Por eso conocemos el duro camino de resistencia que viven las comunidades con sus autoridades, desde los tiempos de la conquista y de la colonización. Conocemos y valoramos su cultura, y especialmente conocemos y valoramos el proceso que en medio de muchas dificultades han venido construyendo, y que ha meritado el reconocimiento a nivel nacional e internacional.
Sabemos que están viviendo y sufriendo el drama de un conflicto armado que ha convertido sus territorios en campo de batalla, y que están sufriendo las consecuencias de un conflicto social, que en nombre de un falso modelo de desarrollo, quiere despojarlos de sus territorios y de sus recursos.
Por todo esto nos duele saber que en estos días son víctimas de una represión deshumana y pedimos que sean escuchados vuestros justos pedidos.
Desde lejos los acompañamos en su justa lucha y los animamos a seguir con mucha valentía y sabiduría. Otro mundo, más justo y más humano, es posible, aunque sea necesario sufrir mucho para que se haga realidad.
Una palabra de ánimo y de consuelo queremos especialmente decir a los heridos y a sus familias, y a los familiares de los muertos.
En estos momentos difíciles sientan la cercanía y la compañía de Jesús y de tantos mártires de América, que también han derramado su sangre por la causa de la justicia, víctimas del poder político e económico.
Con la esperanza que se abra la posibilidad de un diálogo sincero y fecundo con las autoridades del País, les aseguramos que los seguiremos acompañando.
Misioneros de la Consolata
Roma, octubre 18 de 2008