Diseñado y proyectado con la colaboración de varios misioneros que ya están trabajando en ese territorio, el nuevo Vicariato ha tenido el aval de los obispos de la provincia eclesiástica de Ibagué, del presbiterio del actual Vicariato de San Vicente-Puerto Leguízamo y de la Nunciatura Apostólica. Mons. Múnera quiere presentar el proyecto definitivo en el mes de Julio en la próxima Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Colombiana.
Éstos son los retos que, en opinión de Mons. Francisco Múnera, se les plantean a los Misioneros de la Consolata si quieren asumir el nuevo Vicariato: la ubicación en una región claramente amazónica y fronteriza entre tres países (Colombia, Ecuador y Perú), con grandes espacios vírgenes amenazados, con una población indígena ancestral importante presente también en los incipientes cascos urbanos, una población campesina que colonizó esas tierras después del desplazamiento de los años de la violencia y del espejismo más reciente del narcotráfico, con una difusión grande de cultivos ilícitos y el enfrentamiento cada vez más duro de los actores armados.
Responder positivamente a esta propuesta –dicen los Misioneros de la Consolata- es la mejor celebración de nuestro 60 aniversario de presencia en Colombia. Es una auténtica llamada del Espíritu Santo que sin embargo nos pide una profunda revisión de métodos, instrumentos y estilos de hacer misión. No se trata sólo de decir “sí”, es importante precisar también el “cómo” a fin de ir preparando desde ya al equipo misionero que asuma este reto.