CONSOLACIÓN - LIBERACIÓN
La consolación contextualizada e inculturada en la liberación deriva su comprensión y praxis de los desafíos presentes en la realidad y en el contexto histórico actual. Se concibe a sí misma como propuesta de adhesión de fe, que se hace compañera de nuestro proceso humano de ser más solidarios, más comunitarios y más próximos a un Dios que se hizo carne en nuestra historia. Es proposición de una cultura de paz, fundada en la justicia y en la misericordia. Es opción determinada por los pobres que, especialmente en nuestro continente, tienen claramente el rostro de muchas mujeres todavía oprimidas por condicionamientos culturales, sociales y religiosos.
Las mujeres en la Biblia, agentes de consolación-liberación
El Dios del Éxodo es visto como consolador y liberador porque no solamente escucha el lamento de su pueblo y se fija en su dolor y el sufrimiento, sino que se implica en un proceso para liberarlos de la tiranía del Faraón (cf. también Sal 77). La oración como fuente de consolación-liberación, especialmente del pobre, emerge como tal en las oraciones de las grandes figuras femeninas bíblicas: Judit, Ester, María madre de Jesús (Jdt 13,5-7; Est 4,19; Lc 1,46-55), y en la oración de Sansón (Jue 16,28).
Cuando reflexionamos sobre estas oraciones, en un contexto de liberación, llegamos a la conclusión de que Dios se implica activamente en la dirección de la historia humana y que su poder salvador se dirige de manera especial al pobre y al débil. Como en el cántico de María, Dios inspira nuestras acciones, nos lleva a asumir responsabilidades en relación con la vida de la gente y a trabajar por la superación de las estructuras injustas presentes en nuestra sociedad. Pidámosle que haga nacer en medio de nosotros guías y profetas, que nos anime a caminar de nuevo hacia la libertad, que suscite nuevos Moisés y Débora, Judit y David, Helder Câmara y Madre Teresa, Luther King y Oscar Romero, y que inspire en todos nuestros misioneros y misioneras deseos de construir nuevos puentes de paz.
Lo ordinario-extraordinario o “la mística de la consolación liberadora”
La vida es un gran misterio, y lo que nos da la capacidad de contemplar, penetrar y vivir este misterio es la mística. La mística, en el lenguaje de Allamano, es hacer lo ordinario o lo cotidiano escrutando lo extraordinario; es hacerse contemplativos en la acción; es hacer el bien sin ruido y del mejor modo posible. Es aceptar de corazón, con fervor, nuestra lucha, que más que lucha es resistencia que no se deja ganar por el cansancio, por el desánimo o por la frustración.
Aludo, en este sentido, a algunos modos de vivir esta mística.
1. La educación a la justicia y la paz como superación de la violencia institucionalizada.
Nos preguntamos: ¿De qué manera pueden ser nuestras comunidades lugares donde aprender la justicia y la paz como superación de la violencia institucionalizada? Las respuestas son múltiples: trabajando sobre nuestro lenguaje/comunicación, sobre nuestro proceso de participación y de ejecución de proyectos alternativos; estando siempre atentos a que nuestro lenguaje sea siempre hospitalario, acogedor y libre de toda gesto discriminatorio; haciendo lo posible para que la participación en nuestras acciones comunitarias incluya al mayor número posible de personas que ayuden a la realización de las mismas. Deberíamos también preocuparnos más por el crecimiento (cómo estamos madurando en cuanto personas) que por querer cuantificar y verificar los resultados concretos o materiales.
2. Vivir el proyecto comunitario local como superación de una globalización que excluye la cultura local (globalización).
La consolación/liberación en nuestro contexto debe ser cada día más una acción comunitaria. Quedan lejos los tiempos de los heroísmos individuales, que a veces han hecho sufrir a la misión por culpa de protagonismos escandalosos y escasos frutos, en favor de una verdadera evangelización. En estos tiempos de globalización salvaje, las comunidades locales deben convertirse en los sujetos más importantes de la misión. Son estas comunidades las que deben escuchar la Palabra de Dios, comprenderla e inventar, en el lenguaje local, el modo de transmitirla. La valoración de la cultura local pasa por la comprensión de su historia, de sus costumbres, de sus fiestas. Y esto quiere decir abrir espacios para que esas comunidades puedan expresar sus más profundos valores y necesidades, porque es una forma misionera de “facilitar la obra del Espíritu” con el discernimiento y la búsqueda de caminos para la llegada del Reino.
3. Celebrar las luchas y victorias de la llegada del Reino.
Uno de los grandes retos de la fe encarnada en la vida y en la historia es vivir el aspecto celebrativo de nuestras victorias y de nuestras acciones. En tiempos de mercado religioso, este aspecto celebrativo es sinónimo de “emoción”, inmediatez y tentativa de control o manipulación de lo sagrado. Hoy, a un ritmo cada vez más creciente, se intenta experimentar en el presente lo que se espera en la fe. Es necesario universalizar la perspectiva liberalizadora como norma del Evangelio mismo. El Reino de Dios, en su dimensión inmanente, se identifica con una nueva sociedad de justicia y de paz, que hace de la promesa de salvación la historización de la liberación. Si el cristianismo no aprende a conjugar la religiosidad con la felicidad, ya en la historia, se transformará en una propuesta obsoleta. Nuestros momentos celebrativos deben conjugar al máximo posible los diversos aspectos de las expresiones humanas: el corazón, la mente y la capacidad de dar significado a los acontecimientos de la historia como parte importante de la revelación de Dios para toda comunidad.
María consoladora: lo femenino como recuperación de una humanidad más plena y madura
María, espacio donde nace la humanidad plena.
María es la llamada a dar forma histórica y humana al misterio de Dios a través de la encarnación. Ella se hace prototipo de la respuesta humana al proyecto de Dios en la historia. Al mismo tiempo, María es lo humano en busca de la plenitud de Dios, es comunidad que elabora en su seno la reconciliación y la paz, es misión de Dios –evangelio– para un mundo dominado por las tinieblas y la injusticia.
María, esperanza histórica de la llegada del Reino
La espera de María para la realización de las promesas de Dios es una espera activa y concreta. María es lo femenino solícito y diligente que se hace fuerza ética que realiza sin titubeos, día a día, la parte del proyecto que el Padre le confía y la cumple sin pérdida de tiempo; es camino de fe (LG 58). En la visita a su prima Isabel es entusiasmo y alegría por compartir la presencia del Dios Emmanuel entre los pobres.
María: de ti brotan la verdad, la justicia y la paz
La verdad es que Jesucristo –Dios en forma humana– eleva a toda la humanidad a la categoría de hijos e hijas de Dios. En este mismo Espíritu que engendra a Cristo, humanidad nueva, en tu seno, nosotros anhelamos con los pobres la dignidad y la vida en plenitud. De ti, María, brota la justicia que es fundamentalmente reconciliación, integración, superación total de los dualismos que provocan lucha por el poder y exclusión. Contemplándote a ti, María, aprenderemos a vivir la justicia como estructura, experimentaremos esa paz que es completa armonía, cultura de la solidaridad, del intercambio y de la inserción en la vida de comunión (Dios-humanidad-cosmos).
PARA LA REFLEXIÓN
1. Pon corazón en la vida: aprende a cuidar a los niños, cultiva un jardín. Aprende a atender a los enfermos, visita un centro de personas que sufren, valora y ayuda a las mujeres a que se autoestimen, di la verdad sobre la violencia, ayuda a recuperar las selvas, forma parte de los movimientos de justicia y paz, de los movimientos de los sin tierra o sin techo, de los inmigrados, de los grupos de minorías discriminadas.
2. Aprende a amar todas las cosas y a saber apreciar la belleza de todos los seres del mundo natural.
3. Ejercita tu capacidad de confrontación con los conflictos y el dolor, tanto personales como interpersonales y comunitarios.
4. Sé promotor de guías responsables distribuyendo al máximo el poder decisión y organización.
5. No confíes esencialmente en autoridades o estructuras externas, aprende a fiarte de la capacidad intuitiva y creativa del alma donde el Espíritu hable. Cultiva la oración, el silencio y la meditación.
P. Ricardo Castro
N. B. El artículo completo sobre la consolación-liberación del P. Ricardo Castro, dada su extensión, no se transcribe en su totalidad. Está cargado de estímulos y matices sugerentes. Si alguien lo desea, puede pedírselo al autor.