El deporte es una actividad importante y compleja del ser humano. En él se dan interacciones físicas, mentales y espirituales, es decir que en esta actividad está presente el ser humano en su integridad. Entender el deporte de esta manera permite darle la importancia que se merece y además enfrentar la situación que se presenta en la recreación y el deporte actual donde las actividades neuronales de orden superior son muy poco utilizadas, puesto que hay una marcada preocupación por el hacer y poca preocupación por posibilitar procesos de desarrollo armónico humano. Según Jiménez Vélez, “Lúdica y recreación”, Bogotá 2000, al no utilizar los circuitos complejos neuronales del ser humano, la recreación y el deporte se convierten en prácticas hedonistas que poco contribuyen al desarrollo humano.
Actualmente en el deporte, se presentan situaciones confusas. Por ejemplo, el deporte envuelto en la lucha por el poder y las hegemonías; la violencia; el sexismo; la manipulación política y el deporte como religión; la deportización de la sociedad; la instrumentalización de la corporalidad en función del rendimiento; la comercialización; el deporte como el trámite económico, etc. Se presenta la masificación de los espectadores y la organización burocrática; la heroización de los jugadores y la profesionalización. Frente a esto, el cristianismo no puede permanecer indiferente puesto que tiene el desafío de promover la fuerza liberadora del deporte en función del ser humano y de una sociedad más justa.
{mosimage} Personalmente, práctico varios deportes. He participado en varias competencias del atletismo y he ganado varias medallas. He encontrado una experiencia profundamente religiosa a través del deporte. He comprendido por medio de la reflexión teológica que el deporte aporta a mi vida cotidiana valores como alegría, recogimiento, gratuidad, disciplina, perdón, libertad y sentido; que el deporte puede propiciar el encuentro consigo mismo, con los demás y con Dios.
En el Nuevo Testamento notamos que hay una analogía entre el deporte y la vida cristiana; fundamentalmente en las significativas expresiones de las cartas paulinas: 1Cor 9, 24-27; Flp 3, 13-14; Ef 4, 17-24. Propiamente en el texto 1Cor 9, 24-27 se presenta la comparación entre el deporte y el seguimiento de Cristo en cuanto que ambos implican esfuerzo personal para alcanzar la meta deseada.
A manera de concluir esta reflexión, la vida del cristiano está caracterizada por un dinamismo que consiste en expresar al hombre renovado en Jesucristo cada vez más, lo que implica dejar atrás la vida antigua y asumir la nueva existencia justa, compasiva, recíproca y verdadera. Pablo, a través del símil del deporte, presenta la vida cristiana como un camino de esfuerzo, de entrega hasta el final, hasta lograr la meta como lo hacen los atletas en las carreras (Flp 3, 13-14), el premio de la vida eterna, en Jesucristo.
Por: Ashenafi Yonas Abebe
Seminario Teológico Internacional
Bogotá, Junio 2006