Al día siguiente, todos nos trasladamos a la parroquia de Santa Isabel donde se iba a celebrar la boda. Como siempre, la gente del lugar rápidamente detectó caras nuevas y salieron por los balcones, por las puertas y en cada esquina nos iban preguntando a dónde íbamos y si había una boda, o ¿qué? Pues sí, acertaron y nos mostraron dónde quedaba la iglesia de Santa Isabel donde el párroco (diocesano) nos recibió y nos hizo sentir en casa dejando todo a nuestras manos con mucha confianza.
{mosimage} La celebración fue presidida por el Padre Anthony Njagi, IMC asistido por los Padres Samuel, Enrique y Gordon, todos animadores en España. Sin embargo, tenemos que resaltar el papel de nuestros laicos sobre todo los que vinieron de Zaragoza, la nueva ciudad de María Luisa y Alfredo, ya que trabajan allá.
Cuando empezamos la eucaristía, ya se olía un ambiente misionero. Fue sencilla pero bonita al estilo de María Luisa y Alfredo que quisieron hacerla así, rompiendo con toda tradición de consumo en las bodas. Por ejemplo, no había ni siquiera adornos florales, que es común en casi todas las bodas. El grupo de nuestros laicos formaron el coro que cantaron con todas las ganas y alegría. La homilía fue compartida con la pareja expresando abierta y públicamente, la razón del porqué decidieron casarse. El turno de los padres de la pareja conmovía a cualquiera. Expresaron su admiración por la valentía de sus hijos y cómo ellos les han dado ejemplo con su manera de ser. La madre del novio inclusive llegó a decir que eso para ella no era una boda cualquiera sino una boda extraordinaria, una boda misionera que trajo gente de toda parte de España; gente de Colombia, de Kenya, etc. Exclamó como ellos han visto su familia transformase a una familia grande, familia misionera, familia de la Consolata donde todos podemos sentir siempre bienvenidos y que podemos contar con ellos (y viceversa…).
Otros presentes en la celebración (a parte de los amigos y familiares de los novios) fueron nuestros grupos de jóvenes, sobre todo los de Málaga y de Granada. Ellos han sido acompañados por María Luisa que formaba equipo con el animador de Málaga para la formación de los jóvenes. Claro que, agradecemos a este matrimonio por todo lo que han hecho con nosotros sobre todo en el camino formativo de los jóvenes; sea en las actividades que hemos organizado como el camino de Santiago, las convivencias, los campos de trabajo y la formación continua de los grupos. Ahora que empiezan otra etapa {mosimage}de su vida, y como ellos mismos han vuelto a afirmar que la misión sigue siendo su ilusión, les queremos desear lo mejor en su vida como pareja (marido y mujer) y que todo lo que puedan hacer para la misión, sea aquí o más allá, sea bendecido por el Señor.
¡¡¡Qué vivan los novios misioneros, qué viva la familia misionera!!!