JESUS, FORMANDO Y FORMADOR

Published in Missione Oggi

Inspiraciòn para los Formandos y Formadores de la Consolata

Buenos Aires 17 de Julio de 2013

 

Generalmente, cuando hablamos de Jesús, no acostumbramos ver en El al formando, sólo al formador. En realidad, Jesús, igual a nosotros en todo, menos en el pecado (Hb 4,15), vivió el mismo proceso de aprendizaje, propio de todo ser humano. Como todo mundo, crecía en sabiduría, tamaño e gracia, delante de Dios y de los hombres (Lc 2,52). En aquellos treinta años en Nazaret, Jesús “crecía fuerte, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él” (Lc 2,40). Y también después, a lo largo de los tres años de su vida como formador de los discípulos y de las discípulas, el fue aprendiendo en el contacto con el pueblo, con los discípulos y con los hechos duros de la vida. “Y aunque era Hijo de Dios, aprendió a ser obediente a través de sus sufrimientos” (Hb 5,8).        Como todos nosotros, el se matriculò en la escuela de la vida y se tornò discípulo aplicado de Dios y del pueblo.

            Hablando de “Jesús formando y formador”, no se trata de dos períodos distintos, como si en los Treinta años en Nazaret Jesús fuese sólo formando, y en los otros tres años fuese sólo formador..        En realidad, el formando siempre es factor de formación para su propio formador. El formador se forma, formando a sus discípulos. Una vez que tiene formado a sus discípulos, el formador desaparece.

 

            1. Seguir a Jesús

            2. El amigo que convive y forma para la vida

            3. Jesús forma los discípulos para que participen en la misión.

            4. El método participativo de las Parábolas

            5. Atento al proceso de formación de los discípulos

            6. Contenidos y recursos didácticos

 

1. Seguir a Jesús

            Desde el comienzo, el objetivo del seguimiento es doble: estar con Jesús, formar comunidad con el e ir en misión, o sea, predicar, expulsar los demonios, ser pescador de hombres (Mc 1,17; Lc 5,10; Mc 3,13-15). "Seguir a Jesús" era el termino que hacia parte del sistema educativo de la época. Indicaba La relación del discípulo con el maestro. La relación maestro-discípulo es diferente de la relación profesor-alumno. Los alumnos asisten a la clase de un profesor de determinada materia, pero no conviven con él. Los discípulos "siguen" al maestro y se forman en la convivencia diaria con El, dentro del mismo estilo de vida.

            El seguimiento de Jesús tenía tres dimensiones que perduran hasta hoy y que Forman el eje central del proceso de formación de los discípulos:

            * Imitar el ejemplo del Maestro:

            Jesús era el modelo a ser recreado en la vida del discípulo o de la discípula (Jn 13,13-15). La convivencia diaria con el Maestro permitía una confrontación constante. En esta "escuela de Jesús" solo se enseñaba una única materia: el Reino! Y este Reino se reconocía en la vida y en la práctica del Maestro. Esto exige de nosotros lectura y meditación constante del Evangelio para mirarnos en el espejo de la vida de Jesús.

            La imitación del Maestro no era un aprendizaje teórico. Quien seguía a Jesús debía comprometerse con él y "estar con él en las tentaciones" (Lc 22,28), inclusive en la persecución (Jn 15,20; Mt 10,24-25). Debía estar dispuesto a cargar la cruz y a morir con él (Mc 8,34-35; Jn 11,16).

Esto exige de nosotros un compromiso concreto y diario de fidelidad con el mismo ideal comunitario con que Jesús, fiel al Padre, se comprometía.

            * Tener la vida de Jesús dentro de sí.

            Después de la Pascua, surge una tercera dimensión, el fruto de la fe en la resurrección y de la acción del Espíritu en la vida de las personas. Se trata de la experiencia personal de la presencia de Jesús resucitado, que llevaba a los primeros cristianos a decir: "Vivo, pero ya no soy yo, sino que es Cristo que vive en mí" (Gal 2:20). Ellos procuraban rehacer en sus vidas el mismo camino de Jesús que había muerto en defensa de la vida y fue resucitado por el poder de Dios (Fil. 3:10-11). Esto requiere de nosotros una espiritualidad de entrega continua, alimentada por la oración.

            Tanto la convivencia comunitaria estable alrededor de Jesús y la misión itinerante a través de las aldeas de Galilea, las dos dimensiones son parte del mismo proceso de formación. Una no excluye a la otra. Por el contrario! Se complementan mutuamente. Una sin la otra no se realiza porque la misión consiste en reconstruir la vida en comunidad.

 

2. El amigo que convive y forma para la vida

            A lo largo de esos tres años, Jesús acompañaba a los discípulos. Era el amigo (Jn 15.15) que convivía con ellos, comía con ellos, andaba con ellos, se alegraba con ellos, sufría con ellos. Era a través de esta convivencia que ellos se formaban. Muchos pequeños gestos reflejan el testimonio de vida con que Jesús marcaba presencia en la vida de los discípulos y de las discípulas, su manera de ser y de convivir, de relacionarse con la gente y de acoger al pueblo que venía a hablar con él. Era la manera de él la que le daba forma humana a su experiencia de Dios como Padre:

            * Amigo, comparte todo, incluso el secreto del Padre (Jn 15:15).

            * Ternura, provoca fuertes respuestas de amor (Lc 7:37-38, 8:2-3, Jn 21:15-17;

            Marcos 14:3-9, Juan 13:1).

            * Atento, preocupado por la alimentación de los discípulos (Jn 21:9), cuida

            del descanso de ello y procura estar a solas con ellos para descansar (Marcos 6:31).

            * Pacífico, él inspira paz y reconciliación: "La paz esté con vosotros!" (Jn 20,19; Mt 10,26-         33; Mt 18,22; Jn 20,23, Mt 16,19, Mt 18,18).

            * Comprensivo, acepta los discípulos de la forma que son, incluso la fuga, la negación y la         traición, sin romper con ellos (Mc 14,27-28; Jn 6,67).

            * Comprometido, defiende a sus amigos cuando son criticados por los adversarios

            (Marcos 2,18-19; 7,5-13).

            * Manso y humilde, invitar a los pobres y oprimidos, "Vengan todos a mí" (Mt. 11:28).

            * Exigente, pide dejar todo por amor a él (Mc 10,17-31).

            * Sabio, conoce la debilidad de sus discípulos, sabe lo que está pasando por sus corazones y      por lo tanto insiste en la vigilancia y les enseña a orar (Lucas 11:1-13, Mateo 6:5-15).

            * Hombre de oración, aparece rezando en todos los momentos importantes de su vida y la

            despierta en sus discípulos la voluntad de orar: "Señor, enséñanos a orar "(Lucas 11:1-4, Lucas 4:1-13, 6:12-13, Jn 11,41-42; Mt 11,25, Jn 17:1-26, Lucas 23:46,            Marcos 15:34)

            * Humano, Jesús es humano, muy humano “tan humano como sólo Dios puede ser          humano”, "dijo el Papa León Magno (siglo V). Él vino a mostrar el camino quien quiere       ser divino: en primer lugar ser profundamente humano! (cf. Flp 2,6-11).

 

            De este modo, por su manera de ser y por su testimonio de vida, Jesús encarnaba el amor de Dios y lo revelaba a los discípulos y las discípulas (Mc 6,31, Mt 10,30, Lc 15,11-32). ¿Quién me ve a mí, ha visto al Padre "(Jn 14:9). Se convirtió para ellos en una persona significativa que los marcó para el resto de su vida como "camino, verdad y vida" (Jn 14,6).

 

3. Jesús forma a los discípulos para que participen en la misión

            Desde el primer momento del llamado, Jesús participa a sus discípulos en la misión que él mismo estaba realizando en obediencia al Padre. La participación efectiva en el anuncio del Reino hace parte del proceso formador, porque la misión es la razón de ser de la vida comunitaria en torno a Jesús. (Lucas 9,1-2; 10,1). Deben ir de dos en dos, para anunciar la llegada del Reino (Mateo 10.7, Lucas 10,1.9), curar a los enfermos (Lucas 9,2), echar fuera demonios (Marcos 3:15), anunciar la paz (Lc 10,5, Mateo 10.13) y rezar por la continuidad de la misión (Lucas 10:2). Algunos aspectos de su actitud formadora con relación a la misión:

            * Los corrige cuando se equivocan y quieren ser los primeros (Mc 9,33-35, 10,14-15)

            * Saber esperar el momento oportuno para corregir (Lc 9,46-48; Mc 10,14-15).

            * Ayuda a discernir (Mc 9,28-29)

            * Los interpela cuando son lentos (Marcos 4,13, 8,14-21)

            * Los prepara para el conflicto y la persecución (Jn 16,33; Mt 10,17-25),

            * Manda observar la realidad (Mc 8,27-29; Jn 4,35; Mt 16,1-3),

            * Refleja con ellos las cuestiones del momento (Lucas 13;1-5)

            * Los confronta con las necesidades de la gente (Juan 6,5),

            * Enseña que las necesidades de la gente están por encima de las prescripciones rituales (Mt       12,7.12),

            * Olvida su propio cansancio y acoge a la gente que lo busca (Mt 9,36-38).

            * Tiene momentos a solas con ellos, para poder instruirlos (Marcos 4,34, 7,17, 9,30-31,    10,10, 13,3),

            * Sabe escuchar, aun cuando el diálogo es difícil (Jn 4,7-30).

            * Ayudar a las personas a aceptarse a sí mismas (Lucas 22,32).

            * Es severo con la hipocresía (Lc 11,37-53).

            * Hace más preguntas que respuestas (Mc 8,17-21).

            * Es firme y no se deja desviar del camino (Mc 8,33; Lc 9,54).

            * Despierta libertad y liberación: "El sábado ha sido hecho para el hombre, y no el hombre         para el sábado"(Mc 2,27; 2,18.23)

            * Después de haberlos enviado a la misión, al volver hace revisión con ellos (Lc 9,1-2, 10,1;       10,17-20)

            * Llama la atención de los discípulos para las cosas de la vida a través de la enseñanza de las     parábolas (Lucas 8:4-8).

 

4. El método participativo de las parábolas

            Jesús tenía una gran capacidad para inventar parábolas o pequeñas historias para comparar las cosas de Dios, que no son tan evidentes, con las cosas de la vida de la gente que todo el mundo conocía y experimentaba diariamente en su lucha por la supervivencia. Esto supone dos cosas: estar por dentro de las cosas de la vida de la gente, es estar por dentro de las cosas de Dios, del Reino de Dios.

            La parábola es una forma participativa de enseñar y educar. No hace saber, pero hace descubrir. Ella cambia los ojos, hace que la persona sea contemplativa, observadora de la realidad. Lleva a las personas a reflexionar sobre su propia experiencia de vida, y hace que esta experiencia le permitirá descubrir que Dios está presente en la vida cotidiana de cada día. Por ejemplo, el agricultor que escucha la parábola de la semilla, dice: "las semillas en la tierra, sé lo que es. Pero Jesús dice que esto tiene que ver con el Reino de Dios. ¿Qué será lo que El quiere decir con eso?". Y entonces se puede imaginar las largas conversaciones de la gente y de los discípulos en torno a las parábolas que Jesús contaba.

            La parábola provoca. En algunas parábolas suceden cosas que no suelen suceder en la vida normal. Por ejemplo, dónde se vio un pastor de cien ovejas, abandonar noventa y nueve en el desierto para encontrar aquella única oveja que se perdió? (Lc 15,4). Donde se vio a un padre recibir con fiesta al hijo libertino, sin dar ninguna palabra de reproche? (Lc 15,20-24). Donde se vio que un samaritano sea mejor que el levita o el sacerdote? (Lucas 10:29-37). La parábola trae una exageración pedagógica. Ella provoca tanto para llevar al oyente a pensar. Ella lleva a la persona a participar en la historia a partir de su propia experiencia de vida.

            Una vez un obispo preguntó en una reunión de la comunidad: "Jesús dijo que debemos ser como la sal. ¿Para qué sirve la sal? ". Discutieron y al final, compartiendo entre sí sus experiencias con la sal, encontraron más de diez finalidades para la sal. Luego fueron a aplicar todo esto a su propia vida y descubrieron que ser sal es difícil y exigente! La parábola funcionó y les ayudó a dar un paso. Comenzó la travesía en dirección al Reino!

            Cierta vez, en la parábola de la semilla, los discípulos le preguntaron a Jesús qué les quería enseñar a través de esa parábola. Jesús dijo: "A ustedes se les ha dado el misterio del Reino de Dios, pero a los que están fuera no les llegan más que parábolas. Y se verifican estas palabras: Por mucho que miran, no ven; por más que oyen, no entienden; de otro modo se convertirían y recibirían el perdón.” (Mc 4:11-12). Jesús distingue dos categorías de personas, los "de fuera" y los "de dentro".    A los “de dentro”, es decir, a los discípulos que conviven con Jesús y creen en él, es dado a conocer el misterio del Reino, porque el misterio del Reino es el mismo Jesús. Jesús es la semilla del Reino. A los “de fuera”, es decir, no a los que no eran parte de la "familia de Jesús, todo está dicho en parábolas, “para que viendo no vean”. Estos, los de fuera, saben lo que es la semilla, pero no saben que Jesús mismo es la semilla. Algunos de ellos, por ejemplo, los fariseos y los herodianos que querían matar a Jesús (Mc 3,6), nunca aceptarían que Jesús es la semilla del Reino. Por lo tanto, incluso viendo y oyendo, no entienden. Es por causa de esta ceguera ellos se excluyen a si mismos del Reino.

            Sólo un par de veces Jesús explica las parábolas. Generalmente, él dice: "Quien tenga oídos, para oír que oiga!" (Mt 13,9; 11,15; 13,43; Mc 7,16). En otras palabras:"¡Eso es! Ustedes oirán! Ahora traten de entender!". De vez en cuando, en casa, él daba una explicación a los discípulos (Mc 4,34-34). Esto significa que la enseñanza de la parábola era un voto de confianza de Jesús en la capacidad de la gente y de los discípulos para comprender sus enseñanzas. Es bueno para el formando saber y experimentar que El formador cree en él y en su capacidad para asimilar y entender las cosas.

            Una persona que camine con Jesús y conviva con él, ya es santa y renovada. El "fermento de Herodes y de los fariseos" (Mc 8,15), la ideología dominante de la época, tenía raíces profundas en la vida de aquella gente. La conversión que Jesús pedía y la formación que él daba, procuraba erradicar de dentro de ellos ese "fermento" de la ideología dominante.

            También hoy, la ideología del sistema neoliberal, renace siempre de nuevo en la vida de las comunidades y de los discípulos y las discípulas. El "fermento de consumismo" tiene profundas raíces en la vida, tanto de los formandos como de los formadores, y exige una vigilancia constante. Jesús ayudó a los discípulos a vivir en un permanente proceso de formación.

            Veamos algunos casos de esta vigilancia con que Jesús los acompañaba y los ayudaba a que tomaran conciencia del fermento "de Herodes y los fariseos”. Es la ayuda fraterna con que él, atento al proceso de formación de los discípulos, intervenía para ayudarlos a dar un paso y crear nueva conciencia:

 

1. Mentalidad de grupo cerrado

            Un día, alguien que no era de la comunidad, utilizaba el nombre de Jesús para expulsar a los demonios. Juan vio y lo prohibió. Él le dijo a Jesús: "Prohíbelo porque no anda con nosotros" (Mc 9,38).

            Juan pensaba que tenía el monopolio de Jesús y quería impedir que otras personas usasen el nombre de él para realizar el bien. Era la antigua mentalidad de "el pueblo elegido, el pueblo separado!". Jesús le respondió: "No se lo prohíban! Quién no está contra, está a favor"(Lc 9,39-40). Para Jesús, lo que importa no es si uno hace o no parte de la comunidad, pero si ella hace o no el bien que la comunidad anuncia a todos en nombre de Dios.

 

2. Mentalidad del grupo que se considera superior a los demás.

            Una vez, los samaritanos no querían dar hospedaje a Jesús. La reacción de algunos discípulos fue violenta, "Que un fuego del cielo ponga fin a este pueblo" (Lc 9,54). Ellos querían imitar al profeta Elías (cf. 2 Reyes 1,10-11). Pensaban que, por el hecho de estar con Jesús, todos debían acogerlos. Pensaron que tenían a Dios de su lado para defenderlos. Era la antigua mentalidad de "el pueblo elegido, pueblo privilegiado!". Jesús los reprende: "Usted no sabe de qué espíritu están siendo animados" (Lucas 9,55).

 

3. Mentalidad de competición y de prestigio.

            Los discípulos estaban luchando entre sí por el primer lugar (Mc 9,33-34). Era la mentalidad de clase y de competición que caracterizaba a la sociedad del Imperio Romano. Ella ya se infiltraba en la pequeña comunidad que estaba naciendo alrededor de Jesús. Jesús reacciona y manda tener la mentalidad contraria: "El primero sea el último" (Mc 9:35). Es el punto en el que más insistió y en el que dio más su propio testimonio: "No he venido a ser servido sino a servir" (Mc 10,45, Mt 20,28; Jn 13,1-16).

 

4. Mentalidad de quien margina a los pequeños.

            Las madres con niños quieren acercarse a Jesús. Los discípulos las apartan. Era la mentalidad de la cultura de la época en la cual niños no contaban y deben ser sancionados por los adultos. Era además el miedo de que las madres y los niños tocando a Jesús, con las manos impuras, pudieran causar alguna impureza en Jesús. Pero Jesús lo reprende: "Dejen que los niños vengan a mí!" (Marcos 10:14). Él los acoge, abraza y bendice. Coloca al niño como un maestro de adultos: "El que no reciba el reino como un niño, no puede entrar en él"(Lc 18,17). Transgrede las normas de la pureza legal que impiden la acogida y la ternura.

 

5. Mentalidad de quien sigue la opinión de la ideología dominante.

            Un día, viendo a un hombre ciego, los discípulos le preguntaron a Jesús: "¿Quién pecó, él o sus padres, para que haya nacido ciego?”(Jn 9,2). Al igual que hoy, el poder de la opinión pública era muy fuerte. Hacía que todo el mundo piense de la misma manera según la ideología dominante. En cuanto se piensa así, no se puede percibir todo el alcance de la Buena Nueva del Reino. Jesús los ayuda a tener una visión más crítica: "Ni él ni sus padres, sino para que se manifiesten las obras de Dios" (Jn 9,3). La respuesta de Jesús supone una conciencia nueva y una lectura diferente de la realidad.

            Estos y muchos otros episodios muestran como Jesús estaba atento al proceso de conversión y de formación en que se encontraban sus discípulos. Esto revela dos características en Jesús: 1) Poseía una visión crítica tanto de la sociedad en la que él vivía, como la ideología o el "fermento" que los grandes comunicaban a los súbditos. 2) Tenía una clara comprensión de cómo este "fermento" disfrazadamente se infiltraba en la vida de las personas. Pues de alguna manera ellos pensaban agradar a Jesús cuando prohibían a las madres aproximarse a Jesús o cuando pedían a Dios que haga hacer bajar fuego del cielo.

 

6. Contenido y recursos didácticos

            El sistema educativo de la época era muy diferente del actual. Jesús fue Maestro, Rabino. No era un profesor. Sus formandos no eran alumnos, pero si discípulos y discípulas. Sin embargo, a pesar de ser diferente de hoy, vamos a arriesgar una respuesta para la siguiente pregunta: ¿Cuáles fueron los contenidos y recursos didácticos en que Jesús más insistía y que daba más atención n el proceso de formación de los discípulos?

            * El testimonio de vida.

            El recurso básico que Jesús utiliza en la formación de discípulos es el testimonio de su vida: «Sígueme» (Lc 5:27). "Vengan y verán" (Jn 1,39). "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14.16). El discípulo tiene en la vida del Maestro una norma (Mt 10,24-25). En su testimonio de vida Jesús refleja para los discípulos los rasgos del rostro de Dios: "Quien ha visto a mí ha visto al Padre" (Jn 14,9). La raíz de la Buena Noticia es Dios, el Padre. La raíz de la transparencia de Jesús es su fidelidad al Padre y su coherencia con la Buena Noticia que anuncia e irradia.

            * La vida y la naturaleza.

            Jesús descubre la voluntad del Padre en los fenómenos más comunes de la naturaleza y la transmite a los discípulos y las discípulas: en la lluvia que cae sobre buenos y malos él descubre la misericordia del Padre, que acoge a todos (Mt 5,45), en las aves del cielo y los lirios del campo él encuentra los signos de la Divina Providencia (Mt 6,26-30). Su forma de enseñar en parábolas hace que los discípulos reflexionen en las cosas más comunes de todos los días de su vida (Mt 13,1-52, Marcos 4,1-34). Las parábolas de Jesús son un retrato de la vida de la gente y la realidad confusa y conflictiva de la época.

            * Los grandes temas del momento y las preguntas de la gente.

            El crimen de Pilatos en contra de algunos peregrinos de Galilea, la caída de la torre de Siloé en construcción que mató a 18 trabajadores (Lc 13,1-4), la discusión de los discípulos alrededor quién de ellos era el más grande (Mc 9,33-36), el hambre del pueblo (Lc 9,13), la enseñanza de los escribas (Mc 12,35-37) y muchas otras cuestiones, hechos y preguntas de la gente funcionaban como un gancho para que Jesús llevara a los discípulos a reflexionar, para caer en sí y encontrar alguna enseñanza a la llamada de Dios.

            * La manera de enseñar en cualquier lugar.

            En cualquier lugar donde habia gente para escucharlo, Jesús transmitía la Buena Noticia de Dios: en las sinagogas durante la celebración de la Palabra en los sábados (Mc 1, 21; 3,1; 6,2); en reuniones informales en las casas de amigos (Mc 2,1-15; 7,17; 9,28; 10,10); andando por el camino con los discípulos (Mc 2,23), junto al mar en la playa, sentado en una barca (Mc 4,1), en el desierto a donde se refugió y donde la gente lo buscaba (Mc 1,45; 6,32-34), la montaña, donde proclamó las Bienaventuranzas (Mt 5:1), en las plazas de aldeas y ciudades, donde la gente llevaba a sus enfermos (Mc 6,55-56), en el Templo de Jerusalén, durante las fiestas, diariamente, sin miedo (Mc 14,49).

            * Memorización en base a la repetición.

            No había libros o manuales como en la actualidad. La enseñanza se basaba en la repetición de contenidos a fin de favorecer la memorización. Esto sigue siendo evidente en algunas partes. El final del Sermón de la Montaña, por ejemplo, repetido dos veces, de manera rítmica, con pocas diferencias,. (Mt 7,24-25 y 26-27).

            * Momentos a solas con los discípulos.

            Varias veces, Jesús invita a los discípulos a ir con él a un lugar lejano, sea para instruir (Mc 4,34; 7,17; 9,30-31; 10,10; 13,3), sea para descansar (Mc 6,31). Él llegò a hacer un largo viaje en el extranjero, en la tierra de Tiro y Sidón, para poder estar a solas con ellos y instruirlos acerca de la Cruz (Mc 8,22-10,52).

            * La Biblia y la historia de la gente.

            No siempre es posible discernir si el uso que los Evangelios hacen del Antiguo Testamento vienen del propio Jesús o es una explicitación de los primeros cristianos que, por lo tanto, expresaban el alcance de su fe en Jesús. De todos modos, es innegable el uso constante y frecuente que Jesús hacía de la Biblia. Sabía la Biblia de memoria. Como veremos, Jesús fue guiado por la Sagrada Escritura para llevar a cabo su misión y para instruir a los discípulos y al pueblo.

            * La Cruz y el sufrimiento.

            Cuando se hizo evidente a Jesús que las autoridades religiosas no aceptaría su mensaje y decidirían matarlo, él empezó a hablar de la cruz que le esperaba en Jerusalén (Lc 9,31). Esto provocó fuertes reacciones en los discípulos (Mc 8,31-33), porque en la ley estaba escrito que un crucificado era un "maldito de Dios" (Dt 21,22-23). Como un maldito de Dios podría ser el Mesías? Por lo tanto, desde este momento crítico, el eje de la formación que Jesús dio a los discípulos, era ayudarles a superar el escándalo de la Cruz (Mc 8,31-34; 9,31-32; 10,33-34).

Estos son algunos de los recursos de enseñanza utilizados por Jesús en la formación de los discípulos y de las discípulas. Algunos de estos recursos eran diferentes de hoy, otros eran iguales.

 

Para reflexionar:

1. Coincidencias entre nuestra pràctica como formadores y formandos y la de Jesus.

2. Aportes de Jesus a nuestro ser de formandos y formadores.

3. Aportes de Jesus a todo el sistema formativo de la Consolata en este continente.

 

 

 

Last modified on Thursday, 05 February 2015 16:35

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