Una iniciativa que surgió de ellos mismos, un gesto bien misionero: salir de uno mismo para ir al encuentro del otro, salir de tu propia parroquia para dar testimonio de fe, caridad y esperanza. Y esto aquí en África es un signo muy fuerte, porque durante mucho tiempo se habían acostumbrado o lo “habíamos acostumbrado” solo a recibir. Es un cambio de mentalidad y un crecimiento humano-espiritual muy grande: es lo que nosotros latinoamericanos estamos acostumbrados a decir “dar desde nuestra pobreza”.
Como ven el bto. Allamano nos sigue bendiciendo con el “espíritu misionero”, el fuego misionero se esta encendiendo en el corazón de nuestros parroquianos. Pidámosle a la Virgen Consolata que nos ayude a crecer en el amor, en el compartir lo poco que tenemos, en consolar a los afligidos y dar esperanza a los que no caminan por el sendero de la paz y la verdad.
Un abrazo para todos…