2. “CONTEXTO, CAUSA DE INDAGACIÓN TEOLÓGICA DESDE UNA PERSPECTIVA INTERDISCIPLINAR
En esta sección primordialmente contextual, se sintetiza la caracterización cultural, socioeconómica, política y espiritual religiosa del contexto de vital nuestro lugar de ejecución concreta de la teología de la acción, es decir, el lugar teológico – el donde se produce teología.
Eso llevo a efectos característicos de esta población encontrada en continua actitud migratoria, tales como: sufrir una desubicación contextual, ya que están en continua búsqueda por un locus vivendi. Enterrarse en el pasado a causa del continuo proceso de duelo por lo que no han logrado. Conservan prejuicios y desconfianza con la gente que les intenta acercar. Sentirse amenazados, aislados, e inútiles todo tiempo. No tener proyección a largo plazo. De modo que psicológicamente podemos caracterizarlos como una población que conserva una baja autoestima y por eso difícilmente mantiene estructuras afectivas y comunitarias. No se identifican ni con la cultura de donde vienen ni de donde están. Se caracterizan por síntomas propios de los trastornos afectivos, los síntomas de tipo ansioso, somatomórficos y disociativos.
De modo que la caracterización socio-económica de la zona se da por madera, coca y ganadería. En función de ello se han organizado obras asistenciales como el pan de los pobres, la campaña del cobertor, Navidad en la periferia, entrega gratuita de drogas, etc. Esta estrategia ha ayudado a los individuos, pero hace del pobre objeto de caridad, y nunca sujeto de su propia liberación.
El pobre en el Caquetá se ha considerado únicamente como el que no tiene. No se percibe como oprimido y que ha sido hecho pobre por otros; no valoriza lo que tiene como fuerza de resistencia, capacidad de conciencia de sus derechos, de organización, de transformación de su situación. Es que el asistencialismo siempre genera dependencia.2
La droga ha creado espejismos, ha tergiversado la realidad y fomentado el individualismo, lo cual destruye la verdadera fuerza de una sociedad, la solidaridad y por consiguiente, la fraternidad debida en una comunidad cristiana.
Tanto que se atrevería uno a pensar que tal vez no se ha podido cosechar la paz, ni la justicia social, ni el desarrollo en esas zonas porque se ha dependido de la droga para materializar sueños de riqueza o para defender ideas políticas o sociales en estas zonas.
La vida de un nuevo pueblo se iniciaba con su primer acto oficial, el bautismo: se le asignaba el nombre del santo del día, o de su patrono principal, la virgen o Jesucristo. Los misioneros, al ser “aceptados”, levantaban una cruz y construían una nueva iglesia… y la casa donde iban a vivir. Con el pasar de los años la aldea tomaba un aspecto urbano más definido, transformando su arquitectura inicial3, bueno hasta ahí… no decimos mas!
A hora bien, a raíz de esta presentación del contexto histórico y misional de una zona del Caquetá, se puede calificar como suficientemente amplia la dimensión apostólica que se asumió, en el sentido tradicional de la misión, de tal modo que se le podría dar una connotación verdaderamente paternalista o asistencialista, pese a la siempre buena voluntad con la que estos primeros evangelizadores se comprometieron con el Caquetá.
Se caracterizaron por una identificación y amor por el territorio y su gente. Los movía el espíritu de sacrificio y de superación frente a cualquier dificultad y se distinguían por su dedicación total a la gente y a sus necesidades económicas, sociales, culturales y espirituales. Para todos ellos el Caquetá representaba el ideal de la “misión” en Colombia.4
Pues, en términos eclesiásticos, referente al lugar exacto del estudio, cabe notar que comprende las tres parroquias de san Pedro Clavero, Cartagena del Chaira, El señor de los milagros Santa Fe del Caguán y San Isidro el labrador, Remolinos. A esta zone se refiere la vicaria centro y nos detendremos a ello para precisar con claridad las exigencias pastorales que salen como fruto del porque de esa segunda parte de nuestra reflexión, especialmente para bien de todo aquello cuyo sueño apunta a este nuestro territorial misional. Un acercamiento tanto metodológico como pastoral evangelizadora, deja entre ver tres urgencias pastorales: hay una necesidad de entablar una relación clara, de tipo pastoral, entre el anuncio de la Palabra y la Promoción Humana, además de socializar los planes pastorales en los grupos evangelizadores allí encontrados; urge una capacitación que brinde el saber o el conocimiento de los procedimientos debidos frente a la problemática evangelizadora que surge a raíz de la presencia continua de los diferentes grupos armados; y una concientización pastoral- evangelizadora como respuesta al paternalismo indebidamente surgida por la tendencia pastoral asumida a lo largo de la historia.
Algunos retos y desafíos surgentes
En base de las urgencias de tipo teológico –pastorales planteadas en la contextualización, devienen los retos que se pretendió desvelar en la indagación interdisciplinaria, lo cual se hace una breve alusión de algunos puntos considerados más apremiantes, pues el recorrido histórico contextual ha dejado evidente, que la reciente colonización del Caguán, ha demostrado dolorosamente que la colonización no crea un espacio nuevo para una sociedad que está deseosa de encontrar un mundo menos injusto, de modo que:
Urge una concientización formativa, tanto sobre los derechos y deberes correspondientes, como sobre la dignidad de la persona humana, de manera que se requiere un modelo de formación integral cristiana acompañado por un nuevo estilo de evangelizador.
Se exige una presencia testimonial y a la vez formativa, la cual implica la Iglesia en medio de esa realidad hacer una lectura realista que destaque la necesidad de una búsqueda de sentido de vida proyectada a un ser humano integralmente libre
Hay que promover y canalizar los servicios dados por el Estado. Esto urge recuperar el sentido de pertenencia y comunión entre los pueblos y profunda valoración de sus orígenes.
la destrucción de la selva, desplazamiento de comunidades indígenas y el establecimiento de un modus vivendi deshumanizante, como relación social inserta en el modo de producción capitalista, al tiempo que allanó el camino para extractivismos, es una situación ecológicamente preocupante.
Es evidente la profunda desmoralización de la sociedad. La moralidad cristiana ha decaído en las comunidades dada por la proliferación de los establecimientos como las discotecas fruto de un ethos secularizado, el consumo masivo de licores y el considerable aflujo de prostitución en los poblados importantes de la zona.
Una capacitación mínima para los evangelizadores sobre el manejo del conflicto entre las fuerzas armadas, la Iglesia y el gobierno, es una prioridad entre otras, para luego facilitar y fortalecer la formación de agentes de evangelización hacia un protagonismo de los derechos y deberes de la población.
A nivel estrictamente teológico- pastoral, es evidente y se reconoce que hay urgencia de revitalizar la metodología de la pastoral evangelizadora, sus criterios y estrategias a partir de las realidades que se presentan, ya que las reformas en la Iglesia y sus estilos son necesarias, pero realizadas desde su interior, desde aquellos que han encontrado en su ser y amor cristiano que la única Iglesia es ésta, pero que debe ser renovada continuamente para que sea fiel.5 Aunque, se reconoce el bien hecho evangelizando los pueblos caqueteños, como también se han señalado algunas limitaciones, y muchas de ellas, consecuencia de falta de posibilidades y oportunidades, del tiempo, de perspicacia en materia de acompañamiento y continuidad.
Se recalcan limitaciones en una insuficiente reflexión sobre los procesos, dinámicas y contradicciones fruto de la colonización; atención a los cambios que ha experimentado la población; conciencia de los elementos constitutivos de la supuesta mentalidad de colonización; profundización en el fenómeno del “oportunismo material” que manifiesta el colono frente a la Iglesia y sus posibilidades y, las crisis pastorales en relación con la familia, la juventud y el campesino como tal6.
Es justificada entonces, la necesidad de un “termómetro pastoral” para indagar en las comunidades qué tipo de evangelización y qué efecto ha tenido a lo largo de estos años. Constatar el sentido de pertenencia a la Iglesia, cuestionar las modalidades que se les ha presentado a las comunidades, verificar la formación de la Iglesia en su trabajo, y hasta qué punto ella ha sido participativa o simplemente una Iglesia maestra en la misión.
Dicho esto, se concluiría esa segunda parte de esta articulo teológico e investigativo , a la luz de la realidad planteada, se afirma, que la tarea del teólogo de la acción y evangelizador por supuesto, es recuperar la actitud participativa, no paternalista ni asistencialista, involucrar el pueblo de Dios como protagonista de su propia evangelización, dándole su lugar como sujeto activo de evangelización y no objeto pasivo de ella, y así discerniendo en medio de la comunidad, y con ella, marcar pautas de una misión de Iglesia que permita una evangelización transformadora e integralmente liberadora.
Hasta el próximo compartir que será nuestra tercera indagación y profundización de lo que me atrevería llamar la nueva manera de evangelizar y quizás! por que no? estilo de los misioneros de la Consolata.
1 ALVARO LOPEZ, Velásquez. De la colonización a la fundación de Remolinos del Caguán, Remolino del Caguán (Crónica II parte). En: Florencia Hoy, Florencia. (Sep., 2006); p. 5, c. 4.
2 BOFF, Leonardo. Quinientos años de evangelización: de la conquista a la liberación integral. Guavera Editorial. Sal terrae, 1992, p.6.
3 Cfr. LLANOS, Héctor y PINEDA, Roberto. Etnohistoria del Gran Caquetá siglos XVI-XIX. Bogotá: Banco de la República, 1982.
4 Cfr. VETTORE, P. Silvio. 50 años de Caquetá. En: Revista Dimensión Misionera. Bogotá. No. 257, (Oct. 2001); p. 3.
5 Cfr. CONGAR, Y. M. Falsas y verdaderas reformas en la Iglesia. Madrid: 1953, pp. 181-192.
6 Cfr. MONS. JAVIER, Francisco Múnera. Documento fruto de la visita ad limina. Vicariato apostólico San Vicente-Puerto Leguízamo. San Vicente del Caguán: 2005, p. 16.
Diac. Bernard Dennis Ofwono, imc.
(CAFTI – Bogota)