OTTAVO GIORNO
In modo speciale nostra
La Consolata è in modo speciale nostra e noi dobbiamo gloriarci di avere una tale Patrona, essere santamente superbi che il nostro Istituto si intitoli «della Consolata». Siamo un miracolo vivente delle grazie della Madonna. Cerchiamo di meritarci ogni giorno di più il bel titolo che ci ha dato. Siamo Consolatini. Dobbiamo stimarci fortunati di portare il nome della Madonna. Quando uscite, la gente non dice: «Sono i missionari o le missionarie», ma dice: «Sono i Missionari o le Missionarie della Consolata».Non possono nominare voi, senza nominare la Madonna. Tutti ci ritengono i beniamini della Madonna e confidano tanto nelle nostre preghiere.
Lo ripeto, dobbiamo essere santamente superbi di appartenere alla Madonna sotto questo titolo invidiato da molti. E quanti ci vogliono bene, perché ci chiamiamo «Missionari o Missionarie della Consolata!». Il nome che portate deve spingervi a divenire ciò che dovete essere. Facciamo quasi un torto alla Madonna a rivolgerle quelle parole di S. Bernardo: «Mostrati Madre». Non ha bisogno davvero che glielo ricordiamo! Piuttosto, Lei potrebbe dirci: «Mostrati figlio!». Siamo figli e figlie prediletti della Consolata, ma praticamente ci dimostriamo sempre tali? L’amore filiale è di sua natura tenero; bisogna ricorrere lungo il giorno a Lei, proprio come a una madre. Chi non ha un po’ di sentimento e di amore particolare alla SS. Consolata, non ha cuore; e noi dobbiamo averlo il cuore!
María guarda estas cosas en su corazón.
Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres. (Lc. 2,51-52)
La presencia de María en los evangelios asume el tono de la discreción. Y la Consolata es “delicada”, dice el P. Allamano. Inspirándonos en ella, aprendemos a estar presentes entre la gente de modo simple y fraternal, con gran mansedumbre, delicadeza y magnanimidad. María se conforma plenamente con la voluntad de Dios, “entra en las intenciones de su Divino Hijo”, pero, agrega el P. Allamano, “con su ternura, poniendo al servicio del Reino las dotes de su feminidad y maternidad. En ella brilla la misericordia. Es ella quien siempre pone vida, bien, gracia, aún en aquello que es negativo: hace entrar al paraíso por la ventana; es el viñador de la parábola evangélica de la higuera que suplica al dueño tener paciencia todavía”.
Propósito: Pidamos a la Virgen la Gracia de respetar las ideas ajenas, valorarlas y madurar las nuestras.
Oración
Oh Consolata, Madre de amor, dulce amparo del pecador, del paraíso puerta eres tú, por ti veremos un día a Jesús.
Tú nos llamaste, Madre, a tu altar, oh dulce reina por ti a luchar. A ti juramos confianza y fe, haz que vivamos siempre por ti.
Ruega al Señor, Madre de Dios y Madre nuestra, María, pues en su amor Él te eligió “causa de nuestra alegría”.
Dios creador te preparó y te cuidó con esmero, porque su plan de salvación te hizo “puerta del cielo”.
Pueblo de Dios, marcha en la fe: Ella es tu guía y consuelo. Ruega al Señor, Madre de Dios, hasta el encuentro en el cielo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Nuestra Sra. de la Consolata Ruega por nosotros
Beato José Allamano Ruega por nosotros