SANTOS –MISIONEROS, COMO NOS QUIERE JOSÉ ALLAMANO

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SANTOS –MISIONEROS, COMO NOS QUIERE JOSÉ ALLAMANO, INSPIRADOS EN EL EVANGELIO DE MARCOS

 

 

Hace algún tiempo, en esta verde Amazonía, navegaba por las aguas del Putumayo, en compañía de "Pereita" un catequista, animador indígena. El caudal era abundante, y él contemplándolo, hacia un elogio al rio, "A pesar del tiempo, del movimiento, del largo recorrido, de todo lo que ha dado a nuestros antepasados, de todo lo que nos sigue dando, siempre conserva y seguirá conservando lo que tiene que ofrecer a las futuras generaciones". No solo se trataba de un elogio, su afirmación evocaba admiración, reconocimiento y gratitud.

Sin duda que el aproximarnos a la vivencia de la Santidad de José Allamano, y su propuesta de la misma a sus Misioneros, es algo así como una inmersión en un caudal inagotable como el rio, que a pesar del movimiento, del paso del tiempo, de los cambios propios que va adquiriendo en su transcurso, su caudal siempre conserva lo esencial de aquello que tiene para ofrecer en cada momento de la historia. Toda esa riqueza espiritual, condensada en su célebre frase, “primero Santos y luego misioneros”, sin duda que hunde sus raíces en el caudal que hace parte del patrimonio espiritual de la Iglesia, que tiene sus orígenes en la propuesta de seguimiento que hizo Jesús a sus discípulos cuando los llamó y los puso en perspectiva de santidad.   Es por eso que encuentro una relación muy interesante entre seguimiento- Discipulado- Santidad, las tres categorías llevan con sigo un punto de partida, un camino- proceso de identificación con Jesús; un ejercicio permanente de búsqueda de la voluntad de Dios, y una asimilación compromiso con la causa de Jesús, la misión.

 

I. Camino- proceso de identificación con Jesús (Relación íntima con el Maestro)

Según la expresión de Marcos, Jesús llamó a sus discípulos con una intencionalidad concreta: "para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar" Mc. 3,14. Llamó a sus discípulos en primer lugar para que establecieran una nueva relación con él, una relación que implicaba, no solo el aprendizaje de una doctrina, algo común en el discipulado de la época, sino el seguimiento de su estilo de vida y la identificación con su destino. Ser discípulos de Jesús significaba ante todo, ir detrás de él, con el objetivo de aprender de él, no solo de sus palabras sino de su forma de actuar, Mc. 1,17.20; seguirle, Mc 1,19, compartir su estilo de vida, (Cf. Mc. 2,15-20. 3,20-21. 7,15), compartir su destino, Mc. 8,34-38; 9,35-37; 10,41-45. El discipulado de Jesús implicaba la convivencia continua, sus discípulos debían ser testigos de las acciones en que se realizaba lo anunciado por Jesús.

En este sentido José Allamano entendió bien cuál debería ser el punto de partida, para alcanzar la santidad, se debe estar en sintonía con Jesús, y esto lo pone en evidencia el continuo ejercitarse en imitar a Cristo. "Nuestro Señor vino a la tierra para redimirnos y para ser nuestro modelo...Jesús es, por tanto, nuestro ejemplar: Yo soy el camino la Verdad y la Vida, y nosotros debemos estudiarlo para imitarlo y reproducirlo en nosotros". V.E. p. 293. El reclamo a seguir el ejemplo de Cristo es constante, sin duda es allí donde encuentra la fuente de todas las virtudes en las que se ejercita constantemente y que propone a sus misioneros. “La santidad no es querida por si misma; debe ser conformidad con Cristo. Primero que todo necesito ser como él, porque lo amo y no se puede aceptar de ser diverso". Nos encontramos con un llamado a configurarnos con Jesús, adquiriendo una identidad clara que nos permite a la vez abrirnos a la diversidad. En el querer configurarse con Jesús, encuentra que la humildad y la pobreza son fundamentales, para la vivencia de las demás virtudes, ya que despoja la persona de sí, de todo aquello que puede ser motivo de seguridad, y lo dispone para el abandono a la Gracia (Cfro. Primato della Santita, p. 21).

Siguiendo en esta perspectiva, el punto de partida para ponernos en la vía de la santidad que nos propone el Allamano, debe ser el seguimiento, el seguidor-discípulo, se siente llamado, disponible a ponerse en camino, a identificarse con el estilo de vida de Jesús y a asumir la misión, como algo necesario del querer compartir su estilo de vida. Asumir la santidad desde esta perspectiva nos permite comprenderla no como un ideal ascético en sí mismo, sino como consecuencia de haber sido convocados por el Maestro para ponernos en la perspectiva del Reino. Al respecto, resulta sugestiva la propuesta de Aparecida que presenta la vida de los discípulos misioneros, como una vocación a la Santidad (Aparecida nn 129-135).  Esta clave del seguimiento, en perspectiva de Santidad, nos permite comprender mejor la invitación del Allamano a "colocar la santidad en el primer lugar" sin el temor de sentir que entramos en contraposición con nuestra libertad, y nos ayuda a vivir nuestro ser y quehacer misionero siendo "Fuertes, enérgicos y viriles en el apostolado".

 

II. Ejercicio constante en la búsqueda de la voluntad de Dios (Busquen solo a Dios y su voluntad)

Las palabras con las que inicia el Evangelio de Marcos, "Principio del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios" Mc. 1,1, inmediatamente nos dan su identidad que a su vez es corroborada al final del mismo en labios del centurión "verdaderamente este hombre era hijo de Dios" Mc 15,39. En Jesús la voluntad del Padre, es más fuerte que el miedo a que el mal de sus enemigos, protagonistas de intereses egoístas, lo lleven a la muerte, esta actitud estuvo presente desde los inicios del Evangelio, Mc. 3,6. Así vivió su vida en una profunda identificación con el Padre, que lo llevó a vivir en la tensión constante de la búsqueda de su voluntad, "¡Abba Padre!, todo te es posible; aparta de mi este cáliz, pero no sea lo que yo quiero sino lo que quieres tú". La filiación que sentía y que manifestaba en los signos que hacían presente la consolación del Padre, lo llevaron a vivir su vida en constante discernimiento de la voluntad de Dios. En esta misma perspectiva quiso a sus discípulos, con un sentido profundo de filiación, identificados con su proyecto y buscadores constantes de su voluntad.

La búsqueda de la santificación para José Allamano era un deber que él mismo se había propuesto, y comprendió que para alcanzar este deber la vía más indicada era la búsqueda de Dios, por eso no permitía que nada ni nadie, por más noble que fuera, lo distrajeran de tal propósito, "la conformidad al querer divino , su unión con Dios que excluía en él, cualquier amor propio, lo hacía perfecto a través del querer divino: su "querer", no era otra cosa que el querer mismo de Dios. De aquí su fuerza" (Primato della santita, p. 13). Vivía convencido que los momentos de piedad de encuentro con el Señor de unión con él, garantizaban la conformidad con su voluntad, por eso tenía la certeza que esos espacios no se podían dejar por cualquier motivo, ya que se ponía en tela de juicio la búsqueda de la voluntad de Dios y por ende la santificación.  Vive su unión con Dios en el empeño constante de cumplir su voluntad, por eso a veces nos aterra la claridad en sus principios y objetivos, su firmeza de voluntad con respecto a este propósito y no solo en el empeño de vivirlo personalmente sino la claridad y decisión con la que lo proponía a sus misioneros: "Condición absolutamente necesaria para todos y en todo tiempo es el deseo, la voluntad de santificarse, se hace santo aquel que quiere" (Primato della santita, p. 9).

Nunca escondió el convencimiento de su responsabilidad con respecto a la santificación de sus misioneros, para él, el primer motivo que anima el ponerse en perspectiva de santidad es la voluntad de Dios, " Mi principal pensamiento, mi constante preocupación es vuestra santificación...El exige la santidad, y la exige de todos", (VE p. 135), condición absolutamente necesaria para todos y en todo tiempo es el deseo, la voluntad de santificarse. La búsqueda constante de la voluntad de Dios, sin duda sigue siendo una de las claves que orientan el seguidor de Jesús y lo pone en perspectiva de santidad. Discernir la voluntad de Dios a través de los signos de su presencia en los pueblos en las culturas en los ambientes, en las personas, es ejercitarse en la contemplación, no dejarse distraer de tantas circunstancias y motivos que ahogan el ánimo del corazón inquieto en la búsqueda de la voluntad del Señor. El contemplativo buscador de la voluntad de Dios, se ejercita en el discernimiento, es capaz de ponerse en camino-proceso, es capaz de acompañar procesos de personas de comunidades, es sensible a identificar las periferias de la misión, (opciones misioneras), y a ubicarse en y desde ellas, sintiendo que es allí donde la vida clama y reclama la consolación del misionero. Precisamente es el  contexto del continente en el que nos encontramos, en donde debemos poner en marcha nuestro proceso- camino de Santidad, es aquí donde estamos invitados a discernir la voluntad de Dios, y desde ella apuntarle a la santidad de Vida. Al respecto puede resultar sugestivo el horizonte inspirador de la vida consagrada en América Latina y el Caribe: "Escuchemos a Dios donde la vida clama".  Desde esta perspectiva podemos superar interpretaciones erróneas de la santidad, y disponernos a acoger aquí y ahora la invitación del Allamano, "Busquen solo a Dios y su voluntad".

 

III. Asimilación -compromiso con la causa de Jesús (Vínculo directo entre santidad y Misión)

Desde el momento que Jesús llamó a sus discípulos más cercanos, para que estuvieran con él, sabían que la finalidad última de la llamada era asociarlos a su propia misión. “Veníos detrás de mí y os haré pescadores de hombres" Mc. 1,17. Los momentos vividos con el maestro, en los que escucharon su Palabra y vieron su acción, se constituyeron en una etapa de preparación para la misión a la cual habían sido llamados. Los hace participes de la misma: "Llamó a los doce y los envió de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos..." Mc, 6b-13. La misión es algo constitutivo de la llamada, del seguimiento, del discipulado, es el espacio de la configuración con el Maestro, allí se da la asimilación del estilo de vida propuesto por Jesús. En la segunda parte del evangelio a partir del capítulo 8,27, en el camino hacia Jerusalén, se genera el espacio propicio en el que el Maestro enseña a sus discípulos, a cerca de su destino y del misterio de su persona. En los tres anuncios de la pasión, Jesús prepara a sus discípulos para que comprendan lo que él, debe vivir y al mismo tiempo los instruye a cerca de la correcta comprensión de la existencia cristiana, (Mc 9,31-33; 9, 30-32; 10, 32-34).

El primado de la santidad en la vida de José Allamano, lejos de sustraerle fuerzas o energías para la misión, por el contrario lo motivaba a cualificar cada vez mejor su acción apostólica. En su configuración con el Maestro tenía claro que siguiendo a Jesús,  "imitando a Jesús", lo empeñaba en la tarea que lo debía llevar a parecerse a Jesús, también en la vivencia de la misión: "Estamos destinados a amar al Señor y debemos hacer el bien, el mayor bien posible. Nuestra vida vale en cuanto es activa por nosotros y por los demás" Creciendo el amor crece la capacidad de empeñarse y crece también el trabajo: es un proceso continuo y no parece tener fin" (primato della santita, p. 16). En sintonía con el contexto eclesial en el que vivió y con la perspectiva espiritual de los   santos Turineses de su época, vive su santidad abriendo los ojos y su corazón a los problemas sociales de la sociedad en la que vive y propone con su vida y con su obra un camino nuevo que se identifica con la santidad de vida y el servicio a los pobres. De modo concreto asume la causa de los últimos, los infieles. "En sintonía con los santos sociales del momento, con su vida y con su acción promueven una espiritualidad y una ética práctica, "samaritana" con los tres momentos significativos: Ver la realidad entrando en ella con los ojos y el corazón de Dios, (Contemplación Discernimiento). Hacer la opción por los últimos con compasión y misericordia. Hacer acciones que promuevan la vida, a gloria de Dios", (El Carisma y la Espiritualidad del Fundador, apuntes de A. Bonanomi).

Nada más pertinente para nosotros, en el contexto donde estamos invitados por el Allamano a vivir la santidad y la misión, que retomar su caudal espiritual y encontrar en él, los elementos necesarios para concretar la santidad en el hoy de nuestra historia:

La configuración de los discípulos con Jesús apunta a alcanzar una conformidad con el Maestro -Identidad-, recuperando nuestra identidad de seguidores discípulos misioneros, nos daría mayor libertad para ponernos en perspectiva de santidad, vivida desde la misión. Al mismo tiempo nos permitiría sintonizar con la propuesta de la Iglesia del continente, que nos está invitando a vivir nuestra experiencia de fe desde la actitud y la espiritualidad del discipulado (Ver, Aparecida 129-135).

No perder de vista, en nuestro contexto, el carisma, la "Misión Agentes", como opción por los últimos los más pobres, las periferias, geográficas y existenciales, quienes no conocen el evangelio, siguiendo las huellas de Jesús Misionero del Padre, y de los misioneros y mártires del continente.

A ejemplo del Allamano, retomar una espiritualidad práctica, que nos hace contemplativos en la acción, orantes en el camino, una espiritualidad concreta, "samaritana", espiritualidad de la Consolación:

  • "Busca y hace la voluntad de Dios (a la mayor gloria de Dios)
  • Nace de la opción por los “pobres” (africanos no cristianos)
  • Une evangelización y promoción humana (promoción del “ambientes” y no solamente de las personas). Cuidado de la creación
  • Busca hacer bien el bien y sin ruido
  • Se realiza en la vida ordinaria, sin hacer “milagros” o cosas extraordinarias. Presencia que anima y acompaña
  • Subraya unos valores: la sencillez, la humildad, la mansedumbre, la misericordia, el amor y el servicio a los hermanos, el espíritu de familia, el espíritu de sacrificio, la fortaleza y la valentía…
  • Se alimenta con unas prácticas de piedad “populares” tradicionales:

- centralidad en la Eucaristía (misionero eucarístico-“sacramentino”),

-  devoción a la Virgen (misionero mariano-“consolatino”),

- el amor a la Iglesia (misionero eclesia - “ papalino”)…

  • Se inspira en unos santos “modelos” (Pablo, Francisco Javier, Francisco de Sales, José Cafasso, Teresa del Niño Jesús…)." (El Carisma y la Espiritualidad del Fundador, apuntes de A. Bonanomi).

 

La Consolata Nuestra Madre y el Beato Allamano, nos animen y motiven a ponernos en camino de seguimiento- discipulado- santidad, y que nosotros sepamos responder con generosidad sin decir “A mí no me toca hacer eso”.

 

 

 

 

EL ESPÍRITU DE FAMILIA PROPUESTO POR JOSÉ ALLAMANO, EN CONSTRUCCIÓN DEL CONTINENTE AMERICANO CON EL APORTE AFRICANO, EUROPEO, ASIATICO Y AMERICANO

 

  1. 1.           A MANERA DE INTRODUCCIÓN

Nuestro Instituto no es solamente una comunidad misionera, sino también, y sobre todo, una familia. Éste es el rasgo fundamental que caracteriza al IMC. Instituto como familia, fue el gran sueño de José Allamano. Decía él a sus misioneros: “Recuerden que el Instituto no es un colegio, tampoco un seminario, sino una familia. Son todos hermanos…” (José Allamano,  Así los quiero, p.192).

La familia Consolata que inició pequeña en Italia, se fue paulatinamente  engrandeciendo hasta volverse nacional, internacional, multi-cultural, multi-tribal e intercultural. Actualmente, el Instituto cuenta con miembros de varios continentes, regiones, naciones, historias, lenguas y culturas, de los cuales 461 son europeos (Italia, España, Portugal e Inglaterra), 172 latinoamericanos (Colombia, Brasil, Argentina, Salvador, Venezuela, Uruguay), 16 norteamericanos (Canadá y Estados Unidos), 372 africanos (Kenia, Tanzania, Uganda, Mozambique, Etiopia, Congo, Sudáfrica, Marruecos, Eritrea), y 6 asiáticos (Corea del sur). 

Los datos antes registrados evidencian con todo vigor que el Instituto es una familia multiétnica, multicultural e intercultural. En él la diferencia no se ve como una amenaza, sino más bien una riqueza que permite luchar por la unidad en la diversidad. Además, el rostro heterogéneo del instituto permite traducir el Carisma del Fundador a nuevas formas de ser y pensar. 

Pues a pesar de nuestras diversidades, ya sean de lengua, origen como de cultura, todos nos reconocemos como misioneros de la Consolata. Todos bebemos y vivimos del mismo carisma y de la misma espiritualidad.  Reconocemos todos nosotros que el espíritu del Fundador es el eje transversal con base en el cual trabajamos y luchamos por el Reino. En síntesis, somos una familia. Formamos una unidad fundada en la fe, como bien propuso Jesús a sus seguidores, unidad de los que hacen la voluntad del Padre y luchan por el Reino.

El espíritu de familia propuesto por José Allamano está en sintonía con la nueva humanidad soñada por Jesús. Se trata de este espíritu que nos permite reconocernos hermanos, a pesar de las diferencias, que nos permite unir las fuerzas y luchar por la misma causa; un estilo de vida que sigue siendo un desafío para el misionero de la Consolata, pues  aparece siempre como un sueño por realizar, una misión por cumplir. Y la presente reflexión constituye un intento de lectura de este estilo de vida en el contexto americano a la luz de la africanidad.

 

  1. 2.           LA ESPIRITUALIDAD MISIONERA DE LA CONSOLATA

Ante todo, una precisión conceptual. Empezamos hablando de la espiritualidad.   Con este concepto se ha querido evocar el principio vital del ser humano, la motivación, la pasión, el impulso, la causa por la que se vive y lucha. La espiritualidad mueve y permea los sueños y las utopías. Para el misionero de la Consolata se trata de lo que le hace dispensador de la consolación.

La consolación la perseguimos en todos los continentes, en Europa, en el África, en el Asia y aquí en las Américas. Anunciamos y cultivamos la consolación en consonancia con la propuesta de Allamano, mediante la misión Ad gentes y en la comunión fraterna (Cfr. const. no.4). Caracteriza nuestra vida el ser familia y vivir en comunión. Al igual que para el Fundador, profesamos la centralidad de la caridad en nuestro estilo de vida. Acogemos y hacemos nuestra la intuición de José Allamano en el sentido de que “nos faltarán tantas otras virtudes, pero la caridad no”, puesto que “sin la caridad la vida comunitaria se vuelve insoportable.” (Así los quiero, pp. 185 y 188).

La espiritualidad de la Consolata implica: 

-              Aceptar el cambio de época: Si tuviéramos que hablar de algo que caracteriza a nuestro mundo tendríamos que hablar inevitablemente del cambio. Se evidencian hoy enormes migraciones y crisis económicas e institucionales. La propia familia está experiementando una crisis sin precedentes, fenómeno que, a su vez, ha repercutido en el aumento de la crisis vocacional a la vida religiosa, misionera y sacerdotal en la Iglesia, en el aumento del relativismo y humanismo ateo, entre otros. A nivel de del IMC, se evidencia una considerable disminución del número de misioneros de países considerados tradicionalmente como cunas de valores de auténtico humanismo cristiano, y por tanto, maduros en la fe. De igual forma, se evidencia un “boom” e irrupción vocacional en los lugares que tradicionalmente se consideraban “lugares de misión.” Este salto drástico, y por decirlo de alguna manera, inesperado, ha traído consigo consecuencias inevitables. Hoy caracterizan al Instituo la plurietnicidad y la multiculturalidad, realidad que demanda cambios en el paradigma misionero hasta ahora conocido y sostenido en el Instituto.

 

-              Una economía de familia: Si la familia es el rasgo fundamental que nos caracteriza como misioneros de la Consolata, la economía de comunión también nos debe identificar. La economía de comunión se inspira en la espiritualidad de la primera comunidad cristiana donde “no había entre ellos ningún necesitado”. Lucas relata que en la primera comunidad los creyentes vivían unidos y tenían todo en común, repartían sus bienes acorde con las necesidades de cada quien (Hch. 2:42-47). Con la economía de comunión se puede lograr la sostenibilidad, mediante proyectos compartidos basados en la reciprocidad, la subsidiaridad y  comunión. Se trata de impulsar una economía que fomente la cultura del dar y de la reciprocidad, que es la antítesis de la cultura del tener. Un dar económico con rasgo evangélico es la expresión del “darse” en el orden del “ser”. En otras palabras, revela una concepción antropológica no individualista, asistencialista, ni colectivista, sino de comunión. Y todo ello requiere:

 

  • Transparencia, fidelidad e integridad ético-moral (cfr. XII Capitulo General).
  • Una mayor sobriedad y austeridad  en el estilo de vida.
  • Tomar conciencia de la situación económica actual, revisar nuestros estilos de vida y aceptar que la crisis económica es una realidad.
  • Confiar en la providencian tal como invita incesantemente el Fundador.

 

 

-              Una formación constante hacia la interculturalidad: Nuestra familia misionera es multicultural. Si bien cuenta con miembros provenientes de varios continentes, éstos tienen diferentes culturas, cosmovisiones e idiosincrasias. Todos son misioneros de la consolata, todos comparten la misma espiritualidad y viven el mismo carisma ad gentes, pero las diferencias culturales de los misioneros hacen que el instituto ahora sea más intercultural que internacional, aunque no se pueda negar su rostro internacional. Como familia, la interculturalidad nos llama a que nos abramos hacia nosotros mismos, que nuestras diferencias culturales no sean amenazas sino riquezas tanto para nosotros mismos como para el éxito de la misión. Aquí la interculturalidad tiene que servir de “trueque” en el sentido de que cada uno tiene algo que dar y que recibir gratuitamente. Así, todos nos enriquecemos mutuamente en términos de valores, costumbres, habilidades y espiritualidades. 

 

Conviene tener en cuenta que los misioneros vivimos la interculturalidad en nuestros contextos de misión. Allí nos enquirecemos mutuamente  con las personas  con quienes trabajamos y a quienes servimos. 

 

2.1        . El aporte de los misioneros africanos a la construcción de la familia Consolata en América

 

No hay nadie tan pobre que no tenga nada que dar, ni hay nadie tan rico que no tenga algo que recibir...  ” (Juan Pablo II)

 

ü    Espíritu de comunidad: Para un africano vivir en familia, en comunidad, vivir con otros   no constituye nada nuevo, pues su existencia se forja alrededor de estos ambientes. Desde  niño se le enseña a amar, a confiar, a trabajar, a servir y a compartir con los demás. El africano crece sabiendo que el otro es su hermano. El yo del africano crece dando lugar al nosotros, el mío abriéndose al nuestro. Desde la temprana edad, allí en la aldea al niño se le enseña que él o ella coexiste con otros más allá de los padres y hermanos de sangre. Los primos son a la vez hermanos, los tíos papás, las tías mamás, los ancianos abuelos y abuelas.

 

A  nadie le sorprende que el espíritu de familia haya constituido uno de los pilares de la  filosofía de muchos padres de las independencias africanas. El Ujamaa (hermandad) soñado e impulsado por Nyerere, tuvo como objetivo concientizar al africano sobre la necesidad de la colegialidad en la transformación socio-política. Nkwame Nkurumah con su filosofía de concienticismo (filosofía que promueve la ideología de familia y unidad) apelaba al rescate de los valores comunitarios para la configuración de la unidad del África en general, y del Ghana en particular.  Percibimos también el espíritu de familia en el Ubuntu, filosofía impulsaba por el gran humanista (si se puede decir) Nelson Mandela, un pensamiento que  se base precisamente en la máxima “Soy porque somos nosotros”. En fin, el espíritu de familia es algo característico del africano.

 

ü    Interculturalidad: La mayoría de los pueblos que habitan el África, especialmente al sur del Sahara, se aglutinan en etnias y tribus, cada una con su lengua y cultura. Estar y vivir en el África significa abrirse al desafío de vivir y convivir con otros, que poseen visiones y hablas distintos. Estar y vivir en el África significa, en definitiva, abrirse a la interculturalidad, so pena de llevar una existencia estéril y digna de desprecio. Sí, la interculturalidad entendida como la capacidad de relacionarse respetuosamente con otros “diferentes” nunca es y nunca será ajena al africano.

 

ü    Capacidad de resiliencia y de resistencia: Otra fuente del dinamismo del misionero africano es la capacidad de resistencia. Podemos afirmar que aunque este valor pertenece a la humanidad entera, el africano lo posee en grado sumo. Es una virtud que le ayuda a ubicarse y a desempeñarse laboralmente allí donde las circunstancias lo justifiquen. Cuando las condiciones de la vida se endurecen, el hombre africano y la mujer africana incrementan su grado de resistencia elevándolo al grado sumo, ello con base en la creatividad y responsabilidad que permiten ir más allá de lo habitual y convencional. La resiliencia del africano se manifiesta no solo en la capacidad  de soportar pacientemente las adversidades, sino también, y sobre todo, en la madurez y la fortaleza que se extraen de ellas, que permiten transformar los obstáculos en fuentes inspiradoras de lucha y superación.

ü    Espiritualidad africana: La espiritualidad es todo lo que uno es. Ella engloba la vida, la historia, la cultura, la filosofía, la cosmovisión e idiosincrasia de la persona. El misionero africano se mueve con su espiritualidad, arrastra consigo la imagen del Ser trascendente impregnada en él y en su entorno, arrastra consigo los valores de alteridad y respeto, además de la capacidad de socialización con el resto del mundo y con la naturaleza. El africano entiende que la espiritualidad como manantial de agua pura e inagotable, debe ser una fuente de vida, de trabajo, de misión y vocación. Los pueblos africanos antes de la evangelización, vivían su espiritualidad fuerte y rica, expresada en el silencio, la oración, la adoración, la celebración, la solidaridad y reciprocidad.  En la actualidad,  padres, madres, tíos y tías  y tíos, abuelos y abuelas imparten bendiciones sobre las nuevas generaciones invocando a los antepasados y a los espíritus de la familia.

 

ü    Estilo misionero: ¿Será que el misionero africano tiene una forma peculiar de vivir y hacer la misión, o, por el contrario, sigue ajeno? La respuesta es afirmativa, en el sentido de que el africano tiene su propio estilo de vivir y hacer la misión, un estilo que se apoya en la humildad y simplicidad de vida, en la confianza en la providencia de Dios y de la comunidad, la comunicación interpersonal y la esperanza de un futuro mejor; estilo que alimenta una manera de anunciar y vivir el Evangelio que permite intercambiar bienes,  experiencias, valores, riquezas y pobrezas.

 

2.2.      El aporte del continente americano a la visión misionera de los misioneros africanos

La sabiduría popular atestigua que  la experiencia es el mejor maestro. El misionero aprende y perfecciona sus saberes y habilidades con base en las experiencias vividas día tras día, individual y comunitariamente. Lo mismo pasa con los misioneros de la Consolata de origen africano, quienes trabajan en el continente americano. Ahora cabría preguntar: ¿En qué medida aporta el continente americano a los misioneros africanos que laboran en Abya-Yala[1]?

Ante todo, conviene notar que la experiencia misionera es como un trueque; el misionero da no a cambio de algo, sino gratuitamente, y al mismo tiempo recibe de las experiencias acumuladas y la fe vivida en el lugar donde trabaja y de la fe de la gente a la que es servidor. En el caso que aquí nos ocupa, podemos asegurar que hay varias maneras con base en las cuales el contexto americano aporta a los misioneros africanos que se ejercitan misionariamente en estas tierras.

  • Espiritualidad cristiana manifestada en la religiosidad o piedad popular: Cuando hablamos de la religiosidad popular aludimos a la fe y las devociones populares cristianas. Todos somos testigos de que en América Latina la religiosidad popular contribuye sobremanera a la vitalización de la fe cristiana. La devoción a la Virgen del Carmen, de Guadalupe, de Aparecida, de Chiquinquirá, etc., constituye una práctica religiosa sin igual en nuestras tierras. Lo mismo podiéndose decir de la devoción a los santos. Se puede asegurar que el católico latinoamericano encuentra en María y en los santos el camino propicio para dirigirse a Jesucristo y a Dios Padre, práctica que enriquece sobremanera la fe del misionero africano, quien procede de un contexto donde la evangelización se amparó en la instrucción ética y doctrinaria.

 

  • Iglesia que retoma su camino a través de reflexiones teológicas: A través de reflexiones teológicas, la iglesia americana lucha por caminos evangelizadores cada vez más eficaces y acorde con la realidad vivida. Con mucha frecuencia los obispos y agentes de pastoral americanos se reúnen para evaluar el pasado, analizar el presente y soñar el futuro  de la iglesia que peregrina en estas tierras, camino que enriquece profundamente al misionero africano. 

 

  • Fe viva: La fe vivida y experimentada en las iglesias latinoamericanas aparece dotada de una vitalidad sin igual. está viva en la fe. En las Américas es incuestionable la labor evangelizador del laicado. La fe se funde y confunde con la cultura formando una simbiosis única. Es todo eso lo que enriquece al misionero africano que lucha por hacer conocer a Cristo aquí y en otras esferas terrestres.

 

  •  Emancipación de la mujer: Se suele utilizar el término “emancipación  de la mujer” como una política que pretende lograr la liberación de este sujeto de las ataduras que lo aprisionan, sean ellas políticas, sociales, culturales, económicas como religiosas. En la Abya-Yala este fenómeno ha cogido mucha fuerza y ha producido significativos frutos que enriquecen no solo a la sociedad sino también a la propia Iglesia. La mujer americana llena las filas del laicado y se ejercita catequética y sacramentalmente. Políticamente el continente americano cuenta con varios y significativos líderes del sexo femenino; fenómenos aportan a la construcción de la vida de misionero africano y de la humanidad entera. 

 

  •  Protección del medio ambiente: La degradación del medio ambiente constituye hoy un desafío global al que no se quiere sustraer el americano. América está en la vanguardia de la lucha contra este flagelo que aqueja a la Pachamama, la Madre Tierra. En las Américas sobresalen las búsquedas indígenas a favor de la conservación y el equilibrio ambiental. Leonardo Boff habla en sus planteamientos teológicos de la “ética ecológica”, teoría que pretende recordar al mundo la urgencia de neutralizar las ambiciones antropocéntricas, utilitaristas y consumistas que no tengan en cuenta el respeto de la naturaleza. Una preocupación que se halla en el magisterio latinoamericano. Aparecida invitó e invita a que se tome conciencia de considerar la  naturaleza  como  una herencia  gratuita  que  la humanidad ha recibido  para  proteger, como  espacio  precioso  de  la  convivencia humana  y  como  responsabilidad  cuidadosa del   hombre  para  el bien  de  todos (cfr. Aparecida, No. 471). El respeto del medio ambiente es un valor de suma importancia para el continente africano, que sigue padeciendo la devastación desértica y humana.  África emerge como una de las grandes víctimas de los procesos de calentamiento global que se gestan en el planeta tierra. Las constantes sequias e inundaciones han sembrado mucha muerte y destrucción. Por lo tanto vemos como oportuno para el continente africano el aporte americano en las luchas ambientales.


[1] Abya Yala es sinónimo de America en la lengua Kuna. Esta denominación es dada al continente americano por el pueblo Kuna, desde antes de la llegada de los europeos. Este pueblo es originario de la serranía del Darién, al norte de Colombia. Y que hoy en día habita la región al sur de Panamá y el norte de Colombia.

 

 

 

 

 

LA METODOLOGIA ALLAMANIANA LEIDA DESDE LA PRACTICA MISIONERA DEL CONTINENTE

 

(Reflexión para el Encuentro de los participantes a la asamblea del Continente Americano IMC: Superiores, Administradores y delegados de las diferentes opciones misioneras)

Inspirado en la Espiritualidad Misionera de la Consolata

(Bogotá, 3-8 de febrero 2014)

 

Un Método para aprender a ser pacientes sembradores más que rápidos recogedores

(Inspirado en la parábola bíblica del sembrador: Marcos 4,1-9)

 

  1. I. Motivaciones:

 

  • La invitación del Padre Salvador Medina (Consejero Continental)
  • El año del Beato Allamano y la invitación a dejarnos atraer y fascinar por la santidad de José Allamano  y por tanto, el llamado a apropiarnos de su Espíritu, tal como Eliseo le pidió a Elías el profeta y recibió dos tercios del Espíritu de profecía de Elías.  (Cfr. 2Re 2,9).
  • José Allamano  “Un indicador del  Camino”, según la bella expresión del Papa Benedicto XVI, ofrecida en la Carta de los Superiores Generales MC e IMC sobre el año del Fundador (7 –10-2013 / 7-10-2014). 
  • Un motivo personal: La relación con mi padre y con el Beato José Allamano: La cercanía de la pascua de ambos y la herencia espiritual recibida.
  • La enseñanza de vida de mi padre a mi sobrino sobre cómo cultivar aguacates y la enseñanza de José Allamano acerca de cómo cultivar con esmero y cuidado el huerto en los lugares de misión. Veamos el texto. Se nota que se trata de un experto:
  1. i. “Estar, por tanto, atentos a realizar a tiempo las siembras y los transplantes, arrancar las malezas, regar, procurar los protectores para defender el huerto de plagas  y de otros enemigos, usar las fungicidas que la experiencia sugiera contra los insectos y otras causas que puedan destruir la cosecha”.(Lett. N. 28).  
  2. ii. La relación con la misión: Cómo aprender a ser sembradores pacientes y operosos más que fáciles cosechadores.
  • Como hijo del Allamano y hermano, crecido en la familia de los Misioneros de la Consolata y la oportunidad de un pequeño estudio sobre José Allamano: “Primeras Intuiciones de Formación Misionera en el Padre José Allamano”  que presenté para la Licencia en Misionología, en la PUG de Roma el 11 de marzo de 1986..
  • José Allamano, un inspirador y un intercesor especial para el Vicariato Apostólico de San Vicente del Caguán junto al Beato Papa Juan Pablo II en esta etapa : “Una Iglesia en camino hacia la madurez en Cristo”.
  • Un recuerdo especial para dos misioneros de la Consolata que con su amplitud de visión y su audacia profética marcaron la vida de esta región IMC: Mons. Angel Lino Cuniberti  y Ariel Hoyos Zuluaga.

 

 

 

II. METODOLOGIA MISIONERA Y ESTILO DE VIDA

 

La preocupación del Padre José Allamano porque sus misioneros tuvieran un método misionero propio estuvo siempre unida a su preocupación por el estilo de vida y de presencia al que ellos deberían formarse tanto en la casa de formación como en los lugares de Misión. Esto es lo más característico del Reglamento con el que dio inicio al Instituto en 1901 y el cual, él mismo  había delineado diez años antes a manera de proyecto. Es interesante dar una mirada a unos elementos relevantes para nosotros hoy y hacer luego un ejercicio de confrontación con lo que las Constituciones actuales proponen acerca de Nuestro estilo de Evangelización en los Nos. 71 – 79.    

 

  • El Reglamento de 1901 : Reglas para los lugares de Misión (IV parte)

 

  1. i. Ofrece unos lineamientos claves para que los misioneros perseveren en el espíritu de su vocación (Art. 1); Regla de vida y programación (Art.5); las prácticas de vida interior (meditación, lectura espiritual, sacramento de la penitencia (Art.6) ; La liturgia de las horas y el Rosario (Art.7); la importancia del silencio (Art.8); Prioridad al estudio y formación permanente (Sagrada Escritura, teología moral, medicina, lenguas indígenas y los argumentos de las conferencias trimestrales con temas de actualización y asuntos a profundizar (Art.  9 y 10); Los retiros espirituales (Art.11)

 

  1. ii. El servicio de la animación –dirección  (Superiores a diverso nivel) (Art. 2;) y la preocupación paterna por el bien espiritual y físico de los misioneros (Art.4)

 

  1. iii.La exigencia de equipos estables; la cercanía y la comunicación: Todo en bien de la persona del misionero. La re-estructuración de misiones (Art. 3)

 

  1. iv. La rendición de cuentas y la revisión permanente de la vida de la misión: éxitos, obstáculos, nuevas perspectivas (Art.12)

 

  1. v. El significado y el valor del Diario que acompaña la vida del misionero y lo pone en diálogo permanente con la misión (Art.14)

 

  1. vi. La Economía y la misión: austeridad, la contabilidad, responsabilidad frente a  la providencia y a la solidaridad. (Art.15)

 

  1. vii. La afectividad consecuente con la opción de vida (Art.16)

 

  1. viii. La caridad pastoral hacia las personas (mansedumbre, longanimidad) y la prudencia en las ayudas económicas para evitar abusos (Art.17)

 

  1. ix. Opción preferencial por la juventud para formar multiplicadores y tener solidez a largo plazo (Art.18)
  2. x. La importancia del trabajo, del huerto:  apoyo al propio sostenimiento y  escuela  de  vida laboriosa y estable que atraiga a la conversión  (Art. 19)

   

 

Algunas observaciones:

 

  • No se puede separar un método apostólico  de un estilo de vida personal y comunitario (Esto es clave para José Allamano)
  • El método Apostólico que él delinea para sus misioneros es consecuencia de una manera de estructurar y orientar la vida
  • De la integralidad de la vida de los misioneros brota también un método para llevar a cabo la tarea evangelizadora ( Es lo que hoy nos recuerda Aparecida hablándonos de Conversión Personal y de Conversión Pastoral).
  • Es claro que esto supone hacer opciones y priorizar acciones de acuerdo al objetivo único que es la Evangelización de los Pueblos.

 

 

 

III. UN METODO EVANGELIZADOR  PROPIO CON UNA NOTA CALIFICATIVA:

“ILUMINADO”

 

El texto donde encontramos lo referente al método propio que el Beato ALLAMANO inspiró a sus misioneros, y con el cual  ellos llevaron a cabo la grande empresa evangelizadora del Kenya en aquellos primeros tiempos, está tomado de un precioso documento, talvez la más bella de las cartas circulares escritas por el Beato Allamano, precisamente, el 2 de Octubre de 1910 después de celebrar el que es considerado el año de oro del Instituto, esto es el año 1909, en el que se creó el Vicariato Apostólico del Kenya, fueron aprobadas las primeras Constituciones y fue dado el “Decretum Laudis” de aprobación pontificia del joven Instituto, que había iniciado en el 1901 y donde se reconoce la originalidad del método apostólico llevado a cabo por el Instituto en las misiones del Kenya entre los Akikuyo.

 

En dicho documento el padre Allamano describe las características que según él debe tener el trabajo apostólico de sus misioneros para que sea verdaderamente eficaz y obtenga el fruto deseado. Después de dar gracias a Dios por las bendiciones y consolaciones recibidas en el año de gracia 1909, él los invita a darse “Toto corde et ómnibus viribus”a la obra de la evangelización asumiendo el trabajo apostólico con tres cualidades especiales: “perseverante, concorde e iluminado”.(Lett. N. 72).

 

Refiriéndose más específicamente al tercer aspecto, el padre Allamano señala:

 

Vengo al tercer carácter de vuestro trabajo que llamo iluminado respecto al método a seguir. El decreto de la S. Sede en la aprobación de nuestro Instituto, los testimonios de S. Propaganda y las mismas palabras del Papa declaran el método de nuestro apostolado. “ Es necesario hacer de los indígenas hombres laboriosos para después hacerlos cristianos: mostrarles los beneficios de la civilización para atraerlos al amor de la fe: Amarán una religión que además de las promesas de la otra vida, los haga más felices en esta tierra” (Lett. N. 75).

 

Esto mismo es lo que él mismo explicará años más tarde, en la carta del 20 de junio de 1923, presentando las nuevas Constituciones del Instituto y recordando cómo fue concedido el “Decretum Laudis” del Instituto:

 

Y en 1909, después de un tiempo excepcionalmente corto desde la fundación se nos concedió el “Decretum Laudis” del Instituto, el cual, entre otras cosas, aprobaba – y me gusta recordároslo aquí- nuestro método de evangelización con las siguientes palabras: “característica de estas misiones es que los misioneros no se limitan a introducir la religión ... sino que con el esplendor de la fe , llevan a esos pueblos la luz de la civilización, instruyéndolos en la agricultura, cría del ganado, práctica de las artes más comunes...”

 

Con esto se resalta lo característico del Método evangelizador inspirado por el Padre Allamano y llevado a cabo por sus misioneros con enorme fidelidad: Vale la pena subrayar los aspectos más característicos:

 

  • Hacerlos hombres laboriosos para después hacerlos cristianos
  • Mostrarles los beneficios de la civilización para atraerlos al amor de la fe
  • Amarán una religión que además de las promesas de la otra vida, los haga más felices en esta tierra
  • Con el esplendor de la fe, llevan a esos pueblos la luz de la civilización.

 

Analizando más de cerca lo que el padre Allamano considera focal en el método tenemos la formulación de un verdadero mandato misionero:

1)      Amarán (ellos: los destinatarios)

2)      Una religión

3)      Que junto con las promesas de vida eterna los hace más felices en esta tierra

 

Lo primero: “Amarán” es consecuencia de una presencia y de un estilo de vida de los misioneros . Supone un tipo de relación en la que cuenta el amor, el afecto, el aprecio y la amistad. Se podría decir que se llega al conocimiento por la experiencia del amor y de la amistad y tal vez no al contrario.

 

En otras palabras, el encuentro con el Mensaje llega a través del corazón del mensajero, de la amistad, la benevolencia y la solidaridad experimentada. “Amarán” es consecuencia de haber sido amados. Es el fruto precisamente de lo que los misioneros hicieron hacia ellos y de cómo ellos se presentaron y se relacionaron con los destinatarios del Mensaje.

 

Lo segundo: Una religión es un sistema coherente y organizado que ofrece Vida y salvación. Es un espacio que permite construir la relación (re-ligare) con el Trascendente. En esa relación  los individuos – los grupos – la naturaleza  se construyen y se realizan como personas – Comunidad – Creación mediante un conjunto de experiencias, conocimientos (mitos y doctrinas), rituales, normas de vida que significan y validan dicha relación con el Trascendente.

 

Lo clave en el diálogo que implica la propuesta religiosa (Mensaje) es cómo hacerla significativa y valiosa para los individuos y grupos que la acogen. Creo que esa fue la intuición del método allamaniano: ¿Cómo acercar y hacer valiosa  y significativa la propuesta – el Mensaje- de vida y de salvación que sus misioneros llevaban a Africa: Para ello no comenzaron por doctrinas, ni por normas ni por ritos. El los llevó a partir ante todo de la experiencia de vida, del contacto, del diálogo, de la escucha, de la observación, del servicio de la caridad y de la misericordia.

 

Lo tercero: Conjugar e integrar Vida eterna y felicidad en esta tierra.     Estos son dos aspectos que no siempre ha sido fácil comprenderlos y mucho menos vivirlos simultáneamente en la historia de la evangelización. En muchas ocasiones se los percibe y experimenta separados y casi  que en oposición y/o en contradicción:

 

  • “más allá”.......................................”más acá”
  • Promesas ........................................realidad
  • Cielos (paraíso)-----------------------Tierra (valle de lágrimas)
  • “después de”---------------------------Aquí y ahora
  • Otra vida -------------------------------esta vida

 

Esta tensión me parece que se aclara mirándola desde el horizonte del Reino de Dios que nos ha ofrecido tan lúcidamente la Teología del Vaticano II. Considero que sería muy iluminador mirarla desde la perspectiva que nos ofrecen las Bienaventuranzas tanto de Mateo, Capítulo 5, 1 -12 como de Lucas, Capítulo 6, 20 - 26. Creo que podría ser una muy buena sugerencia hacer una lectura del Método Misionero Allamaniano a la luz de los dos textos que tenemos de las Bienaventuranzas, dado que allí están presentes: El único horizonte: El Reino de Dios y las dos perspectivas integradas:

 

  • Felicidad en esta tierra---------y-----------Bienaventuranza plena
  • Historia --------------------------y ---------- Escatología
  • Ya---------------------------------y------------Todavía no

 

Lo interesante en la visión del padre José Allamano es notar que ambas perspectivas se integran. No son opuestas, ni contradictorias ni antinómicas. José Allamano tiene claro el horizonte: La voluntad salvífica de Dios, “que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”(1Tm.2,4).

 

Para la profundización de esto, además de la perspectiva bíblica sugerida convendría también darle una mirada a la “Evangelii Nuntiandi, del Papa Pablo VI, especialmente al capítulo III – “Contenido de la Evangelización” y poder confrontar la originalidad de este magno documento con el pensamiento del Beato Allamano.

 

Allí, en la EN el Papa presenta el grande arco de la Acción Evangelizadora con su contenido esencial y elementos secundarios (Cf. Nos. 25 y 26),  donde el centro del mensaje es: la salvación en Jesucristo (No.27), ofrecida bajo el signo de la esperanza

( No.28) y como un mensaje que afecta a toda la vida (No.29).

 

Dicho mensaje, por consiguiente, es un mensaje de liberación (No.30) en conexión necesaria con la promoción humana – desarrollo, liberación (No.31) que debe ser llevada a cabo “sin reducciones ni ambigüedades” (No.32), lo que implica que ha de ser: una liberación evangélica...(No.33)...centrada en el Reino de Dios...(No.34)...en una visión evangélica del hombre... (No.35)... que exige una necesaria conversión (No36)  excluyendo toda forma de violencia (No.37).

 

En todo ello la Iglesia tiene una contribución específica en la lucha por una justa liberación vinculada a la evangelización (N.38), cuya apuesta está en “asegurar los derechos fundamentales del hombre, entre los cuales la libertad religiosa ocupa un puesto de primera importancia”(No.39).

 

             

IV. LA OPCION METODOLÓGICA Y SUS IMPLICACIONES MISIONERAS

 

 

En la Metodología Apostólica del Padre José Allamano y en el carácter “Iluminado” subyace una opción metodológica con unas consecuencias muy importantes para la acción misionera que ponen de manifiesto la singularidad y originalidad del método evangelizador tan cuidadosamente  reflexionado y decidido  por José Allamano y por sus misioneros a partir de la Primera Conferencia de Muranga de Marzo de 1904 y perfeccionado con la experiencia  y el diálogo permanente entre el Padre y sus misioneros a través de las cartas, los encuentros, los diarios de misión, los informes periódicos que ellos mantuvieron tan fielmente  durante aquéllos primeros años de misión marcados por un gran anhelo de servir la causa evangelizadora del pueblo Kikuyo.

 

Para descubrir cuál fue la opción que orientó y guió todo el proceso evangelizador del pueblo Kikuyo podríamos preguntarnos por aquello que no hicieron José Allamano y sus misioneros y en consecuencia mirar a lo que efectivamente si hicieron en su acción evangelizadora. Veámoslo más detenidamente en el siguiente cuadro comparativo:

 

 

I. LO QUE NO HICIERON                                   II. LO QUE SI HICIERON

 

1)      No corrieron a hacer cristianos..................... Se preocuparon por hacer hombres

 

2)      No se apresuraron a bautizar.........................Esperaron hacer procesos de conversión

 

3)      No se dejaron llevar por el inmediatismo......Se trazaron  objetivos y metas posibles

 

4)      No se dejaron arrastrar por el activismo........Aprendieron a darse prioridades

 

5)      No se dejaron tentar por las estadísticas........Apuntaron a cualificar multiplicadores.

 

6)      No se dejaron desanimar por las críticas........Avanzaron con claridad y determinación

 

7)      No se dejaron llevar por acciones aisladas......Trabajaron en “unidad de acción”

 

8)      No se desanimaron por los pocos frutos..........Fueron pacientes y perseverantes

 

9)      No se echaron para atrás por la nostalgia.........Se apegaron a la nueva patria

 

10)  No impusieron lo propio y lo conocido...........Respetaron los valores de los demás

 

 

Miremos ahora algunas implicaciones misioneras de este Metodología allamaniana concertada entre el padre José Allamano y sus misioneros:

 

1. En todo esto subyace una opción de fondo: Se propusieron José Allamano y sus misioneros lograr  un objetivo preciso y de gran alcance: La Evangelización /Conversión/Transformación de todo un pueblo y no simplemente de individuos aislados.

 

2. Tuvieron conciencia siempre clara que ello implica tiempo y por ello requiere de paciencia. Todo es fruto de procesos.

 

3. Para todos fue claro que era clave ser fieles al Objetivo y a las metas trazadas. Por tanto “un trabajo perseverante”. Era preciso sembrar para recoger y no simplemente recoger así no más.

 

4. Una condición fundamental que garantizó la eficacia fue la Acción en conjunto. El trabajo “concorde” en la “unidad de acción”. La unidad y complementariedad de todos en el único propósito: La Conversión del pueblo Kikuyo y con ello el nacimiento del nuevo Pueblo de Dios, en medio de ellos (La Iglesia).

 

5. El núcleo focal de esa metodología misionera fue lo que ellos, el Padre y los misioneros acordaron en llamar “la Formación de ambiente”, lo cual se dio en un proceso dialogal de servicio, escucha, visita, reflexión y discernimiento permanente.

 

Bogotá 6 de febrero 2014

 

Francisco Javier Múnera Correa, IMC

Vicario Apostolico

San Vicente del Caguán 

 

CARTA DE IDENTIDAD Y DE VIAJE

Misioneros de la Consolata

                                       

CONSOLACIÓN   LIBERACIÓN   RESURRECCIÓN

Memoria, historia, profecía

 

El Espíritu del Señor Yahvéh está sobre mi                                                                       Espíritu Santo

 Por cuanto me ungido Yahvéh.                                                                                        Buena nueva

A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado                                                 Pobres

A vendar los corazones rotos ;                                                                               Nazaret   María

A pregonar a los cautivos la liberación y  los reclusos la libertad,                                   Liberación        

A pregonar año de gracia de Yahvé                                                                                  Año de gracia

(….Día de venganza de nuestro Dios…)   no!!

Para consolar a todos los que lloran, para darles diadema en vez de ceniza                 Consolación

Aceite de gozo en vez de vestido de luto                                                                          Gozo        

Alabanza en vez de espíritu abatido                                                                                 Justicia  

Se les llamará robles de justicia, plantación de Yahvéh para manifestar su gloria. 

Edificarán las ruinas seculares,                                                                                          Reedificar 

Los lugares de antiguo desolados levantarán                                                                   Levantar

Y restaurarán las ciudades en ruinas,

Los  lugares por siempre desolados.                                                                       Sacerdotes de

Yahvéh

 

Y vosotros seréis llamados   sacerdotes de Yahvéh, ministros de nuestro Dios se os llamará . Pues yo Yahvéh   amo el derecho y aborrezco la rapiña y el crimen.

(Isaias  61, 1)                                       

 “ se añade : me ha enviado a proclamar la vista a los ciegos

 

Febrero 6 de 2014

 

 

 

Last modified on Thursday, 05 February 2015 16:35

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