DIÁLOGO FE Y CULTURAS

Category: Missione Oggi
Hits: 5837 times
  1. Breve resumen del diálogo Fe y Cultura en el Magisterio de la Iglesia: de León XIII a Juan Pablo II.

 

El concepto de cultura ha llegado a ser un instrumento de análisis social y una categoría de acción para el desarrollo de las sociedades. La Iglesia ha tomado este concepto de la antropología cultural y progresivamente ha ido desarrollando y modernizando su propio concepto de cultura.

 

En 1871, el antropólogo Edward Tylor publicaba su obra Primitive Society, donde se halla una de las primeras definiciones en sentido antropológico: “La cultura o civilización es ese complejo conjunto que abarca el saber, las creencias, el arte, la ética, las leyes, las costumbres y cualquier otra aptitud o hábito adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad” (1).

 

En el tiempo de León XIII era natural hablar de civilización: “…las corrientes iluministas o racionalistas que presentaban abiertamente a la Iglesia como fuerza retrógrada, enemiga de la civilización…” (2).

 

El término civilización se ha seguido usando en los documentos de la Iglesia hasta el día de hoy, en algunos casos con un significado parecido al de cultura, aunque se prefiere usar el término cultura para analizar la dinámica de los diversos componentes de la sociedad y civilización para expresar la realización de los valores evangélicos y como un futuro punto de encuentro de la humanidad en el que confluirán todos los pueblos en una civilización cristiana, civilización del amor, civilización de la solidaridad universal. Ya Benedicto XV cuando acababa de iniciarse la primera guerra mundial con sus “gigantescas matanzas”, en su carta Ad Beatissimi Apostolorum (1914) subrayando los fundamentos de la filosofía cristiana, habla de una civilización del amor.

 

Pío XI en su encíclica Divini Illius Magistri sobre la educación cristiana de la juventud de 1929 en el nº 12 dice: “Esta Obra de la Iglesia en todo género de cultura cede en inmenso provecho de las familias y las naciones”. El término cultura sigue abriéndose camino en la Quadragesimo Anno (1931) en la que se propone que la Iglesia a través de su enseñanza social transmita los valores cristianos a la sociedad y a las culturas de su tiempo.

 

Al final de la segunda guerra mundial Pío XII en el radiomensaje del 1 septiembre, 1944 en el nº 6 dice: “… y así es como la civilización cristiana, sin ahogar ni debilitar los elementos sanos de las más diversas culturas nacionales, las armoniza en las cosas esenciales, creando de esta suerte una amplia unidad de sentimientos y de normas morales, firmísimo fundamento de la verdadera paz, de la justicia social y del amor fraterno entre todos los miembros de la familia humana” (3).

 

Juan XXIII en Mater et Magistra de 1961 y Pacem in Terris de 1963 comienza a dirigir su mensaje a todo los hombres de buena voluntad.

 

El documento Gaudium et Spes presenta una definición de la cultura: “Con la expresión ‘cultura’, en general, se indica todo aquello con lo que el hombre afina y desarrolla sus innumerables cualidades espirituales y corporales, procura someter al mismo orbe terrestre con su conocimiento y trabajo; hace más humana la vida social, tanto en la familia como en toda la sociedad civil, mediante el progreso de las costumbres e instituciones; finalmente, a través del tiempo, formula, comunica y conserva en sus obras grandes experiencias y aspiraciones, para que sirvan de provecho a muchos; más aún, a todo el genero humano” (4) El término “cultura” aparece 91 veces en los documentos del Vaticano II.

 

Una noción de cultura muy parecida a la de la Gaudium et Spes se inserta en la Declaración de México de 1982, aprobada por los 130 Estados participantes: “Con la palabra cultura, en un sentido general, se entiende el conjunto de los rasgos distintivos, tanto espirituales como materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social. Abarca, además de las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias” (5).

 

El Concilio y en particular la Gaudium et Spes nos habla de la necesidad de la evangelización de las culturas, siendo capaces de “…descubrir con gozo y respeto las semillas de la palabra que en ellas se contienen” (6)

 

Pablo VI en la Exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi (8 diciembre 1975) en el nº 20 nos dice: “La ruptura entre el Evangelio y cultura es sin duda alguna el drama de nuestro tiempo, como lo fue también en otras épocas”. Pablo VI en la Populorum Progressio (1967 va a proponer una cultura del progreso humano. La Evangelii Nuntiandi (1975) va a ser la carta de la evangelización de las culturas hacia la construcción de una “civilización del amor” término que introdujo de nuevo en el lenguaje eclesial y con gran vigor en la fiesta de Pentecostés de 1970.

 

Juan Pablo II nos habla de diálogo de la Iglesia con las culturas: “No pasa desapercibido para vosotros, cuántas veces he intentado consagrarme personalmente y con la ayuda de mis colaboradores a los problemas de la cultura, de la ciencia y de las artes. Es un punto vital sobre el que se juega el destino de la Iglesia y del mundo en este fin de siglo” (7). En mayo de 1982 Juan Pablo II creó el Consejo Pontificio para la Cultura.

 

El hombre moderno se siente amenazado por el fuego atómico, por la ruina ecologista, por las perturbaciones biológicas y los dominios ideológicos, por millones de oprimidos y hambrientos. Es necesaria la denuncia moral, pero es insuficiente. El problema no es únicamente ético, el problema ha llegado a ser ontológico. Se ha destruido, en opinión de muchos, sobre todo entre los más jóvenes, la convicción de que el hombre es un ser responsable, libre, dueño de su conducta moral, capaz de conocer lo absoluto y de trascenderse.

 

Los efectos malignos de este deterioro de la condición humana son impresionantes: sistemas totalitarios que retienen en situación de exilio interior a poblaciones enteras o como “desaparecidos” a miles de opositores, encarcelamientos psiquiátricos, el terrorismo, la droga… denotan un desprecio del hombre como tal. Tendemos hacia la anticultura y al antihumanismo, como denotan también: la permisividad moral, el aborto, la eutanasia, el subdesarrollo, políticas demográficas gravemente limitativas, las políticas de precios, la carrera de armamentos. El bienestar se identifica con una cultura de consumo, agravada por el hedonismo dominante, la gratificación inmediata de los deseos y el culto del confort. De esta situación habla Juan Pablo II en su discurso a los intelectuales y artitas en Corea (5 de mayo 1984) (8).

 

Evangelizar significaría, en buena parte, discernir, criticar e incluso denunciar aquello que, en una cultura, contradice el Evangelio y pone en peligro la dignidad del ser humano. El Papa Juan Pablo II denuncia sobre todo la “civilización materialista” (9) “…el progreso cultural está íntimamente vinculado a la construcción de un mundo más justo y más fraternal” (10).

 

La primera y esencial labor de la cultura en general, y también de toda cultura, es la educación. La acción de la Iglesia en la sociedad moderna se ejerce ante todo a través de las conciencias. La Iglesia no quiere influir en las culturas como tales por vía de autoridad, sino más bien por la presencia activa de los cristianos.

 

El Concilio Vaticano II no emplea la palabra “inculturación”, Juan Pablo II es el primer Papa que utiliza este término. La fe en Cristo, no es producto de ninguna cultura: su origen es una revelación de Dios. El corazón del mensaje evangélico supera y trasciende toda cultura. “El término aculturación o inculturación puede ser muy bien un neologismo, pero expresa perfectamente uno de los elementos del gran misterio de la Encarnación” (11).

 

Inculturación significa la encarnación de la Iglesia en las diversas culturas y en sus componentes culturales, afronta la pluralidad cultural y el respeto y la acogida de todas las culturas a las que se dirige. Implica el compromiso a favor de la justicia, el desarrollo y la promoción del hombre. Se interesa por el devenir de las culturas y exige un discernimiento teológico y de percepción antropológica.

 

La identidad fundamental de la Iglesia dice relación a la vez a su unidad y a su catolicidad. Para promover un encuentro fecundo entre fe y culturas no hay que temer ni reduccionismo ni confusionismo, el esfuerzo de inculturación irá enriqueciendo no sólo las iglesias locales sino también la Iglesia Universal. “Con este modo de proceder se excluirá toda especie de sincretismo y de falso particularismo, se acomodará la vida cristiana a la índole y al carácter de cualquier cultura, y se agregarán a la unidad católica las tradiciones particulares con las cualidades propias de cada raza, ilustradas con la luz del Evangelio” (12).

 

En 1969, con ocasión del viaje del Papa Pablo VI a Uganda afirma:”Vosotros, los africanos, sois ya los misioneros de vosotros mismos… la fidelidad al patrimonio esencial que dimana de la Iglesia de Cristo y la expresión africana de este patrimonio, de forma que contribuya al crecimiento de un cristianismo verdaderamente africano” (13).

 

Con ocasión de la canonización de los Mártires de Uganda, el 18 de octubre de 1964, decía el Papa Pablo VI: “Fueron los Padres Blancos los que introdujeron el catolicismo en Uganda, predicando el Evangelio en amigable competencia con los misioneros anglicanos. Ellos tuvieron la dicha, ganada con riesgos y fatigas incalculables, de formar estos mártires para Cristo, a estos a quienes hoy nosotros honramos como héroes y hermanos en la fe e invocamos como protectores en el cielo” (14).”No temáis a la Iglesia. Ella os honra, os forma ciudadanos honrados y leales, no fomenta rivalidades ni divisiones, trata de promover la sana libertad, la justicia social, la paz, si tiene alguna preferencia es para los pobres, para la educación de los pequeños y del pueblo, para la asistencia a los abandonados y a cuantos sufren” (15).

 

En 1968, Pablo VI, con ocasión de la beatificación de los Mártires de Corea, admiraba la adaptación del cristianismo a la cultura tradicional de este país. Juan Pablo II exhortará, en 1984, a los intelectuales de Corea: “La tarea de la evangelización es doble: evangelizar la cultura y defender al hombre” (16). Juan Pablo II procederá a la canonización de los Mártires de Corea, “…instrumentos providenciales para naturalizar el cristianismo en este país” (17).

 

Juan Pablo II ensalza la figura de Matteo Ricci como evangelizador en China. “Matteo Ricci comprendió y apreció plenamente la cultura china desde sus comienzos, y su ejemplo debería servir de inspiración a muchos” (18).

 

En diciembre de 1964 Pablo VI fascinado por la India admira a este pueblo y menciona el ejemplo de Gandhi. Juan Pablo II visitará la India del 1 al 10 de febrero de 1986 y manifiesta un gran respeto por sus tradiciones religiosas.

 

En 1985 el Papa Juan Pablo II se dirige a más de 100,000 “indios” en Ecuador: “Desde el principio sin daros cuenta, habéis adivinado también en vuestro corazón el gran deseo de Dios de que los hombres de todas las razas y culturas nos fuéramos uniendo en una sola comunidad de amor, en una inmensa familia cuya cabeza es Jesús” (19). En Phanat Nikhom, el 11 de mayo de 1984 Juan Pablo II se dirige a los refugiados. En Nueva Guinea el 8 de mayo de 1984 se dirige a las sociedades multiculturales.

 

El futuro del ser humano dependerá de nuestras claras opciones, de nuestro coraje colectivo, de las nuevas culturas que hayamos creado conjuntamente. El futuro del hombre es inseparable del futuro de la ciencia y de la cultura. La regla de oro es la primacía de la ética “…trascendencia del hombre sobre el mundo, y de Dios sobre el hombre” (20).

 

“La Iglesia respeta todas las culturas y a ninguna impone su fe en Jesucristo, pero invita a todas las personas de buena voluntad a suscitar una verdadera civilización del amor basada en los valores evangélicos de la fraternidad, justicia y dignidad para todos” (21).

 

 

 

  1. Reflexión sobre el tema “Evangelio y Culturas”.

 

 

El término cultura procede etimológicamente de la palabra latina “colere”, se trata del modo infinitivo de un verbo que, en cuanto tal, designa una dinámica y, más específicamente, un acto. Puede decirse que la cultura es, en uno de sus aspectos esenciales, “cultivo” o, más específicamente, el “acto de cultivar”. El verbo “colere” se presenta también en la forma de un participio y así “colere” significa no solamente “cultivo” en cuanto “acto de cultivar”, sino también “cultivo” en cuanto “lo ya cultivado”. De este modo la cultura vendría a ser un dinamismo, pero es también una sedimentación, es decir, una consecuencia de la acción, un efecto del dinamismo, una “concreción humana”.

 

El concepto sociológico ve la cultura como un universo cerrado en el cual el individuo se inserta sin tener una consistencia por si mismo y para si mismo. Se subraya la diversidad de las culturas con valores que aparecen como enteramente inconmensurables de una cultura a otra. De aquí nace el relativismo cultural por el cual lo que vale en una cultura no vale de la misma manera en otras, considerando que unas culturas pueden ser superiores a otras, y que es absurda cualquier pretensión de universalismo, dado que no existe ningún rasgo identificable en todas las culturas.

 

El planteamiento relativista afirmando la diversidad de las culturas habla de “multiculturalismo”, las diversas culturas vistas como “islas” ambiguamente delimitadas que no tendrían otro tipo de relación entre si que la señalada por un modo de “tolerancia”, una disposición unilateral para “soportar”, algo que, en cuanto “soportable”, no es visto precisamente como bueno. Como observa Robert Spaemann “…la tolerancia no es de ningún modo, como se dice a veces, una consecuencia evidente del relativismo moral. La tolerancia se funda más bien en una determinada convicción moral que pretende tener validez universal. El relativismo moral, por el contrario, puede decir: ¿por qué debo ser tolerante? Cada cual debe vivir según su moral y la mía me permite ser violento e intolerante. Así, pues, para que resulte obvia la idea de la tolerancia se debe tener ya una idea determinada de la dignidad del hombre” (22).

 

La violencia inherente al relativismo fue formulada hace 25 siglos, por Calicles, uno de los sofistas más radicales y más coherentes del siglo V a. c. “Si no hay verdad, decía Calicles, ni ‘ley’ que sea objetiva o expresión de lo divino, la única ley que resta es la ‘ley del más fuerte’. Lo que nos enseña la radical postura relativista de Calicles es que el relativismo no parece ser cuna de convivio armónico, ni siquiera de una frágil tolerancia, sino todo lo contrario, aparece como caldo de cultivo de violencia irracional, pues ahí donde cada uno tiene “su verdad”, sin aceptar ninguna verdad, adquirida o adquirible, que pueda estar por encima de las opiniones de cada uno, una salida válida para resolver desacuerdos – que siempre existen y existirán- sería imponer “la propia verdad” a través de los medios más eficaces que se tengan a la mano” (23).

 

El concepto histórico entiende la cultura como una realidad histórica que cambia, las culturas no se improvisan, se construyen a lo largo del tiempo histórico y a través de un proceso constante de interacción social. La cultura se aprende y se hereda. La cultura funciona como un sistema normativo de conservación social, pues cada cultura provee de principios que garantizan su supervivencia. La cultura provee a los individuos de un conjunto de reglas y soluciones para vivir su vida, para relacionarse con la naturaleza y con los límites de lo humano y para afrontar correctamente las dificultades y conflictos que se originan en la convivencia y en las distintas formas de la vida colectiva. La cultura es para cada individuo la imagen que tiene del mundo y de su vida en él y le proporciona un esquema de categorías para clasificar las realidades, los acontecimientos y las acciones de las personas. La cultura proporciona un sistema de comunicación para entenderse con los semejantes y, en general, con el conjunto de los seres humanos.

 

El concepto humanístico-filosófico de cultura que va desarrollando la Iglesia asume el tradicional o clásico, en el que cultura es sinónimo de erudición y refinamiento espiritual con elementos provenientes de la sociología y etnología, con planteamientos más avanzados dentro de una antropología cultural en un sentido más histórico. “…la cultura humana presenta necesariamente un aspecto histórico y social… se constituye como un medio histórico determinado, en el cual se inserta el hombre de cada nación o tiempo y del que recibe los valores para promover la civilización humana” (24).

 

Juan Pablo II nos dice que “el hombre es el único sujeto óntico de la cultura” (25). La cultura es un modo específico del “existir” y del “ser” del hombre, la cultura tiene su punto de partida en el ser humano y es para el ser humano y, así, en la misma raíz de toda cultura, se encuentra, explícita o implícitamente, una determinada visión del hombre. La Iglesia se plantea como objetivo la “búsqueda de lo humano en las culturas”, una Iglesia que se concibe como “experta en humanidad” (26).

 

El nuevo concepto de interculturalidad o “encuentro entre culturas” fue propuesto por el Cardenal Ratzinger en un texto titulado Cristo, fe y el desafío de las Culturas, que corresponde a una conferencia dirigida a los Presidentes de las Conferencias Episcopales de Asia, pronunciada en Hong Kong en marzo de 1993, (27). El individuo se va trascendiendo a si mismo en el interior de una cultura, la sociedad camina hacia un futuro y por lo tanto la cultura esta en relación con la historia. La historicidad de una cultura significa que tiene la habilidad para progresar y por lo tanto la habilidad de apertura hacia una transformación a través de un encuentro. Una cultura evidencia lo que hay de más valioso en ella no a través de una clausura o autoreferencia narcisista en si misma, como propone el relativismo, sino a través de una “esencial apertura”, desde sus posibilidades internas, hacia otras formas de cultura que podrían enriquecer su potencial propio o que podrían abrirla hacia posibilidades de desarrollo aún más ricas e insospechadas.

 

En el ámbito de la interculturalidad se puede acomodar el concepto de aculturación, utilizado primero por los antropólogos americanos a finales del siglo pasado y después por los alemanes y europeos. En 1936, Robert Redfield lo define de esta manera: “La aculturación designa los fenómenos que se producen cuando algunos grupos de individuos viven en contacto continuo, y los cambios que se siguen en los modelos culturales de uno o de dos grupos” (28). Los cambios en una cultura pueden ocurrir: cuando se agregan nuevos elementos o se perfeccionan los antiguos por medio de invenciones; cuando se toman de otras sociedades nuevos elementos; cuando se abandonan o se reemplazan por otros elementos culturales ya inadecuados; cuando se pierden elementos por fallo de su transmisión de una generación a la que sigue.

 

Volviendo a la Conferencia del Cardenal Ratzinger nos dice: “…cualquier cosa que en una cultura excluya esta apertura y este intercambio señaliza lo que es deficiente en esta cultura, pues la exclusión del otro (o de lo diferente) es contrario a la naturaleza humana (del hombre que es ser-en-relación). El signo de una cultura superior es su apertura su capacidad de dar y recibir, su poder de desarrollarse, de permitirse a si misma su purificación y tornarse más conforme a la verdad y al hombre” (29). La superación del relativismo radical entre las culturas ocurre a partir de la afirmación explícitamente clara de un “fondo de verdad” y de “anhelo de unidad” que se revelan como el corazón interno de todas y cada una de las culturas que la historia ha registrado o podrá registrar. Este “fondo de verdad” y “anhelo de unidad” son propios de toda cultura porque en “la base” de cada cultura está el ser humano que, en cuanto ser humano, comparte una misma naturaleza con aquellos semejantes suyos que se encuentran en “la base” de sus respectivas culturas (30). Todas las culturas son universales en potencia y están abiertas unas a otras, la interculturalidad puede conducir a un florecimiento entre las culturas.

 

No debemos confundir la interculturalidad con la pretensión de “homogeneizar” las particularidades a través de los medios de comunicación, las redes informáticas, los dinamismos del mercado y, en general, todo lo que hoy se viene denominando, de modo ambiguo el proceso de “globalización”. El nihilismo con su regla de oro “todo vale” no es sino otra forma de plantear una “homogeneización”, una nivelación o una uniformización entre las culturas, pues la reivindicación justa de toda cultura particular en relación al valor compartible de sus propias riquezas culturales sería visto como sospechoso o, en última instancia, como un “sin sentido” en la medida en que no se acepta otro criterio sino el de que las expresiones culturales son todas “iguales” en su valor.

 

La interculturalidad en el ámbito de la antropología teológica aporta nuevas maneras de concebir el diálogo entre fe y cultura o evangelio y cultura. Retornamos a la llamada que nos hace Pablo VI en la Evangelii Nuntiandi nº 20: “Lo que importa es evangelizar, no de una manera decorativa, como un barniz superficial, sino de manera vital, en profundidad y hasta sus mismas raíces la cultura y las culturas del hombre en el sentido rico y amplio que tienen sus términos en Gaudium et Spes, tomando siempre como punto de partida la persona y teniendo siempre presentes las relaciones de las personas entre sí y con Dios”.

 

El punto de partida como nos indica el Papa Benedicto XVI en la Exhortación Apostólica Verbum Domini nº 6 es Dios en diálogo: “Dios se nos da a conocer como misterio de amor infinito en el que el Padre expresa desde la eternidad su Palabra en el Espíritu Santo. Por eso, el Verbo, que desde el principio está junto a Dios y es Dios, nos revela al mismo Dios en el diálogo de amor de las Personas divinas y nos invita a participar en él. Así pues, creados a imagen y semejanza de Dios amor, sólo podemos comprendernos a nosotros mismos en la acogida del Verbo y en la docilidad a la obra del Espíritu Santo” (31). El hombre creado a imagen de Dios y redimido por Jesucristo participa de la vida del Espíritu y por lo tanto es depositario del amor y de la bondad de Dios mismo. En la docilidad al Espíritu el hombre acepta la acción del Espíritu en él e inicia un proceso de conformidad a Cristo bajo la guía de este mismo Espíritu.

 

La persona humana a imagen de la Trinidad es relación con un “tu” que le indica su propio límite y la necesidad de donación, una relación con un “tu” que la abre a los demás y la envuelve en el dinamismo de la relación con Dios.

 

Al mismo tiempo la persona humana encuentra su identidad dentro de una cultura determinada, una cultura que viene asimilada según las características propias de su personalidad, y que se va a desarrollar en el marco de una historia personal que va dejando huellas profundas en su ser y marcando su proceso de crecimiento.

 

El encuentro de la fe con la persona y su cultura se produce dentro del ámbito de la interculturalidad o “encuentro entre culturas”. A esto se refiere también el Cardenal Ratzinger en su conferencia, “Christ, Faith and the Challenge of Cultures”, nos dice que “la fe es en sí misma cultura” y que “no existe algo así como una fe desnuda o una mera religión” (32). No existe un mensaje evangélico que se pueda transmitir sin una envoltura cultural, y esto nos invita a reflexionar sobre los rasgos culturales a través de los cuales realizamos el anuncio del Evangelio a gentes de otras culturas y a realizar un esfuerzo para transmitir el anuncio del mensaje evangélico de una manera inteligible a otras personas.

 

El hecho de que el Espíritu de Dios esté ya presente en todo hombre y en toda cultura hace que exista ya un sedimento de bondad que facilita y predispone a la cultura y al individuo a la recepción del Evangelio y los ayuda a su mejora y crecimiento. Todas las culturas se encuentran dentro de este proceso aunque el nivel de identificación con el Evangelio sea distinto de una cultura a otra. Cada cultura crece en relación con el Evangelio en un dinamismo propio, pero en la medida que profundiza y se perfecciona según los valores evangélicos se va acercando más a otras culturas que realizan el mismo dinamismo creando unidad y comunión en este encuentro que favorece en un diálogo intercultural la construcción de la familia universal de todos los pueblos. En esta dinámica van surgiendo nuevas culturas a nivel universal, eclesial, grupal, evitando la disgregación y trascendiendo las fronteras personales, geográficas, o raciales.

 

“También son cultura: la cultura universitaria, la cultura juvenil, la cultura tecnológica, la cultura de los medios, la cultura artística, la cultura empresarial, la cultura familiar, la cultura de la solidaridad, la cultura de la vida, y tantas otras formas culturales que, en cuanto buscan ‘cultivar lo humano’, plantean a la Iglesia un horizonte muchísimo más ‘plural’ de diálogo, que constituye, ciertamente, un inmenso desafío, pero también una enorme oportunidad para que la Iglesia devele, con inteligencia y caridad, la fecundidad humanizante que la fe cristiana puede ofrecer a estos diversos ‘estilos de vida’” (33).

 

En este proceso intercultural se realiza la inculturación del evangelio. Esto es lo que nos dice el Papa Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica Verbum Domini: “Dios se comunica siempre en una historia concreta, asumiendo las claves culturales inscritas en ella, pero, por otra, la misma Palabra puede y tiene que transmitirse en culturas diferentes, transfigurándolas desde dentro, mediante lo que el Papa Pablo VI llamó la evangelización de las culturas (34). La Palabra de Dios, como también la fe cristiana, manifiesta así su carácter intensamente intercultural, capaz de encontrar y de que se encuentren culturas diferentes (35).

 

Y prosigue: “En este contexto, se entiende también el valor de la inculturación del evangelio (36)”… la inculturación no ha de consistir en procesos de adaptación superficial, ni en la confusión sincretista, que diluye la originalidad del Evangelio para hacerlo más fácilmente aceptable (37). El auténtico paradigma de la inculturación es la encarnación misma del Verbo: ‘La “culturización” o “inculturación” que promovéis con razón será verdaderamente un reflejo de la encarnación del Verbo, cuando una cultura transformada y regenerada por el Evangelio, genere de su propia tradición viva expresiones originales de vida, celebración y pensamiento cristianos’ (38), haciendo fermentar desde dentro la cultura local, valorizando los semina Verbi y todo lo que hay en ella de positivo, abriéndola a los valores evangélicos” (39).

 

El Papa Benedicto XVI nos invita a “reafirmar aquello que los primeros cristianos pudieron experimentar el día de Pentecostés (cf He 2,1-13). La Palabra divina es capaz de penetrar y de expresarse en culturas y lenguas diferentes, pero la misma Palabra transfigura los límites de cada cultura creando comunión entre pueblos diferentes. La palabra del Señor nos invita a una comunión más amplia. ‘Salimos de la limitación de nuestras experiencias y entramos en la realidad que es verdaderamente universal. Al entrar en la comunión con la Palabra de Dios, entramos en la comunión de la Iglesia que vive la Palabra de Dios… Es salir de los límites de cada cultura para entrar en la universalidad que nos relaciona a todos, que nos une a todos, que nos hace a todos hermanos’” (40).

 

En este proceso de inculturación del evangelio dentro de la interculturalidad es necesario un continuo y prudente discernimiento para retener lo que es válido y compatible con el ideal cristiano.

 

 

NOTAS

 

  1. Edward Tylor, Primitive Culture, London, John Murray, 1987, vol. 1, p. 1; citado en H. Carrier, Evangelio y Culturas, De Leon XIII a Juan Pablo II, Ed. EDICE, Madrid 1988, p. 28.

  2. Leon XIII: encíclica Inscrutabili, (21 abril, 1878) en Evangelio y Culturas… o. c. p. 28.

  3. Pío XII: radiomensaje de 1 septiembre, 1944. Colección de Encíclicas y Documentos Pontificios, núms. 5-7 p. 204 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 32.

  4. Gaudium et Spes n. 53 BAC, diciembre, 1965 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 20.

  5. Mensaje al Director general de la Unesco (México, 22 julio, 1982) cf Ecclesia núm 2,090; n. 5 p. 1,055 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 70.

  6. Ad Gentes n. 11 BAC p. 582 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 24.

  7. Juan Pablo II: Discurso a los Cardenales (5 noviembre 1979), Cf Ecclesia n. 1985 (17 noviembre, 1979), p1,467; en Evangelio y Culturas… o. c. p. 36.

  8. Juan Pablo II: Discurso a los intelectuales y artistas en Corea (5 mayo, 1984) Cf L’Osservatore Romano (13 mayo, 1984) en Evangelio y Culturas… o. c. p. 48.

  9. Juan Pablo II: encíclica Dominum et Vivificantem (18 mayo, 1986) núms. 57-58 Cf L’Osservatore Romano (18 junio, 1986) pp.339 ss. en Evangelio y Culturas… o. c. p. 89.

  10. Juan Pablo II: Creación del Consejo Pontificio para la cultura (20 mayo, 1982) Cf Ecclesia n. 2,082 (19 junio, 1982) p. 782 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 56.

  11. Juan Pablo II: Alocución a la Comisión Bíblica (25 abril, 1979) Cf L’Osservatore Romano (12 agosto, 1979) p. 403 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 106.

  12. Ad Gentes n. 22 BAC p. 604 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 111.

  13. Pablo VI: Discurso a los obispos de África y Madagascar, en Kampala (31 julio, 1969) Cf Enseñanzas al Pueblo de Dios, 1969, pp. 295-99 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 118.

  14. Pablo VI en la canonización de los Mártires de Uganda (18 octubre, 1964) Cf Ecclesia n. 1,216 (31 octubre, 1964) p. 1,475 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 120.

  15. Pablo VI: Discurso en el Parlamento de Kampala (1 agosto, 1969) Cf Enseñanzas al Pueblo de Dios, 1969, p. 301 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 120.

  16. Juan Pablo II: Discurso a los intelectuales y artistas, en Seúl (5 mayo, 1984) Cf L’Osservatore Romano (13 mayo, 1984), p. 318 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 126.

  17. Juan Pablo II: Homilía de canonización de los beatos Mártires Coreanos (Seúl 6 mayo, 1984) Cf L’Osservatore Romano (20 mayo, 1984) p. 327 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 126.

  18. Juan Pablo II: Encuentro con las comunidades católicas chinas (18 febrero, 1981) Cf Ecclesia n. 2,021 ( 7 marzo, 1981) p. 299 n. 3 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 127.

  19. Juan Pablo II: Discurso a los indigenas en el aeropuerto de Latacunga (Ecuador 31 enero, 1985) Cf L’Osservatore Romano (10 febrero, 1985) pp. 76-77 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 136.

  20. Juan Pablo II: Discurso a la Unesco (2 junio, 1980) Cf Ecclesia n. 1,986 (14 junio, 1980) p. 725 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 156.

  21. Juan Pablo II: Al Consejo Pontificio para la Cultura, 1985 Cf L’Osservatore Romano (10 marzo, 1985) n. 3 p. 143 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 95.

  22. Robert Spaemann, Ética: cuestiones morales. Eunsa, Pamplona, 1993 p. 30, citado en El diálogo: clave para el encuentro y fecundación de las culturas de nuestros pueblos. Dr. Alfredo García Quesada, en Internet, p. 16.

  23. Dr. Alfredo García Quesada, El diálogo: clave para el encuentro y fecundación de las culturas de nuestros pueblos, en Internet, p. 3.

  24. Gaudium et Spes n. 53.

  25. Juan Pablo II: Discurso a la Unesco (2 junio, 1980) en El diálogo: clave… o. c. p. 6.

  26. Pablo VI: Discurso en la Asamblea de las Naciones Unidas (4 octubre, 1965) en El diálogo: clave… o. c. p. 15.

  27. Cardinal Joseph Ratzinger, Christ, Faith and the Challenge of Cultures. Given in Hong Kong to the presidents of the Asian bishops’ conferences and the chairmen of their doctrinal commissions during a March 2-5,1993 meeting. Internet.

  28. Robert Refield, Ralph Linton, Melville J. Herskovits. “Outline for the study of Acculturation”. American Anthropologist, 38, 1936 pp. 149-152 en Evangelio y Culturas… o. c. p. 102.

  29. Christ, Faith and the Challenge… o. c. pp. 1-2.

  30. Juan Pablo II: Fides et ratio, 83.

  31. Benedicto XVI: Exhortación Apostólica Verbum Domini (30 septiembre, 2010) San Pablo, Madrid, 2010 n. 6 p. 20.

  32. Christ, Faith and the Challenge… o. c. p. 4.

  33. El Diálogo: clave… o. c. p. 16.

  34. Cf Exhort. ap. Evangelii nuntiandi (8 diciembre, 1975), 20; AAS 68 (1976), 18-19 en Verbum Domini o. c. n. 114 p. 215.

  35. Cf Exhort. ap. postsinodal Sacramentum caritatis (22 febrero 2007), 78; AAS 99 (2007), 165 en Verbum Domini o. c. n. 114 p. 215.

  36. Cf Propositio 48 en Verbum Domini o. c. n. 114 p. 215.

  37. Conc. Ecum. Vat. II. Decr. Ad Gentes, sobre la actividad misionera de la Iglesia, 22; Pontificia Comisión Bíblica, La interpretación de la Biblia en la Iglesia (15 abril, 1993) IV, B en Verbum Domini o. c. n. 114, p. 215.

  38. Juan Pablo II: Discurso a los obispos de Kenya (7 de mayo, 1980), 6: AAS 72 (1980), 497 en Verbum Domini n. 114 p. 216.

  39. Verbum Domini o. c. n. 114 pp. 214-216.

  40. Benedicto XVI, Homilía durante la Hora Tercia de la primera congregación general del Sínodo de los Obispos (6 octubre 2008); AAS (2008), 760 en Verbum Domini o. c. n. 116 p. 218.


Gli ultimi articoli

Missionari laici della Consolata in Venezuela

16-07-2024 Missione Oggi

Missionari laici della Consolata in Venezuela

Prima di tutto vogliamo essere grati a Dio, alla Chiesa e ai Missionari della Consolata; la gratitudine è la nostra...

Mozambico. Non è mediatica, ma è una guerra

16-07-2024 Notizie

Mozambico. Non è mediatica, ma è una guerra

Una regione del Paese africano alla mercé della guerriglia islamista C’era ottimismo a Maputo, la capitale mozambicana. La guerriglia a Cabo...

Giustizia Riparativa e la “pedagogia allamana”

15-07-2024 Missione Oggi

Giustizia Riparativa e la “pedagogia allamana”

La Corte di Giustizia dello Stato del Paraná (Brasile) ha tenuto dal 3 al 5 luglio l'incontro sulla Giustizia Riparativa...

Perù: prima assemblea dei popoli nativi

14-07-2024 Missione Oggi

Perù: prima assemblea dei popoli nativi

I rappresentanti dei popoli nativi dell'Amazzonia peruviana, insieme ai missionari, si sono riuniti nella Prima Assemblea dei Popoli Nativi, che...

Padre James Lengarin festeggia 25 anni di sacerdozio

13-07-2024 Notizie

Padre James Lengarin festeggia 25 anni di sacerdozio

La comunità di Casa Generalizia a Roma festeggerà, il 18 luglio 2024, il 25° anniversario di ordinazione sacerdotale di padre...

Nei panni di Padre Giuseppe Allamano

13-07-2024 Allamano sarà Santo

Nei panni di Padre Giuseppe Allamano

L'11 maggio 1925 padre Giuseppe Allamano scrisse una lettera ai suoi missionari che erano sparsi in diverse missioni. A quel...

Un pellegrinaggio nel cuore del Beato Giuseppe Allamano

11-07-2024 Allamano sarà Santo

Un pellegrinaggio nel cuore del Beato Giuseppe Allamano

In una edizione speciale interamente dedicata alla figura di Giuseppe Allamano, la rivista “Dimensión Misionera” curata della Regione Colombia, esplora...

XV Domenica del TO / B - “Gesù chiamò a sé i Dodici e prese a mandarli a due a due"

10-07-2024 Domenica Missionaria

XV Domenica del TO / B - “Gesù chiamò a sé i Dodici e prese a mandarli a due a due"

Am 7, 12-15; Sal 84; Ef 1, 3-14; Mc 6, 7-13 La prima Lettura e il Vangelo sottolineano che la chiamata...

"Camminatori di consolazione e di speranza"

10-07-2024 I missionari dicono

"Camminatori di consolazione e di speranza"

I missionari della Consolata che operano in Venezuela si sono radunati per la loro IX Conferenza con il motto "Camminatori...

onlus

onlus

consolata news 2

 

Contatto

  • Viale Mura Aurelie, 11-13, Roma, Italia
  • +39 06 393 821