a los que han perdido la esperanza" (Sira 27, 24).

Cuanto se anota de Simeón de quien dice Lacas que era una persona justa y piadosa que esperaba que Dios consolase a Israel, hay que decirlo, y en forma aún mas intensa, de María cuya esperanza en Dios era total: llagase en mí según tu palabra"

 

Quinta forma de esperanza: La presencia

 

En abril de 1905, José Allamano le explicaba a la Congregación de Propaganda Fide, cómo actuaban los misioneros:

 

"Una vez por semana, la visita a las aldeas debe durar todo el día pudiendo así 'legar hasta las aldeas mas lejanas, esas que requieren tres horas y mas. La norma directiva para estas visitas es ganarse la confianza y el afecto de los indígenas, interesándose de sus cosas, curando a los enfermos, etc.

Estas indicaciones del Fundador miraban a reforzar lo positivo de la presencia de los misioneros, una presencia de cercanía, de beneficio, de interés real por la vida ajena.

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Consolación es precisamente una palabra compuesta por el "con" de compañía y el "solo" de soledad. La expresión tan habitual entre los misioneros: "ir allí a donde nadie quiere ir", indica esta forma de consolación como presencia alli donde la ausencia es significativa.

 

No dejar solos a aquellos a quienes hemos sido enviados, no hacer la opción de irnos cuando hay graves dificultades, sino mantener la presencia, eso es la consolación.

 

"Pasamos una noche tranquila porque sabíamos que usted estaba aquí", me decían en un pueblito del Putumayo siempre amenazado por la violencia.

 

Presencia es cuanto Jesús asegura a sus profetas y a sus apóstoles cuando les dice tres palabras: "Yo estaré contigo".

 

Presencia era el rasgo grande de María en el calvario. Cuando todos habían huido, se habían escondido o al menos apartado del trágico y sangriento lugar, ahí estaba María, de pie junto a la víctima, no cual mujer desmayada, desgreñada, desmadejada y desesperada, sino con la fortaleza de una madre cuya presencia es la mas grande consolación para su hijo sacrificado.

 

Sexta forma de consolación: El amor a la verdad.

 

El 13 de junio de 1914, José Allamano escribía a Suor Margherita Demaría: "He recibido tu carta y te agradezco porque escribiste con abundancia de detalles. Créeme, es falsa compasión esa de no decirme todo para no entristecerme. La verdad completa es siempre la mejor consolación para quien desea el bien y puede conocer las cosas como en realidad están."

 

De la eucaristía se dice justamente que es el principio y la culminación de toda evangelización. Del amor hay que decir que es el principio y la culminación de toda consolación. No cualquier amor sino el amor de un corazón transformado por el Espíritu.

 

EI amor es principio porque el amor impulsa a consolar a otros como anota Pablo (Fil 2,1) y el amor es la culminación porque toda experiencia de haber sido consolado termina en un acto de amor.

 

EI máximo consuelo es el amor. Por eso, el salmista exclama: "Que tu amor me sirva de consuelo" (Sal 119,76) y Pablo pone de manifiesto en el corazón mismo de Cristo esa unidad de amor, consolación y esperanza. (2 Tes 2,16)

 

Pero hay que decir que en esta nuestra época tan dramáticamente subjetivista, la consolación que brota del amor también tiene que brotar de la verdad. De lo contrario es una falsa y peligrosa consolación.

 

Pablo nos dice que debemos crecer hacia Cristo profesando la verdad en el amor. El verdadero amor esta impregnado de verdad, de lo contrario mas que amor es simple sentimentalismo.

 

La guerra es para mas de uno un acto valiente de amor pero es un acto fundamentado en la mentira sobre la vida. La eutanasia es para muchos un acto profundo de amor, pero también un acto carente de verdad sobre la vida.

 

Consolación, verdad y amor deben ir juntas, son inseparables. La consolación es conversión del llanto en alegría pero en una alegría basada en la verdad. De lo contrario, es sencillamente engaño, palabras vacías, como anota el profeta Zacarias (Zac 10,2). Quienes las profieren son tristes consoladores como los que acompañaban a Job basados en una simple doctrina que él consideraba incorrecta, falsa. Y por eso, bien merecido tenían el regaño: "Ustedes, en cambio de consolarme, me atormentan" (Job 16,2)

 

Si la consolación es liberación de la tristeza, de la opresión, de muchos males en tanto es auténtica en cuanto se cine a las palabras de Jesús: La verdad les hará libres" (Jn 8,31)

 

La mas alta expresión de la búsqueda de la verdad es la búsqueda de la voluntad de Dios. María preguntaba: " ¿Cómo sera eso?"

 

Séptima forma de consolación:

 

Si comparásemos la misión ad gentes con un tren, sus rieles inseparables serían la evangelización y la promoción humana.

 

Aquellos diez mandamientos de José Allamano, incluía uno ya recordado:

 

"Amen una religión que junto con ofrecer la promesa de la otra vida, los hace mas felices en esta tierra."

 

Basta que miremos a María para avivar este mandamiento. Cuando supo que su prima necesitaba ayuda, no lo dudo un instante. Se levantó y partió presurosa para darle una mano humanitaria. Estaba deseosa de ser ella un factor de consolación humana para su prima, pero no iba sola, llevaba consigo a Jesús.

 

Isabel se llenó de alegría consoladora por la presencia de María pero Juan dio un salto en el vientre porque Jesús también se hacía presente.

 

Esta escena tan conocida y tan sencilla pone de relieve el mensaje de José Allamano: La plena consolación se leva cuando se ofrece mas alegría en esta vida con la promoción humana pero unida a la evangelización, a la presencia de Cristo, que hace saltar de gozo los corazones.

 

Octava forma de consolación.

 

La vida misma de nuestros dos Institutos guiados por María, la fundadora.

 

En esta fiesta de la Virgen Consolata, que quiere decir la Virgen que ha recibido la consolación de Dios, déjenme concluir dando realce a una serie de acontecimientos que han marcado la vida de nuestros dos institutos misioneros y que, hacia adentro, nos llenan también a nosotros de consolación.

 

Primero: Fuente de consolación es la fidelidad a nuestro carisma misionero y por la realización del mismo en la misión ad gentes reafirmado una vez mas en el último capítulo general de los misioneros y de las misioneras.

 

Segundo: Experimentamos la gracia de la consolación en la entrega viva y total de nuestros misioneros y misioneras a la misión. Muchos de ellos y ellas partieron y murieron alli mismo a donde fueron enviados. La misión que nos caracteriza nada tiene que ver con las gestas maravillosas que jóvenes entusiastas realizan en unas vacaciones o en un verano, sino con la perseverancia durante toda la vida en el servicio misionero ad gentes. Ad vitam, ad extra, ad gentes.

 

Tercero: Cuanto nos llena de consolación la creatividad de nuestros dos institutos de la Consolata para dar respuestas a los desafíos que cada día nos lanza la misión. Se podrían escribir numerosos volúmenes con los hechos que la imaginación, la pasión y la practicidad misionera, en estupenda sinergia con el Espíritu evangelizador, han generado para ser fieles a la historia de cada día y a los desafíos del primer anuncio de Jesús.

 

Cuarto: Fuente preciosa de consolación es también el espíritu y la organización que al interno de nuestros institutos se ha desplegado para ayudar a cada misionero y a cada misionera a crecer en santidad y en la fidelidad personal a su vocación religiosa y misionera.

 

Quinto: Consolación es también el apreciar el trabajo duro, intenso, constante de cada misionero y de cada misionera para servir a las comunidades a las que es enviado.

 

Sexto: Manantial del que fluye abundante consolación es la valentía, ese don del Espíritu para la evangelización cuando hay oposición y que en griego se llama parresia, que ha caracterizado a tantos misioneros y misioneras dispuestos a todo sacrificio para que la acción evangelizadora no fuese detenida o destruida. Tenemos en nuestra centenaria historia, una pléyade de mártires misioneros y misioneras de los cuales nos enorgullecemos. Algunos son mártires de la fe pero otros lo son también de la justicia y la defensa de la dignidad humana especialmente de los mas humildes e indefensos.

 

Séptimo: Último pero no el menor factor de consolación es el cuidado, la pasión y el cariño con el que se mantiene viva la espiritualidad de nuestro fundador el beato José Allamano en la cual la Virgen Consolata ocupa un puesto decisivo como madre, maestra, modelo y misionera.

 

Perdónenme lo largo de esta homilía pero no se tiene la oportunidad de reflexionar sobre esta vertiente del Instituto que es la consolación todos los días.

 

Me he limitado a ocho formas de consolación. Podrían haber sido diez. Pero qué bonito dejarles a ustedes la tarea de completar las diez, desentrañando otras formas de consolación misionera propias de nuestros dos Institutos. Qué bueno conocerlas.

 

Estas pinceladas sobre algunas de las tantas formas de consolación misionera nos sirvan para afianzar nuestra devoción y cariño a la Virgen de la Consolata, la gran receptora de la consolación de Dios.

 

Los invito a orar por nuestros institutos hoy, como ya hace 110 anos exactamente, lo pedía el cardenal Richelmi a sus feligreses cuando les solicitaba "oraciones por el reciente Instituto que ha brotado como una novedosa flor a los pies de la Consolata".

 

Por todo esto, agradecemos a Dios quien en Jesucristo nos ha llamado y enviado a la misión y a la Virgen Consolata, madre de misioneros y de misioneras llenos de fervor, de pasión y de entrega total al servicio de la maravillosa aventura del primer anuncio de Jesús a todos los pueblos. A él, misionero del Padre e hijo de María, la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos, Amén.

Ultima modifica il Giovedì, 05 Febbraio 2015 16:39
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