Aproximación a la vocación y las vocaciones del hombre Vs las crisis vocacionales

Pubblicato in Missione Oggi
¿Te has preguntado, el porque la gente se desencantaron de la vida religiosa y sacerdotal? Últimamente habido tantas preguntas si vale la pena ser religioso, sacerdote célibe, casto virgen etc. Debido al mal entendimiento de lo que en verdad significa responder a una vocación. En esta reflexión vamos a palpar un poquito de lo que se puede decir sobre esta preocupación vocacional.

El vocablo vocación viene del latín vocatio – vocationis y se refiere a la acción de “llamar” a una persona para hacer, asumir o vivir algo. Conviene precisar que no se puede identificar un “llamado” con un tema religioso, pues sería un claro reduccionismo.

La vocación no depende del ámbito de la religión aunque suele identificársele en las culturas occidentales con un modo de vida que se reduce a la práctica de la continencia sexual y por tanto del celibato de un presbítero y de un consagrado en la vida religiosa, pensando que sólo mediante dicho estado de vida se logran determinados propósitos. Por todo lo anterior hemos de diversificar nuestro concepto e iniciar nuestro análisis con una visión más amplia del concepto “vocación “


En griego, “kaleo” o “klesis“, significa llamar pero no tiene ninguna connotación de tipo religioso o un carácter interpersonal, pues los dioses griegos al no ser entidades personales no convocaban, no llamaban a los hombres a su amistad y mucho menos a su intimidad. Por otro lado la cultura griega desconoce el concepto de persona tal como nosotros lo manejamos.

La civilización griega utiliza la palabra “prosópo” con el significado de la máscara que los actores griegos se colocaban en el rostro adoptando las características y los ademanes de un determinado personaje.
Vale la pena recordar que el concepto de persona aplicado al varón o a la mujer, nace de la reflexión teológica cristiana cuando se comienza a pensar la fe en Cristo aplicándole la doble naturaleza, divina y humana que existe en la indivisible “persona “de Cristo y en la Trinidad aplicado a “los tres distintos” que co-participan de la única naturaleza divina. Nace pues la ambigüedad acerca del hombre como persona.

En éste contexto, Tertuliano traduce la palabra “prosópon“ al concepto latino de “persona” propio del derecho romano, ampliando su significado a todo hombre e incluso al feto humano cuando afirmaba que persona es quien está en camino de serlo. Y además se inicia la distinción entre persona y sustancia afirmando que en Dios subsisten tres personas en la única sustancia. De todas formas en esta corta aproximación, hemos de precisar que el término persona no es de cuño bíblico ni únicamente del talante cristiano.
Entonces volviendo a nuestro concepto inicial de vocación en relación con los dioses griegos, éstos no llaman a una persona a su servicio como si se tratase de una vocación al servicio divino.

Vocación es una situación que todo hombre o mujer experimenta sea en el interior de su conciencia o sea por una convocación que le viene del exterior, convocación que puede venir de las personas que lo rodean, de la naturaleza misma o quizá de un Absoluto.

Vemos que la vocación es una convocatoria que el hombre descubre y lo lleva a buscar su plena realización humana alimentándose con valores superiores y buscando siempre las cosas superiores. Todo ser humano quiere enriquecerse interiormente orientando su vida para realizar su proyecto vital como persona.

Todo lo anterior nos lleva a entender que la calidad de la vocación personal depende de la calidad del compromiso que asumamos hacia los valores plenamente humanizantes que queremos vivir.

Vocación es también permanecer atento a las propias fidelidades interiores, a lo permanente de la conciencia, a la autenticidad por lo que se es y lo que se hace sin estar pendientes de lo que los demás dirán o pensarán de uno, todo esto es y hace parte de la adhesión a las propias fidelidades. También la vocación es la que le da sentido a nuestra vida en unión con la de los demás.
Y todo ser humano recibe llamadas que nos convocan para acercarnos a aquel o aquellos que las hacen. Por esto toda con - vocación nos invita a una con – versión es decir a vertirnos hacia quien nos llama sea para socorrerlo, sea para liberarlo o para seguirlo.

Y toda vocación tiene unas características esenciales pues ante todo no es que la vocación personal se esclarezca de una vez por todas y en forma acabada.
El hombre nunca suele saber con certeza y sin dudas cuál es su vocación definitiva y nada ni nadie le obliga a realizar de modo irreversible lo que debe hacer con su propia vida. Claro que hemos de ser conscientes que todos tenemos un pasado pues al mismo tiempo la vocación es algo que se está cumpliendo permanentemente.

Ahora bien también es conveniente precisar que la vocación personal nunca es una sola, pues el hombre no es un ser unidimensional de tal modo que más que hablar de vocación, hay que hablar de vocaciones pues así como un hombre siente el llamado en nuestro caso a la vida consagrada o a la vida sacerdotal, eso no excluye que también sienta el llamado a formar una familia y a vivir con la persona que ama o ha aprendido a amar y esto también es una de las vocaciones que cualquier hombre o mujer descubre. La persona aunque tiene un solo rostro tiene una encarnación vocacional polifacética o poliédrica es decir con varias caras. Claro está que hay una vocación dominante que se manifiesta como motor del resto de las vocaciones y la vocación dominante es contemplada en forma íntima y esencial a la persona como el caso de un misionero que opta por entregar su vida por los demás. Cuando esto sucede, ese individuo no se siente sino como “misionero” y todo el resto de sus vocaciones se diluyen.

Veamos entonces que elegir nuestro estado de vida es concretar la vocación pues entre las opciones que se nos presentan en la vida, una de las más importantes es la de elegir un estado de vida para decidir si queremos permanecer solteros, casados, célibes, vírgenes, en pareja, en soltería neurótica, en castidad amorosa, en sublimación no religiosa de un celibato, o en celibato por el reino y también en matrimonio por el reino.

Ahora bien, sucede con cierta frecuencia que nuestra vocación en cuanto está relacionada con el estado de vida, no siempre coincide con muchos de nuestros gustos o decisiones. A veces se nos convierte la vocación en algo que hacemos y que en muchas circunstancias se convierte en medio de sostenimiento tanto social como económico y aquí comienzan las frustraciones bajo el riesgo de construir una vida mecánica y desmotivada. Muchas veces el estado de vida escogido nos lleva a vivir según la “suerte” que nos toque a lo largo de dichos estados. Y cabe decirlo no solo en el celibato o la virginidad sino en el matrimonio con quien se comparte la vida con la persona que se ama y por la que se es amada.

Y no podemos negar que lo esencial de toda vocación es realizarse como persona ya que no existe opción más importante que la de considerarse a sí mismo como un fin y no solo como un medio para hacer algo. No es legítimo optar por una vocación por fuerte que se perciba que implique un rebajamiento de la propia dignidad pues la elección de un proyecto vital se toma porque uno percibe que desarrollará en ella su ser personal. Nadie está llamado a renunciar a su propia dignidad pues no existe una vocación que sea más grande que la propia dignidad personal.

Cabe aclarar que nuestra vocación no depende exclusivamente de nosotros mismos pues siempre toca tener en cuenta a los demás ya que prácticamente todas nuestras opciones repercuten en los demás y en especial en los que están más cercanos a nosotros y por eso no podemos pensar en elegir una vocación que cause mal a alguien y no es legítimo pretender lograr un bien a través del uso de medios inmorales.

Vocación es pues, construir uno mismo su propia vida con los demás. Ahora bien quien siente una vocación a algo debe empeñarse en lograrlo poniendo en ello todas las fuerzas y aptitudes pues no bastan las buenas intenciones ya que en la vida no basta con proyectar adecuadamente las cosas hay que realizar cumplidamente los proyectos, por tanto la vocación es un permanente quehacer, es una permanente tarea, una práxis tanto en su proyección como en el mantenimiento y en la futurabilidad de la misma. Y si bien es cierto que la vocación es una constante proyección no es tampoco una condenación a vernos frustrados por toda la vida.

En fin es posible que alguien esté llamado a algo pero no pueda realizarlo por falta de aptitudes y de claras decisiones y todo hombre o mujer lo que buscan en la vocación es una gran dosis de felicidad pues al buscar la propia realización sin dejarse atrapar por el utilitarismo y el hedonismo significa que hay que saber llevar a feliz término lo que un día nos propusimos y por eso la amenaza de la frustración siempre es para el hombre una posibilidad que no hay que olvidar. Desarrollar nuestra propia vida implica una sabia combinación que se adquiere en la percepción del éxito y el fracaso entre la adhesión a los valores personales y la dejación de opciones y caminos que pueden entorpecer el desarrollo de la vida.

Por Kiptum Araap Too
CAM Medellín. Colombia
Ultima modifica il Giovedì, 05 Febbraio 2015 16:56

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