Desde Israel, Filipinas, Palestina, Alemania, Italia, Suiza, Holanda, Timor Leste, Honduras, Bolivia, Colombia, Uganda, Kenya y Zambia vinieron a Ciudad del Cabo (Sudáfrica), del 28 de enero al 3 de febrero, para el encuentro cuya temática fue: “Enfrentarse a los desafíos globales a través de un ‘servicio al mundo’”.
No porque “negritud” fuera el tema, sino porque nos urge volver a las raíces para volver a entrar a la “Casa Común”. Las huellas trazados por los mismos afrodescendientes durante siglos me permiten volver ahora al continente madre con el corazón lleno de gozo y la mente inquieta por lo que debo contar sobre mis hermanos y más desafiante aún lo que debo llevar de vuelta a quienes debo esta única experiencia.
Al insertarse al ámbito misionero de la opción por los afrodescendientes, las palabras “afro” o “África” se vuelven casi indispensables porque nutren el diálogo con la historia, la cultura, la geografía, la espiritualidad, la lucha por la justicia, memoria, búsqueda de identidad y hasta concepción teológica desde esta realidad misionera.
El clamor de la tierra y de los pobres (desde Laudato Si) y la lucha por la justicia, equidad y la paz (desde la Agenda 2030 promulgado por la UNO) fueron los temas que nos congregaron durante estos días bajo el lema “Servicio al Mundo”.
LAUDATO SÍ
Por medio de estos dos documentos las reflexiones e intercambio de experiencias se centraron en temas globales que aquejan a la humanidad y que de modo particular se agudizan en medio de los empobrecidos, aquellos a quienes el Papa Francisco nos invita para que los miremos a la cara.
Por coincidencia, los participantes a este encuentro hemos sido testigos oculares de la peor sequía en la Ciudad del Cabo en los últimos 100 años, donde ya se ha declarado el 12 de abril de este año como el “Día Cero” para el corte de agua si los niveles en las represas no mejoran a falta de lluvias. De esta manera ésta se convertiría en la primera gran ciudad del mundo en quedarse sin agua.
Tal vez no le estemos prestando bastante atención a estos desafíos globales pero, como nos dice el Papa Francisco en Laudato Si, “el tiempo es ahora”: la tierra madre está agonizando y la humanidad debe actuar con prontitud.
Se constata la trascendencia de esta encíclica del Papa Francisco que está de referente para el mundo musulmán, las otras denominaciones cristianas, las naciones unidas y hasta los científicos. Es a esta voz profética que se nos invita a escuchar y actuar conforme. Ello implica acciones concretas, trabajo en red y preocupación por el bien común.
AGENDA 2030
Las Naciones Unidas, a su vez, nos desafían a encaminar nuestros esfuerzos hacia las metas de la agenda 2030, que a su juicio sería la deuda de lo que la humanidad no pudo alcanzar ante lo que se había propuesto para el milenio.
Siguen en el tintero entonces para la sociedad civil: poner fin a la pobreza extrema, combatir el hambre, asegurar vidas saludables, educación de calidad, igualdad de genero, agua potable y saneamiento, energía sostenible, trabajo digno y crecimiento económico, innovación e infraestructuras, reducir la inequidad, ciudades y comunidades sostenibles, consumo responsable, combatir el cambio climático, conservar los océanos, proteger los ecosistemas, justicia y paz y finalmente lograr alianzas globales para las metas.
Queda claro entonces que los desafíos son enormes y los tiempos limitados.
ALIANZA Y SOLIDARIDAD
Para no quedar con los brazos cruzados, la Asociación Alemana para Corporación y Desarrollo (AGEH) y la Agencia Sudafricana para la Acción Social Comunitaria (PACSA) facilitaron este encuentro y de esta manera se dejan como tarea lo que a futuro debería fortalecerse en términos de alianza y solidaridad “Norte–Sur – Sur–Norte” desde la misma Iglesia en los respectivos continentes y sus organismos de apoyo.
* Secretariado de Pastoral Afroamericana y Caribeña (SEPAC)