María guarda estas cosas en su corazón.
Oración inicial:
Madrecita del cielo: Madre de Dios y Madre mía.
¡Cómo me gusta llamarte así!
Como llamo a mi mamá todos los días.
Con la misma sencillez,
Con la misma seguridad,
Con el mismo cariño.
¡Qué lindas las palabras de Jesús cuando te dijo:
“Aquí tienes a tu hijo”!
Ese hijo era Juan, el amigo predilecto, y era también yo.
Y todos los hombres del mundo.
¡Qué lástima que muchos no lo saben!
Y qué pena que a veces olvidamos lo que Jesús nos dijo:
¡”Aquí tienes a tu Madre”!
Hoy te rezo con más confianza que nunca.
Quiero agradecerte que seas mi madre,
Que me acompañes y cuides, que me sostengas y formes.
¡Ya sabes cómo te necesito!
Me siento a veces tan pobre que sólo la seguridad de tu cariño me tranquiliza.
¡No me dejes Madre mía!
Él regresó con sus padres a Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia, delante de Dios y de los hombres.(Lc. 2,51-52)
La presencia de María en los evangelios asume el tono de la discreción. Y la Consolata es “delicada”, dice el P. Allamano. Inspirándonos en ella, aprendemos a estar presentes entre la gente de modo simple y fraternal, con gran mansedumbre, delicadeza y magnanimidad. María se conforma plenamente con la voluntad de Dios, “entra en las intenciones de su Divino Hijo”, pero, agrega el P. Allamano, “con su ternura, poniendo al servicio del Reino las dotes de su feminidad y maternidad. En ella brilla la misericordia. Es ella quien siempre pone vida, bien, gracia, aún en aquello que es negativo: hace entrar al paraíso por la ventana; es el viñador de la parábola evangélica de la higuera que suplica al dueño tener paciencia todavía”.
Propósito: Pidamos a la Virgen la Gracia de respetar las ideas ajenas, valorarlas y madurar las nuestras.
Oración
Oh Consolata, Madre de amor, dulce amparo del pecador, del paraíso puerta eres tú, por ti veremos un día a Jesús.
Tú nos llamaste, Madre, a tu altar, oh dulce reina por ti a luchar. A ti juramos confianza y fe, haz que vivamos siempre por ti.
Ruega al Señor, Madre de Dios y Madre nuestra, María, pues en su amor Él te eligió “causa de nuestra alegría”.
Dios creador te preparó y te cuidó con esmero, porque su plan de salvación te hizo “puerta del cielo”.
Pueblo de Dios, marcha en la fe: Ella es tu guía y consuelo. Ruega al Señor, Madre de Dios, hasta el encuentro en el cielo.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria.
Nuestra Sra. de la Consolata Ruega por nosotros
Beato José Allamano Ruega por nosotros