El día 23 de enero se realizó una marcha multitudinaria en la ciudad de Caracas, acompañada por protestas en las ciudades principales del país. Todo este movimiento comenzó en las zonas populares, que son las que más han sufrido en estos años de la crisis humanitaria y la represión de la Guardia Nacional, con un alto saldo de jóvenes presos, torturados y asesinados.
Las elecciones de mayo del 2018 se realizaron luego de que Maduro diera la orden de inhabilitar a los partidos de oposición para que no pudieran participar. Por tal razón, hubo más de 75% de abstención electoral. La comunidad internacional no reconoció su victoria y el día 10 de enero del 2019 debía terminar su mandato.
Ante la negativa de Maduro por dejar el poder, la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela establece que el Presidente del Parlamento debe asumir las funciones del poder ejecutivo y facilitar una transición hacia un nuevo proceso electoral. Por ello, el 23 de enero, Juan Guaidó se juramentó ante la Constitución para asumir dicho deber y, a la vez, juramentó a todo el pueblo en la calle para que lucharan juntos, de forma no violenta, en pro de generar las condiciones hacia una transición democrática.
Pidió concentrarse en dos exigencias muy claras: la realización de nuevas elecciones con un nuevo Consejo electoral y el ingreso al país de la ayuda humanitaria internacional. Recordemos que las donaciones de organizaciones católicas y no gubernamentales internacionales como Caritas no están permitidas en Venezuela por orden del gobierno.
La Conferencia Episcopal Venezolana había emitido un comunicado el día 9 de enero declarando ilegítimo al nuevo período presidencial que iniciaría Maduro el día 10 de enero. Cuando el Parlamento convocó a la marcha para el día 23 de enero, la Conferencia Episcopal Venezolana emitió otro comunicado para que todo el pueblo venezolano participase en la protesta nacional y exigió a los militares que no disparasen al pueblo.
Así, el 23 de enero se pudo apreciar como obispos, clero, religiosos, religiosas y los movimientos laicales de la Iglesia, se unieron al pueblo y a todos los movimientos sociales para pedir por una transición democrática y el ingreso de la ayuda humanitaria. Este gesto profético la Iglesia fue acompañado de la mayor movilización social que se ha visto en los últimos 20 años.
Es bueno aclarar que el Parlamento no está actuando como una entidad aislada ni representando a un partido político. Está respondiendo a lo que le pide la Constitución Nacional y lo hace basándose en el clamor popular, asumiendo su carácter de ser representante de la voz del pueblo. Actualmente el Parlamento es el único poder que ha sido elegido por el voto popular, libre y directo, y actúa en consecuencia con ese mandato. Así lo han reconocido también todos los obispos y las organizaciones eclesiales y populares que hacen vida en el país.
No hay más polarización en Venezuela y es un deber de la izquierda en el mundo el reconocer la violación a los derechos humanos que se está cometiendo a diario en Venezuela y la usurpación en la que se encuentra el ejercicio del poder ejecutivo, tal y como lo ha reconocido la Iglesia y los movimientos populares del país.
Es bueno recordar que los teólogos(as) de la liberación en Venezuela, las obras de la Compañía de Jesús, así como la vida religiosa en general, han sido coherentes en sostener que el actual régimen de Maduro es ilegítimo y el país entró en una dictadura.
Por ello, en esta situación, en la que hay cientos de jóvenes encarcelados y siendo torturados, centenares de presos políticos y una mayoría de líderes opositores inhabilitados políticamente, la Iglesia en Venezuela ha asumido su rol profético y ha estado colaborando por un cambio social y político pedido por los más pobres en todo el país.
El Papa Francisco ha reconocido, en diversas oportunidades, que su posición se encuentra en la voz de los Obispos venezolanos y que el camino para una salida está en: realización de elecciones libres, liberación de los presos políticos, ingreso de la ayuda humanitaria y reconocimiento del Parlamento. Esto es lo que hoy Juan Guaidó junto a toda la Iglesia y los movimientos populares pide hoy al gobierno en nombre de todos los venezolanos.
*Rafael Luciani es miembro del Equipo Teológico Pastoral del CELAM, Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, Caracas, y Profesor de la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College.